Querida Nicaragua: El mundo anda revuelto. Los hombres nos hemos encargado de echar a perder casi todo lo bueno que Dios nos da. La vida en toda su excelsa esplendidez, ese milagro inmenso con el que podemos proyectarnos para hacer del mundo un paraíso lo hemos convertido en un infierno donde abundan las maldades.
Sátrapas de ayer y de hoy han ensangrentado a la humanidad buscando poder y riqueza. Demonios en legiones han asaltado nuestro mundo haciéndolo cada vez menos vivible, menos amable, y confirmando que esto no es más que una peregrinación, un valle de lágrimas, un soplo de vida para luego transportarnos en la muerte, hacia la verdadera vida.
En estos días de Cuaresma recuerdo siempre y me emociona desde que era niño la sentencia del sacerdote el Miércoles de Ceniza, cuando nos pone ceniza en la frente: Polvo eres y al polvo volverás. Y antes era más hermosa la frase en latín: “ polvus est et in polvorum reverteris ”.
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Me vienen a la mente estas reflexiones cuando el mundo conoce a uno de sus ángeles en la tierra: el papa Benedicto XVI, quien ha renunciado al papado para dedicarse a una vida de oración en un convento, como un humilde sacerdote sirviendo a su iglesia desde donde puede hacerlo, ya que no se siente con fuerzas para seguir ejerciendo el ministerio petrino.
Poquísimos son los hombres capaces de renunciar a tan altísimo cargo. Políglota, teólogo, filósofo y santo el cardenal Ratzinger sin el carisma de su antecesor Juan Pablo II, al renunciar ha elevado su figura humana. Su renuncia lo eleva y lo coloca entre los hombres-ángeles de la historia.
Todos sabemos donde están los demonios. Aparecen todos los días haciendo trampas en los periódicos y televisiones, repitiendo mentiras, ofreciendo falsos paraísos, esclavizando islas, resucitando dictadores moribundos, aferrados a un poder terrenal del cual no van a poder llevarse nada cuando llegue la hora suprema.
Demonios preparando bombas para destruir a sus enemigos y acabar con el mundo en una guerra destructiva que podría estallar cuando menos lo esperemos.
Demonios en las finanzas, en los vicios, demonios en las drogas, demonios en las presidencias, en las magistraturas, en las universidades.
Demonios por todas partes.
Por esto es grandiosa la actitud del cardenal Josef Ratzinger, quien fuera obispo de Roma y santo papa Benedicto XVI. Porque en medio de tanto ser demoníaco surge la esperanza de un hombre que renuncia al trono de San Pedro, para vivir entregado al mundo de la contemplación como un nuevo Francisco de Asís. Ese tipo de hombres son los que hacen al mundo más llevadero, los que dan ejemplo de plena renunciación. Gentes como San Francisco de Asís, como el santo cura de Ars, como la Madre Teresa de Calcuta, como Juan Pablo II, como quien hasta hace unos días fue el papa Benedicto XVI.
Hay demonios, pero también hay ángeles y estos últimos son los que salvarán al mundo de tanto egoísmo y perversidad. También hay ángeles en la bajura del mundo, monjas que atienden leprosos, religiosas y religiosos dedicados a recoger niños huérfanos, gentes que luchan contra las injusticias del mundo. El mundo anda revuelto, pero no se ha perdido. El autor es director general de Radio Corporación.
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