14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Los escenarios de crecimiento económico a largo plazo

Desde el punto de vista del crecimiento del PIB per cápita, que es lo que cuenta a la hora de medir la evolución del nivel de vida, este puede descomponerse en i) el crecimiento de la relación entre la fuerza de trabajo ocupada y la población total (tasa de empleo global) y en ii) el crecimiento de la productividad.

Adolfo Acevedo Vogl

Economista

[email protected]

Desde el punto de vista del crecimiento del PIB per cápita, que es lo que cuenta a la hora de medir la evolución del nivel de vida, este puede descomponerse en i) el crecimiento de la relación entre la fuerza de trabajo ocupada y la población total (tasa de empleo global) y en ii) el crecimiento de la productividad.

Esto significa que un incremento de un punto porcentual en la población en edad de trabajar como porcentaje de la población total se traducirá, si todo lo demás permanece constante, en un aumento de un punto porcentual en la tasa de crecimiento del PIB per cápita.

Aplicando esta ecuación al caso de Nicaragua, esto significa que, si todo lo demás permanece constante, el PIB per cápita se incrementaría en 28.4 por ciento para el año 2035, debido a que esa sería la tasa de crecimiento de la población en edad laboral como porcentaje de la población total.

Sin embargo, ello correspondería apenas a un crecimiento promedio anual de 1 por ciento del PIB per cápita, lo cual está lejos de representar una aceleración del crecimiento económico consistente con el pleno aprovechamiento del bono demográfico.

Para que el bono demográfico rinda sus frutos, es preciso que esta creciente proporción de población en edad laboral encuentre empleos de productividad creciente.

En este caso, si la fuerza de trabajo encuentra empleos de productividad creciente y la productividad del trabajo se incrementase en un tres por ciento promedio al año, el resultado sería un crecimiento del PIB per cápita al año 2035 que sería un 137.8 por ciento superior al actual, resultado del incremento de 28.4 por ciento de la proporción de población en edad de trabajar y de 109.4 por ciento de aumento en la productividad.

En el siguiente período, que corresponde al del año 2035 al 2070 —o sea la fase de envejecimiento poblacional— el porcentaje de la población en edad de trabajar se reducirá en 21 por ciento, y si todo lo demás permaneciese constante, el PIB per cápita se reduciría en ese mismo porcentaje.

Si la tasa de crecimiento de la productividad fuese del tres por ciento anual, el crecimiento del PIB per cápita sería del 160.4 por ciento (-21 por ciento de reducción debida a la declinación en el porcentaje de población en edad laboral más 181.4 por ciento como producto del crecimiento en la productividad).

Si totalizamos los dos períodos, el PIB per cápita se habría multiplicado por 4.80 veces debido a que la productividad se habría multiplicado por 4.89 y el porcentaje de población en edad de trabajar se habría reducido en -0.09 veces.

Sin embargo, el número de personas en edad de trabajar en relación con el número de adultos mayores (la relación de soporte social) se habría reducido de 10 a 2, o sea por un factor de cinco, lo cual significa que el crecimiento de la productividad apenas alcanzaría para contrarrestar el deterioro de la relación personas en edad laboral/adultos mayores.

Lo que esto significa es que, si en la actualidad el consumo total de la población de los adultos mayores equivale al diez por ciento del consumo total de las personas en edad de trabajar, permaneciendo todo lo demás constante, en 2070 el consumo total de la población mayor de 60 años equivaldrá al 53.3 por ciento del consumo de la población en edad activa, por el hecho de que su número aumentara arriba de cinco veces más en relación con el de la población en edad de trabajar.

Si se desea que el consumo de los adultos mayores se mantenga representando alrededor del diez por ciento del consumo de las personas en edad de trabajar, un incremento de la productividad de casi cinco veces apenas será suficiente para mantener constante el consumo per cápita actual de los adultos mayores, y únicamente servirá para contrarrestar el aumento en el consumo total de los mismos derivado del aumento de su número.

Decimos si se desea mantener esta “tasa de cotización social” del diez por ciento porque, dado un crecimiento insuficiente del consumo per cápita global, las personas en edad de trabajar, que además deben sostener a los niños dependientes, podrían oponerse resueltamente a un mayor aumento del porcentaje de su producto que se destina a sostener a los adultos mayores.

Para que el consumo per cápita de los adultos mayores aumente más allá del aumento del consumo total que se producirá por el solo incremento de su número, hasta llegar a representar digamos el veinte por ciento del consumo de las personas en edad de trabajar, la productividad del trabajo debería crecer, a lo largo de varias décadas, a tasas muy elevadas, del orden del seis por ciento promedio anual.

En este caso, el aumento de la “tasa de cotización social” para sostener a los adultos mayores resultaría admisible, porque el consumo per cápita de la población en edad económicamente activa habría crecido a una tasa importante.

Para tener una idea de la magnitud de los desafíos que esto representa, estas tasas de crecimiento de la productividad, a lo largo de varias décadas, solo se han observado en tres casos en la historia humana: en el caso de Japón, los “Tigres Asiáticos” y China.

Economía crecimiento PIB archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí