Roy Moncada
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La anunciada implementación de taxímetros en la capital podría ocasionar choque entre las autoridades del Instituto Regulador del Transporte Municipal de Managua (Irtramma) y los 12,000 taxistas debido a las mismas razones, por las que hay tensión ahora entre los buseros ante el próximo uso del sistema de tarjetas electrónicas del Transporte Urbano Colectivo (TUC).
Modernidad versus tradición y control versus libertad parecen ser la zonas de tensión en el transporte urbano.
Tanto representantes del gremio selectivo y los mismos taxistas individuales denuncian el sigilo del Instituto Regulador del Transporte Municipal de Managua (Irtramma) con el taxímetro.
Róger Gutiérrez, taxista individual, comentó que el proyecto es un antojo del ente regulador y que su implementación no estará acorde con el comportamiento del transporte selectivo.
Vidal Almendares, presidente de la Federación Nicaragüense de Cooperativas de Taxis (Fenicootaxis), que aglutina un número considerable del sector, dijo en días anteriores a LA PRENSA que el plan del taxímetro era una maniobra del Irtramma para desviar la atención de las demandas de los taxistas, que arreciaron en octubre de 2012, en exigencia de un mejor subsidio, entrega de concesiones y regulación de las caponeras.
POCA INFORMACIÓN DEL PLAN
Francisco Alvarado, director del Irtramma, se refirió al tema el pasado martes, pero con generalidades, lo que ha ocasionado un ambiente de desconfianza en el proyecto, porque todavía no se aclara qué empresa entrará en el negocio, ni el aumento que habrá en el pago de la carrera.
Aunque es primera vez que Alvarado hace público el proyecto del taxímetro en Managua, a mediados de enero pasado Allan Vargas, presidente del Movimiento Nacional de Taxistas, explicó a LA PRENSA que a partir del segundo trimestre del año se empezaría con el proyecto.
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