Mabel Calero
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Hace dos años don Alejandro Palacios vivió los días más amargos de su vida, al ver a su hijo mayor con la mano derecha cercenada por la explosión de una bomba artesanal que se utiliza para obtener más pesca. Su impacto fue tan grande que dejó la pesca, el principal trabajo de la población de La Boquita y Casares.
“Fueron segundos, la bomba se dilató y le explotó en la mano”, dice el señor. Ahora que su hijo perdió su mano está consciente que el uso de ese mecanismo para obtener más pesca es arriesgado y aconseja a los pescadores que dejen la práctica que, además de poner en peligro su vida, acaba con las especies marinas.
Aunque la Fuerza Naval tiene un puesto permanente en Casares, integrado por cinco miembros, para ellos ha sido difícil controlar a todos los pescadores, que en diferentes horarios salen al mar en busca del sustento y muchos utilizan las llamadas bombas de mecha lenta.
“Una de sus principales demandas (de los pescadores) es que hubiera aquí un puesto de Fuerza Naval, porque hace años los pescadores se quedaban varados en el mar, ahora lo tenemos pero siempre hay necesidades como tener un seguro médico en la zona”, afirma don Alejandro.
Asegura que de nada sirve estar asegurado en un hospital que esté ubicado a gran distancia, cuando lo que realmente se necesita es inmediatez para atender la emergencia.
“De aquí que llegue al hospital de Diriamba ya me morí, un ejemplo es cuando se te pega el arnés (donde ponen la carnada) los pescadores se lo quitan solo y hay que ver que eso te deja una herida profunda de cuatro puntadas, por eso de nada sirve tener un seguro que esté largo”, dijo.
EL MAR DA PARA TODOS
Solo en Casares hay más de 110 lanchas y siete acopios donde se lleva el pescado del día. El mar da para todos, Dios no puede decir voy a hacer salir el Sol solo para los justos, el Sol sale para buenos y malos, no distingue colores, raza, religión, nada, Dios es bueno”, concluyó.