Oscar González Morales
Es imposible igualar incluso un tercio de los asistentes a este tipo de juego, pero ayer había parejas de oficiales cada veinte metros en las gradas, además de una cantidad considerable de efectivos en los alrededores del estadio.
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A la afición del Bóer se le puede reprochar algunas situaciones: que abandona al equipo en los malos momentos, no llega al estadio en buen número durante la temporada regular y que en su mayoría no conoce la historia del equipo.
Pero hay algo en lo que se apuntan un cien, en darle ritmo y colorido a los juegos trascendentales.
Anoche se dio uno de esos partidos, con el segundo de la serie de playoff de la VIII Liga de Beisbol Profesional Nacional (LBPN), en que el ritmo fue impuesto por el sonido de los tambores de la “Barra Brava” y seguido por los miles de aficionados que llenaron el Estadio Nacional Denis Martínez, de Managua.
Los fanáticos boeristas son especiales, pues en el país muy pocas aficiones le dan tanto color a las graderías como ellos. Como si fuera requisito, una buena parte de los seguidores del equipo capitalino vistió las camisetas roja y blanca del Bóer, sus gorras y hasta cintas en la cabeza.
Y quién dice que el beisbol no es para mujeres. Aunque no estén en el campo, en las gradas anoche fueron parte preponderante, ya que incluso son damas las que lideran a la “Barra Brava”, con sus gritos, aplausos y hasta con el ritmo que provocan al tocar los tambores, emulando a los de guerra de la antigüedad.
No solo como acompañantes de sus novios o esposos llegaron, incluso en grupos de amigas lo hicieron, como muestra de que en su sangre también corre la pasión por el deporte rey de los nicaragüenses.
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