Jordani/AP
Bashar Al Assad, presidente de Siria, excluyó una vez más dejar el poder y fustigó el apoyo británico a los insurgentes que tomaron prácticamente el control de la academia policial de Alepo matando a 34 soldados, muestra de que el conflicto que estalló hace casi dos años no desfallece.
En una entrevista que publicó ayer The Sunday Times, Asad descartó ceder el poder pero dijo que está dispuesto a dialogar con los opositores si estos aceptan dejar las armas, en momentos en que la ONU dijo que podrá “facilitar un diálogo” entre el Gobierno y la oposición siria.
“Estamos dispuestos a negociar con todos, inclusive con los activistas que depongan las armas”, aseguró el mandatario. “Podemos dialogar con la oposición, pero no podemos entrar en diálogo con los terroristas”, añadió.
A fin de resolver el conflicto en Siria, los occidentales, varios países árabes, Turquía y la oposición siria piden la salida de Asad del poder.
“Ningún patriota puede pensar en vivir fuera del país. Soy como todos los patriotas sirios”, dijo Asad, excluyendo dejar el poder y partir hacia el exilio.
“Si este argumento fuera correcto, mi partida pondría fin a los combates. Esto es claramente absurdo, como lo demuestran los precedentes recientes en Libia, Yemen y Egipto”, señaló.
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