José Denis Cruz
500 millones de dólares (11,750,000 córdobas aproximadamente) es lo que se necesita para mejorar las condiciones de las escuelas, según estimó el Mined en el 2008. Recién el Gobierno empezó a rehabilitar algunos centros de estudios.
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El pupitre que en algún tiempo fue color café tiene las patas torcidas y la paleta despegada. Más allá, del inmenso patio del que suben enormes nubes de polvo, otro puñado de asientos con el mismo diagnóstico se apiñan casi frente al aula de clases, que en pocos días vibrará con los gritos y el correteo de los niños. Esta escuela lleva por nombre Flor de Sacuanjoche y está situada en el barrio Hilario Sánchez.
Algo parecido se puede apreciar en el colegio Luxemburgo, en la colonia Don Bosco y en el colegio Experimental México, en Bello Horizonte. Ahí el cielo raso casi se viene al suelo.
El año escolar está a las puertas y muchas escuelas no prestan las mejores condiciones para estudiar.
Rosa María Vivas, directora ejecutiva del Foro Eduquemos, considera que el Gobierno ha hecho un esfuerzo significativo por mejorar las condiciones físicas de los centros públicos del país.
Sin embargo, reconoce que la pésima infraestructura en algunos centros de la capital responde a la poca inversión para el sector educativo. “En la costa Caribe las condiciones son más complejas, porque la inversión es poca”, dice la experta.
En la escuela Flor de Sacuanjoche hubo un cambio sustantivo. Se construyó un muro perimetral y se mejoraron las condiciones en los salones de clases. Pero el problema de los pupitres sigue latente.
Según los responsables de la obra, no se tiene contemplado reparar los pupitres. Tampoco saben si el Gobierno va a mandar asientos nuevos para los estudiantes. “No creo que el Gobierno mande asientos nuevos, lo dudo”, dijo uno de los hombres que se encontraba en el lugar.
Al menos la escuela Flor de Sacuanjoche tuvo un poco más de suerte. El colegio Elvis Díaz Romero, en el barrio El Riguero, sigue sobreviviendo de puro milagro. Ahí la cosa es crítica.
Este colegio ha escuchado solo promesas. Hace dos años se anunció que el centro sería reconstruido en su totalidad, pero el cambio nunca llegó.
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