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Mario Hurtado Jiménez

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El año pasado los medios destacaron los setenta años de vida y cincuenta de escritor de Sergio Ramírez. Se les “olvidó” la otra cara de Ramírez: el hombre de confianza de Ortega, el vicepresidente, el político e ideólogo sandinista. Por razones históricas, éticas y en modesto homenaje a los lisiados y a los que murieron luchando por la libertad, he escrito este artículo.

La JGRN, según Moisés Hassán, tuvo dos tipos de miembros: los que mandaban y los “tontos útiles”. Doña Violeta Barrios y Alfonso Robelo al darse cuenta que los sandinistas los tenían como figuras decorativas y que el FSLN quería imponer el socialismo, con dignidad renunciaron.

Las causas de la guerra de los años ochenta fueron el totalitarismo y la represión de la dictadura sandinista. Impidieron elecciones libres, impusieron una economía estatizada, confiscaron y expropiaron tierras y propiedades. Sustituyeron las buenas relaciones con nuestros vecinos y con los Estados Unidos para alinearse a Cuba y a la Unión Soviética. Eliminaron la libertad para imponer su dictadura.

La guerra dejó 50,000 muertos y 50,000 lisiados. Los principales responsables de esto son Ortega, Ramírez y la Dirección Nacional del FSLN. Destruyeron la economía, cercenaron la libertad, dividieron las religiones, los sindicatos y la familia. Ramírez aprobó las agresiones a LA PRENSA, Radio Corporación y la censura de prensa.

En la farsa electoral de 1984, y en 1990, Ortega llevó como vicepresidente a la persona en que más confiaba: Sergio Ramírez. En esa época, en que yo era uno de esos militantes-tontos útiles del FSLN, se decía que Ramírez era el numero diez de la nefasta Dirección Nacional.

Sobre su conciencia pesan los miles de jóvenes del Servicio Militar Obligatorio (SMO), que sin preparación adecuada fueron mandados a combatir y murieron en la guerra. Así como jóvenes que tuvieron que huir del SMO. Los miles de profesionales que se fueron del país por los salarios miserables del SNOTS o que eran despedidos por no ser sandinistas.

Ramírez es corresponsable de reducir el PIB per cápita a la mitad, de los 13,000 millones de dólares de deuda externa y de la mayor hiperinflación de América. La pérdida de valores, el atraso tecnológico, junto con Carlos Tünnermann manipularon la educación con fines ideológicos, el irrespeto a los mayores y el odio de clase, fue codirigido por Ramírez.

Los sandinistas fueron derrotados en 1990 gracias al liderazgo de patriotas como doña Violeta, la UNO, Adolfo Calero, los Contras y el apoyo incondicional del presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan y el papa Juan Pablo II; pero los sandinistas, lejos de aceptar la voluntad popular, boicotearon a los gobiernos con acciones terroristas, asonadas, chantajes y pactos logrando gobernar “desde abajo”. Y, lograron conservar su influencia en el poder judicial, el Ejército, la Policía, las universidades, nunca devolvieron las propiedades piñateadas etc.

Ramírez lideró las reformas constitucionales que le dieron al FSLN poder de veto y que obligó a los liberales a negociar el nombramiento de los principales cargos públicos. Los orteguistas destruyeron la UNO, y pretendieron conquistar el centro político con el MRS. La candidatura de Ramírez en 1996 fracasó por la victoria aplastante de Arnoldo Aleman con el PLC. Al MRS tuvieron que regalarle un diputado para que mantuviera su presencia en la Asamblea.

Bajo el paraguas de la Convergencia, el MRS de Ramírez apoyó la candidatura de Ortega en 2001. Y, a pesar de que ya estaba la rebaja del 35 por ciento para ganar la presidencia, el PLC con Bolaños, derrotó a Ortega.

En el 2006 la candidatura de Herty Lewites apoyado por Carlos Mejía Godoy tomó fuerza y le estaba quitando votos a Ortega. Lewites se negó a apoyar a Ortega pero murió meses antes de las elecciones. Ramírez en vez de dejar a Carlos Mejía Godoy como el candidato más popular, impuso a Mundo Jarquín un exministro de Ortega y desconocido políticamente, el cual perdió el setenta por ciento del respaldo.

Apenas instalada la Asamblea Nacional en el 2007, el cuarenta por ciento de los diputados del MRS se pasaron al FSLN. Y los otros diputados, en aspectos estratégicos se plegaban al orteguismo. Cuando se logró un acuerdo entre liberales para aprobar la amnistía, ya que Ortega los amenazaba con el poder judicial, el MRS fue el primero que la rechazó alegando ética. Los “tontos útiles” y agentes del orteguismo alzaron su voz para apoyar al MRS, cuando ellos mismos, habían aprobado amnistías para asesinos y piñateros.

En el 2011, Ramírez contribuyó a que el MRS se uniera a Montealegre para impedir la alianza entre el PLC, Montealegre y Gadea. Lo cual le permitió a Ortega robarse las elecciones y autorecetarse mayoría calificada en la Asamblea Nacional. A Ramírez como escritor hay que leerlo entre líneas. A los narcos de las FARC les llama guerrilleros. Jamás criticó a los asesinos de Guadamuz y la extraña muerte de Alexis Argüello. Tampoco rechazó frontalmente la “sentencia inconstitucional” de algunos magistrados, exmagistrados de la CSJ y abogados llamados “conjueces” en donde “habilitan” a Ortega a ser candidato eterno. Ramírez jamás ha promovido la unidad de los demócratas. Más bien ha criticado a Alemán y al PLC, que es el único partido que ha derrotado a Ortega dos veces, y así impedir la unidad de los liberales.

Sus mensajes dejan entrever que Ortega es una realidad con la que tendremos que convivir y nunca ha propuesto nada que conlleve a derrotar al orteguismo.

Los ingenuos que creen que los orteguistas son enemigos de los ramiristas, pregúntense: ¿por qué Ortega, con todo el poder que tiene nunca les ha hecho nada? Por el contrario, a los ramiristas piñateros nunca les quitaron lo que se piñatearon.

En un país en donde se respeta la Constitución y las leyes, Ramírez y los principales líderes orteguistas pondrían su barba en remojo.

Aquí son adulados y aplaudidos. Pero no son respetados ni queridos, simplemente, son temidos.

El autor es ingeniero.

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