Mateo Sancho Cardiel
Heath Ledger no ha detonado ese mito, ese aura de “nuevo James Dean” que se esperaba y que el premio Óscar póstumo por El caballero oscuro parecía augurar.
El 22 de enero de 2008 el mundo del cine se conmocionaba con la muerte por sobredosis accidental de Heath Ledger en su apartamento en Manhattan.
Conocidos eran sus coqueteos con los fármacos, su insomnio y su inestabilidad emocional, pero también su devoción a su hija Matilda y su entusiasmo en el set de la película que dejó inacabada, El imaginario del doctor Parnassus , de Terry Gilliam, y que completarían en homenaje a Ledger Colin Farrell y Johnny Depp.
La juventud de Ledger, quien murió con 28 años, la ambigüedad inicial de su fallecimiento, con implicación de Mary-Kate Olsen incluida, y las primeras imágenes de su creación de Joker, divulgadas poco después con una indudable vocación escalofriante, fueron los mimbres para un mito que, en cambio, pasados cinco años parece más condenado a diluirse que a permanecer.
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