El gobierno del presidente inconstitucional Daniel Ortega, anunció la llegada al país de una delegación de asesores cubanos en educación que “diseñará una estrategia para mejorar la calidad de la educación inicial, básica y media en Nicaragua”, según información publicada en LA PRENSA el lunes de la presente semana.
No es la primera vez que la educación pública de Nicaragua es asesorada por expertos del régimen comunista de Cuba. En los años ochenta del siglo pasado, durante la dictadura de la revolución sandinista, la educación nacional fue influida fuertemente por la educación comunista cubana, al extremo de que los manuales de aprendizaje y más bien de adoctrinamiento ideológico y político comunista usados en los centros escolares de Cuba, eran simplemente copiados o adaptados para usarse en las escuelas de Nicaragua. Tal era el caso de los libros de lectura llamados “
Carlitos”, en los cuales se enseñaba a los niños a contar sumando ametralladoras y restando enemigos contrarrevolucionarios e imperialistas.
En las cifras oficiales, curiosamente avaladas por los organismos internacionales, el sistema de educación cubano es una “maravilla”. Por ejemplo, de acuerdo con un estudio avalado por la Unesco, realizado entre 2004 y 2008 con estudiantes de tercero a sexto grado, Cuba resultó el país latinoamericano con los mejores resultados en aprendizaje, superando a países considerados muy avanzados en la región en materia educativa, como Chile, Costa Rica y Uruguay. Sin embargo, en la realidad no hay comparación, en ninguno de los índices de desarrollo económico, social y humano, entre esos países hispanoamericanos libres, democráticos y prósperos, con el Estado cubano comunista, totalitario, empobrecido y atrasado.
Pero aún en el caso de que el sistema de educación de Cuba fuese la maravilla que la propaganda dice que es, no valdría la pena pagar por ese supuesto logro el precio desproporcionado y terrible de lavar el cerebro de las personas para convertirlas en borregos de desfile, como advertía Salomón de la Selva que era necesario evitar.
No es por casualidad que los asesores cubanos en educación lleguen al país cuando la Asamblea Nacional legaliza los gabinetes de familia y el Gobierno central ha comenzado a implementar la revolución cultural impulsada por la Primera Dama cogobernante, en la cual el Ministerio de Educación y el magisterio nacional están llamados a cumplir una función operativa estratégica.
Se conoce incluso por la experiencia propia de Nicaragua, que la naturaleza y el objetivo de los regímenes totalitarios de cualquier tipo, de izquierda o derecha, socialistas o fascistas, es controlar totalmente a los ciudadanos en todos los aspectos de su vida. Y en todas partes donde el totalitarismo consigue imponerse, el sistema educativo es el instrumento esencial de adoctrinamiento para lograr ese malévolo objetivo de control totalitario.
La “revolución”, llámese comunista soviética, nacional socialista, socialismo real, socialista del siglo XXI o socialista cristiana y solidaria, no se apoya solo en el control de los aparatos represivos y coercitivos del Estado y en el dominio de la vida económica y social, sino también en la estricta hegemonía cultural de la camarilla gobernante sobre la población; hegemonía que se construye ante todo a partir del control y la manipulación del sistema educativo nacional. Y a orientar este proceso es que vienen sin duda los asesores cubanos en educación comunista.
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