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Alejandro Serrano Caldera

La cultura que une

La realización hace unos días del IX Festival de Poesía, dedicado en esta ocasión al poeta Ernesto Cardenal, con la participación de poetas provenientes de todos o casi todos los continentes, y la del primer Encuentro de Escritores Centroamericanos, Centroamérica Cuenta, bajo la dirección del escritor Sergio Ramírez, han hecho de Nicaragua, principalmente de Granada, en donde tradicionalmente se celebran los festivales de poesía, un centro de irradiación de cultura y arte, cuya significación no debe pasar inadvertida.

Hay que destacar el trabajo creativo y persistente de Francisco de Asís Fernández (Chichí), quien con su constancia, junto con la de quienes colaboran con él, ha hecho posible que durante nueve años consecutivos Granada sea punto de celebración planetaria de la poesía, en la que participa un público entusiasmado, cuya presencia como parte sustantiva de esa celebración, opera la identidad entre la creación poética y el pueblo que escucha o lee sus propias producciones en micrófono abierto, transformándose de alguna manera en origen y destino de la poesía.

En el mejor sentido de la palabra, la poesía deviene en esta experiencia un fenómeno de masas, sin que por ello sufra su calidad estética, la que no solo no se ve disminuida por la masificación, sino más bien estimulada por la presencia de un pueblo copartícipe y solidario con los frutos de la creación poética.

Siendo a la vez un fenómeno de masas y una expresión de alta calidad cultural, es la negación de la “civilización del espectáculo” de la que nos habla Mario Vargas Llosa en su excelente libro del mismo nombre.

La cultura del espectáculo se caracteriza por una serie de manifestaciones tales como la masificación, la pérdida de calidad, lo efímero, la frivolidad, la comercialización, la celebración de la irracionalidad y el culto a los instintos y las pasiones; la fiesta multitudinaria, pagana y dionisíaca, la música trance, la primacía de la imagen sobre las ideas, de la pose y el escándalo sobre la estética, todo ello orientado a la evasión de los sujetos de sus propias situaciones y del olvido de sí mismos, según lo señala Vargas Llosa en su libro ya mencionado.

Frente a esta corriente dominante en la que lo masivo es incompatible con la calidad estética, es importante señalar la naturaleza de las festividades poéticas de Nicaragua, las que siendo también un fenómeno de masas conservan y promueven la calidad, haciendo de la cultura un fenómeno cuantitativo y cualitativamente valioso y un factor incuestionable de participación y acercamiento en una sociedad fragmentada en el campo de la política y en otros espacios de la vida nacional.

La cultura une de esta manera, no solo las actitudes confrontadas en otros planos de la vida individual y colectiva, sino que une también la singularidad de una vocación nacional, con la universalidad del arte y el valor estético que representa. De esta forma la cultura ofrece un plano de convergencia que hace posible la unidad en la diversidad, porque une lo que la política separa.

Este fenómeno de tan singular significación nos permite unas breves reflexiones sobre la cultura y su historicidad, identidad y universalidad, y, principalmente, sobre la libertad, en tanto condición esencial de su existencia y que ha sido, precisamente, el lema de este festival.

Toda producción de la cultura por el ser humano es al mismo tiempo una producción del ser humano por la cultura. En consecuencia, debemos entender por cultura el mundo de vivencias y experiencias, el proceso creador de la historia y autoproductor del ser, su fruto esencial y el ámbito natural de su vida. Hegel decía que la naturaleza del hombre es la historia; pienso que con la misma propiedad podríamos decir que la naturaleza del ser humano es la cultura, pues este al crearla se crea a sí mismo en el mundo social y cultural originado por el lenguaje y el trabajo.

En este sentido el arte, la palabra, el pensamiento, el trabajo, es decir la cultura, crean el contexto, el sistema de valores, usos, y costumbres en las que el ser humano se desenvuelve, por ello es necesaria la libertad ligada a la cultura, pues ese sistema de prácticas y conductas que es la cultura, puede ser o la condición para la libertad o el medio para el sometimiento. Por ello podría decirse que la cultura que no libera traiciona.

Sobre este tema el filósofo peruano Leopoldo Chiappo dice que “La cultura se constituye en un mundo humano de formas que expresan la experiencia y la actividad del hombre. Este mundo se superpone a la naturaleza desnuda. La araña se caracteriza por lo que Tiequín llama thigno tropismo negativo. (El contacto con lo duro suscita un rechazo paralizante). De allí que la araña tenga que intercalar entre su organismo y los objetos sólidos una tela en la cual transita y reposa en un suave mecerse de sedas. El hombre segrega cultura como la araña segrega la interminable sustancia con la que construye su morada. La cultura es la morada del hombre. Es la red en la que habita suspendido sobre el abismo y amparado del contacto destructor de ser un organismo inerme expuesto a la cruda naturaleza. Sin cultura y sin aprendizaje de la cultura el hombre sucumbe. Entonces todos nos ponemos de acuerdo en la necesidad de la cultura. Nos entregamos confiados a la red cultural. La parábola es clara: se es constructor de la cultura o se es presa. La tela de araña tiene una doble función: protectora y también predatoria. Y la araña en cada atardecer destruye su tela para volverla nuevamente a rehacer en las últimas horas de la noche, cerca de la nueva alborada. Así también el hombre destruye y construye su cultura en ciertas noches profundas, tensas de historia”.

Pienso que en Nicaragua es la cultura creativa y libre la que puede permitirnos romper el cerco predatorio en el que una práctica política, sin lucidez ni buenas intenciones, ha encerrado nuestras posibilidades históricas. Es en la poesía, la pintura, la música, la literatura, el pensamiento crítico, en donde existe un potencial que debe cultivarse con todos los sectores de nuestra sociedad, rompiendo los compartimientos estancos que nos configuran como una “sociedad disociada”, y fortaleciendo la capilaridad y vasos comunicantes por los que transiten los valores éticos y estéticos que pueden contribuir a forjar en la cultura la propia identidad.

Es por ello que eventos como los que ha vivido el país recientemente son una efectiva contribución al reencuentro de los nicaragüenses en un conjunto de valores comunes hasta hoy visibles en el arte y en la labor intelectual, pero que pueden llegar a ser puntos de referencia para todos, identificados en una cultura que une en medio de lo que separa.  

El autor es jurista, filósofo y escritor nicaragüense.

COMENTARIOS

  1. Horacio Rose
    Hace 11 años

    Profunda reflexión del Maestro Serrano, con un gran sentido del papel de la cultura en la sociedad. Y es la cultura la que abriga la máxima libertad de que dispone el humano: la idea. Como dijo Dostoyevski: no hay cadena que pueda aprisionar una idea¡.

  2. Santuario Universal de la Cultura
    Hace 11 años

    La realización del X Festival de Poesía, dedicado a nuestro Gran Rubén Darío, debe de ser majestuoso, impresionante, involucrar a nivel nacional y internacional a la comunidad Dariana, debería mandar hacer millares de estatuillas con la figura de Rubén Darío , tipo similar a la estatuillas del premio de los oscares. Un acontecimiento histórico de grandes repercusiones en el ámbito cultural nacional y internacional. Por el articulo señor lejandro Serrano Caldera, excelente siga escrib

  3. GUICAG
    Hace 11 años

    Excelente reflexión. La poesía es creación intelectual e instrumento cultural que sensibiliza, genera inquietudes y constituye nexo de unión, y aunque la cultura “une” (incluso a la fuerza como la orteguista, que impone “vivir bonito”, como si la dignidad fuera cuestión de estética), subyuga y humilla (como la colonización y la inquisición religiosa), libera del poder despótico y tiránico (como las revoluciones), pero el nuevo poder fija cepos de cazador furtivo a modo de telar

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