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Amor 2.0

Abundan las relaciones nacidas en la red. Algunas tienen final feliz y otras terminan como empezaron, en el ciberespacio de la soledad.

 

EFE

Familia

Abundan las relaciones nacidas en la red. Algunas tienen final feliz y otras terminan como empezaron, en el ciberespacio de la soledad.

En lo que coinciden todas estas parejas de enamorados por Internet, es que la evolución del enamoramiento va muy lento y casi siempre empieza con una amistad, al no estar presente la química o atracción que solo puede percibirse físicamente.

El amor por Internet no entiende de edades. Prueba de ello es la argentina Alcira, terapeuta de alternativas de 63 años, que conoció a su media naranja por este medio hace ya 10 años.

“Por Internet puedes jugar con los tiempos, los silencios, los emoticonos; darte una pausa para leer su mensaje, analizar los posibles significados…”, dice Fernando Losada, mexicano que conoció a su exnovia, Julia, en un foro literario.

[doap_box title=”Temor” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Todos los que han conocido a gente a través de la red, concuerdan en que tiene su parte buena y su parte mala. Lo que nunca falta es cierta incredulidad y temor ante quien está detrás de la pantalla. Olivia dice: “Aunque nos habíamos visto por foto, nunca sabes cómo es otra persona hasta que la ves moverse, sonreír o asustarse por la cuenta. La incertidumbre de cuando lo vas a ver por primera vez te da cierto ‘subidón’ de excitación. El abanico de posibilidades está abierto, y lo peor que puede ocurrir es que no haya química y que pases un rato de aburrimiento en compañía”.

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No hace falta escatimar en gastos, porque casi no los hay. Los costos de la transacción en la fase de seducción, en el ciberespacio, son menores que cuando hay que recurrir un café conversado por aquí, un cine por allá…

Como cita Antonio Martínez, oficial de comunicaciones y contenido digital, en el artículo El amor en tiempos de…: “Compartir nos sale más barato a la hora de tener una relación. La última persona con la que salí, la conocí en un antro pero me seguía en Twitter, había comentado acerca de mis blogs y así, no solo intuí que le interesaba lo que escribía, sino que tenía —y tiene— una muy buena ortografía; en su avatar salía en una foto fingiendo comer una dona gigante y supuse —como lo fue— que le gustaba comer y comer bien. Todo eso sucedió sin salir de mi casa o gastar en interminables citas para conocernos (…)”.

¿SEXO O AMISTAD A SECAS?

Rosa* (nombre ficticio), editora española de 33 años radicada en Santiago de Chile, se ha dedicado más a dejarse conquistar que a “atacar” en la red. Para ello esperaba a que fueran los hombres quienes le escribieran; miraba si le interesaban o no por la descripción que ponían en sus perfiles, por su edad y su pinta. Consciente de que estos datos no eran más que información superficial de lo que de verdad había detrás, Rosa se metió en el juego de la seducción virtual en varias ocasiones.

Si alguno llamaba su atención positivamente y sus faltas ortográficas no le ocasionaban desmayos, intercambiaba una serie de mensajes mucho antes de dejarse convencer para un posible encuentro cara a cara.

A la pregunta de si al conocer a la persona físicamente se cumplieron sus expectativas, la editora responde que se dio cuenta de que nada tenían que ver con las fotos de sus perfiles. “Esto me hacía desconfiar porque sentía que, de entrada, ya me habían mentido”.

Además, añade que si lo que se busca es una pareja para mantener relaciones sexuales, es la vía perfecta para no tener que salir demasiado escotada a la calle.

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