Luis Jaime Cisneros/LIMA/AFP
La Teología de la Liberación (TL), acusada de marxista por resaltar la opción preferencial de Dios por los pobres, dejó de ser la “piedra en el zapato” del Vaticano con Benedicto XVI, según analistas.
La opción por los pobres entusiasmó a Roma, bajo el papa Paulo VI (1963-1978), quien designó obispos progresistas en la región. Pero Juan Pablo II (1978-2005), la cuestionó alegando que fomentaba la lucha de clases y podía distanciar a los fieles de sectores medios y altos.
La ofensiva del Vaticano se tradujo en el nombramiento de obispos conservadores y se selló con dos documentos del entonces prefecto de la Congregación de la Santa Fe, Joseph Ratzinger.
Los casos del colombiano Camilo Torres —quien integró las guerrillas— el arzobispo de El Salvador, Oscar Romero, asesinado en 1980, y el brasileño Helder Camara, son referentes de la TL que tuvo su mayor base en Brasil.
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“Hoy la TL no es más una opción en disputa contra la (corriente) hegemónica; pervive arrinconada en pequeños grupos y comunidades” en América Latina, expresó Luis Pásara, investigador sobre catolicismo y profesor en la Universidad de Salamanca. “Ratzinger llega al papado con la Teología de la Liberación situada en un lugar importante de su agenda, pero ese lugar fue cayendo durante los ocho años del mandato al que ha renunciado”, indicó.
Jeffrey Klaiber, historiador de religiones en la Universidad Católica de Perú, dice que “Benedicto XVI siguió en América Latina la pauta de Juan Pablo II, solo que fue menos agresivo porque en un sentido la Teología de la Liberación ya había pasado como movimiento intelectual”.
CASTIGADOS POR LA TL
“El balance es positivo pese a que trató con mano dura a los sacerdotes radicales brasileños, como Leonardo Boff, y fue suave con el peruano Gustavo Gutiérrez”, uno de los padres de la TL, matizó Klaiber, también sacerdote jesuita.
El Vaticano sancionó a quienes creían que la Iglesia debía “reinventarse desde abajo”, como Boff o el nicaragüense Ernesto Cardenal. Al concentrarse en la idea de “Dios y el pueblo”, Gutiérrez, “es un poco populista” y menos peligroso, según Klaiber.
“Lo importante es que los malentendidos, cuando los hubo, hace tiempo que fueron superados a través de un diálogo sostenido y fructuoso”, expresó Gustavo Gutiérrez sobre sus entrevistas con Ratzinger entre 1984-86 en diciembre de 2011.
“Las medidas sancionatorias contra los teólogos de la liberación, y las amenazas de imponerlas a otros, bastaron para contener los avances de la corriente en un cuadro más amplio, en el que el decaimiento de las izquierdas también contribuyó a una progresiva pérdida de protagonismo de la TL”, destacó Pásara.
La paradoja es que fueron el Concilio Vaticano II (1962) y la Conferencia Episcopal de Medellín (1968), las que sirvieron de inspiración a la TL. “Esta teología sigue presente en América Latina pese a las cuatro décadas transcurridas y su mensaje central repercute sobre la tarea pastoral de la Iglesia”, aseguró Gutiérrez, hoy de 85 años.
El estadounidense John L. Allen, “vaticanista” para el semanario National Catholic Reporter y la cadena CNN, manifestó que “Benedicto probablemente consolidó una forma madura de teología de la liberación, que ha estado tomando forma durante mucho tiempo”.
Evocó la visita a Brasil (2007) donde el papa se “identificó con las aspiraciones básicas de la teología de la liberación, con la crítica de un sistema económico injusto y en poner a la Iglesia en el lado de los pobres pero insistiendo en la primacía de la fe en lugar de la sociología”.
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