José Garth Medina
Unos 500 pobladores del municipio de Rosita, en la Región Autónoma del Atlántico Norte, exponen sus vidas al pasar por un puente colgante que tras ser afectado por las lluvias, el 24 de diciembre del 2011, quedó casi a nivel del río Bambana, en la comunidad de Dibagil.
Los pobladores tienen que caminar por unas viejas tablas para poder pasar de un lado a otro del río, aunque también tienen la opción de cruzar en unas lanchitas cuyos propietarios cobran entre cinco y diez córdobas.
Griselda Margan, pobladora de la comunidad de Dibagil, dijo: “Tenemos que salir a buscar medicamentos, traer nuestra comida que compramos en la ciudad y cuando pasamos por ese puente algunos han caído y se han lastimado”.
Paulina López, maestra de la comunidad de Santa Rita, dijo que unos veinte profesores de esa localidad, de Dibagil y Kalmata, tienen que cruzar el puente, pues el salario no les da para pagar la lanchita.
“Uno pasa ahí arriesgando a caerse al pasar por el río, cuando hay llena no se puede pasar porque solo queda el cable y nosotros queremos que lo reparen porque somos muchos los afectados”, comentó.
Génesis Herrera, poblador de Dibagil, dijo: “Le pedimos a los cooperantes que no nos abandonen, necesitamos que nos sigan ayudando”.
Aurelia Patterson, vicealcaldesa de Rosita, dijo que hacen gestiones con el MTI para que se logre construir el puente. Mantienen esperanzas de que la cooperación de Andalucía, que ha apoyado a esas comunidades, pueda ayudarles.
“Los técnicos andan en las comunidades evaluando las inversiones, esa cooperación nos ayudó mucho y necesitamos una segunda fase para poder ayudar a nuestra gente”, refirió la vicealcaldesa.
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