Arnulfo Agüero
Alejandro Canales (1945-1990) falleció hace 23 años, de él solo ha quedado su prestigio y el reconocimiento de ser “uno de los mejores dibujantes de Nicaragua del siglo XX”, sobre papel, carteles y murales.
Donde fue su taller en San Judas no hay ni una obra que admirar, solo quedan algunas postales, publicaciones de periódicos apolilladas y fotos maltratadas por el tiempo.
Su obra está dispersa en museos, colecciones, galerías. En libros de arte, en viejos catálogos donde dejó parte de sus huellas: sus trazos de color cacao, su indigenismo, sus figuras femeninas.
Rodrigo Peñalba, director de la Escuela de Bellas Artes, fue uno de los primeros que escribió sobre su obra: “Su dibujo es fino, su color sensitivo, sus formas poéticas. No se inquieta por el abstraccionismo, se inclina al neorrealismo. Le auguro un futuro brillante”.
El mismo Canales reconocía esta influencia inicial, pero su expresión buscó su propio camino. La sensualidad, simplicidad y delicadeza de trazo, los contrastes tonales; trató de mantener el color siena y ocre, propio del color cacao o piel de los indígenas; también experimentó con los colores fuertes y atrevidos.
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Estas impresiones las dejó escritas en un sencillo catálogo cuando Canales realizó en 1971 su primera exposición personal en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde expuso sus figuras de retratos, desnudos, bodegones, paisajes, indigenismo y temas sacros.
LA MUJER
Una década después acarreó fama y prestigio pintando el tema de la mujer —en papel, carteles y murales— trabajando, leyendo, vendiendo flores, frutas, con pájaros o lunas proyectadas como símbolos de la maternidad, la patria, la resistencia y sobrevivencia.
Una de esas piezas de arte público monumental celebrada por pintores e historiadores es Homenaje a la mujer , pintada en la pared lateral de una vivienda ubicada en el Parque Luis Alfonso Velásquez, caracterizadas por sus rostros indígenas, el color cacao de su piel y sus faenas cotidianas.
Lamentablemente “sus murales fueron borrados” en los años noventa por el gobierno de Arnoldo Alemán, dice la pintora Julie Aguirre, quien reconoce que este dibujante fue uno de los primeros en abordar el tema de la mujer trabajadora con pájaros y flores.
“Canales fue uno de los mejores dibujantes de la última generación de la Escuela de Bellas Artes”, dice Leonel Cerrato, admirador de sus trabajos planos en carteles y murales, que han copiado los artesanos de Masaya.
Su arte público mural trascendió fronteras. Imágenes alusivas a la lucha de la revolución quedaron impresas en las paredes del Centro de la Raza, Seattle, en el Eugene Council for Human Rights in Latin America, Eugene, Oregon.
Canales también ayudó a Francisco (Pancho) Letelier en la producción de otro mural en Eugene. En Nueva York, Alemania, y otros países también quedaron sus huellas, comenta David Kunzle, en su libro The murals of revolutionary Nicaragua (1979-1992).
Otro mural lo pintó en el edificio Zacarías Guerra, de Telcor, en Managua.
MIRIAM SU MODELO
Recién había egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes, unos meses antes del terremoto de 1972 conoció a Miriam Aguilar Osorio, su esposa con quien convivió 25 años y quien le sirvió de modelo en ocasiones.
“Él decía que se inspiraba en mí y que yo era su musa”, revela Miriam. Algunas de sus obras Miriam y los pájaros , 1978, aluden a la personalidad de esta mujer a quien Canales vio como el prototipo de la mujer mestiza nicaragüense.
Su afición por el dibujo venía desde sus estudios de primaria, Carlos Espino fue quien lo recomendó con el maestro Rodrigo Peñalba. Durante una etapa realizó obras abstractas, pero prefirió la figuración neorrealista. Uno de sus sueños era ser arquitecto, pero al no poder costear esta carrera desistió.
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