Antoine Joly
Rubén Darío es un puente entre Francia y Nicaragua, no solo por su amistad con Víctor Hugo y sus numerosas estancias en Francia, sino porque ilustra una comunión de pensamiento, porque pertenecemos a una misma civilización, con valores comunes, porque es el más francés de los escritores de lengua española.
La influencia de escritores franceses en el trabajo de Rubén Darío se puede ver desde el comienzo de sus obras, en Poemas y Epístolas de 1885, comenzamos a ver no solo la influencia de Víctor Hugo que Rubén descubrió muy temprano, también la de Theophile Gauthier, los dos franceses ofrecen temas de meditación y nuevos ritmos, pero con estos poemas de su juventud, la principal fuente de inspiración es española.
Con su estadía en Chile descubre mucho más la literatura francesa contemporánea en las bibliotecas de este país, que definitivamente lo marcan.
La influencia
Con Azul en 1888 encontró su inspiración de muchos grandes escritores franceses del siglo XIX: Musset, Lamartine, Leconte de Lisle, Heredia, Flaubert, Loti, etc.
Sabrán que esta época fue de una extraordinaria riqueza en la literatura francesa con una renovación muy grande del estilo y de los temas: romanticismo, simbolismo, realismo, modernismo; fue como un estallar de los fuegos artificiales literario.
La escuela de Parnasse es la influencia que domina al inicio en las obras de Rubén, por ejemplo, el muy conocido El coloquio de los centauros que tiene una relación muy fuerte con la obra de Heredia; Fuite des Centaures y de Leconte de Lisle. Esta escuela de los parnasianos del “arte por el arte” es más clásica en relación con Grecia, cedo la palabra a Rubén Darío:
“Amo más que la Grecia de los griegos la Grecia de la Francia, porque Francia, al eco de las risas y los juegos, su más dulce licor Venus escancia”.
¡Cómo podría decirlo mejor!… “pensando en francés y escribiendo en castellano”.
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Darío introduce en su obra El coloquio de los centauros el simbolismo que no aparece en las obras de los dos franceses y que hace pensar más a un poeta como Gerard de Nerval, mucho más moderno con el uso del simbolismo con la reintroducción del alma que los parnasianos olvidaron.
Mezcla de estilos
Y realmente las obras de Rubén Darío son una mezcla de los estilos franceses de esta época, a pesar de los avances en la modernidad del autor. Entre las principales innovaciones encontramos la renovación de los adjetivos, por ejemplo:
la selva enorme y sonora
el alba desnuda
dos ejemplos del poema “el sátiro sordo” o también:
“Las hermosas y grises melancolías”
En el poema El rey burgués.
Esta importancia del adjetivo y también de oraciones adjetivas como por ejemplo “el verso que es de miel y que es de oro” fueron también una de las innovaciones de los franceses.
La otra grande innovación que comparten Darío y los escritores franceses del siglo XIX es el cambio profundo en la sintaxis para hacer oraciones más cortas, más modernas.
Acortó los párrafos y las oraciones que dan un sonar, una melodía que definitivamente rompió la pesadez de la literatura española de la época.
Puedo dar un ejemplo de este nuevo estilo de Rubén Darío:
“Cantemos el oro, esclavo despreciado por Jerónimo, arrojado por Antonio, vilipendiado por Macario, humillado por Hilarión, maldecido por Pablo el Ermitaño quien tenía por alcázar una nueva bronca y por amigos las estrellas de la noche, los pájaros del alba y las ferias hirsutas y salvajes del Yermo” (extraído de La canción del oro).
El romance
Rubén Darío no fue solo influenciado por temas como el romance o la forma como aquellos que prefieren la evocación del simbolismo a la descripción realista, trajo a los españoles en el mundo de la poesía francesa sus alejandrinos primero y luego esta nueva idea de que la unidad de medida más allá de la poesía no es el verso. Esto abre los poetas a la idea de que la música de la poesía no es más que un grupo de palabras que están conectadas por la música.
Esta idea de la música de los poemas va a abrir después a la poesía a versos libres. Creo también que Rubén Darío jamás fue un escritor hermético, tiene una lengua pura, sencilla, que habla tanto al corazón del romanticismo, como al alma del simbolismo y a la idea objetiva de la belleza de los parnasianos.
Darío construye asimismo un puente entre el romanticismo de Víctor Hugo y la modernidad de un Rimbaud, de un Malarmé o de un Verlaine. De hecho, podemos también hablar de la escuela del impresionismo en la pintura francesa para hablar del genio de Rubén porque algunas de sus obras son como pinturas del impresionismo. El gran pintor francés Renoir en la misma época ha dicho: “Una mañana, uno de nosotros quedándose sin negro, utilizó azul: el Impresionismo nació”. Es cierto, Rubén Darío escribe con azul pero también con rojo, con gris y ¡con los colores que miran sus ojos!
Rubén Darío es muchas cosas salvo un imitador, enriquece a los demás y su trabajo es de primera, original, mezclando varias influencias. Rubén Darío es al mismo tiempo un indio, un español, un francés, y sobre todo, un nicaragüense; como él dice “tenemos razón de ser poetas instintivos”.
Artículo del Embajador de Francia en ocasión del Simposio Internacional Rubén Darío en León.
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