Con el fallecimiento del caudillo venezolano, Hugo Rafael Chávez Frías, quien se convirtió en un líder latinoamericano a base de sus petrodólares en países con necesidades económicas y con falta de un padrino, se genera una gran incertidumbre.
La muerte de Chávez es motivo de inquietud no solo en Venezuela sino entre aliados, acostumbrados a un líder que defiende lo que ellos llaman revolución y el socialismo del siglo XXI frente al sistema capitalista.
Petrocaribe prevé una financiación de la factura petrolera de hasta 25 años, con dos años de gracia, y admite que el pago diferido se haga con servicios y alimentos.
Dicho lo anterior, las interrogantes también se abren sobre el futuro de Petrocaribe y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), que en opinión del politólogo colombiano Fernando Giraldo, expresada a la agencia Efe, dependerá “de los recursos que Venezuela les siga entregando”, de lo contrario, considera “que esos dos bloques no durarán más de 4 años”.
Cabe recordar que la Alba se constituyó definitivamente el 14 de diciembre de 2004 por un acuerdo suscrito en La Habana entre Venezuela y Cuba y en los años siguientes, en un momento en que la región daba un giro político a la izquierda, se sumaron Evo Morales, de Bolivia; Daniel Ortega, de Nicaragua y Rafael Correa, de Ecuador, como miembros más destacados. Sin embargo, también están aglutinadas Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda.
Todos los gobernantes de estos países se han lucrado de los recursos venezolanos que Chávez daba a más no poder para mantener la unidad de los mismos, frente a lo que ellos llaman el imperio y el capitalismo.
En el caso de Nicaragua, el presidente inconstitucional Daniel Ortega era el principal aliado político y económico de Chávez en Centroamérica. Los fondos de la cooperación venezolana con Nicaragua, que son administrados al margen de la Ley del Presupuesto Nacional, suman 2,599.4 millones de dólares desde que Ortega asumió el poder en enero de 2007, según cifras oficiales.
Los distintos proyectos sociales, económicos y políticos que impulsa Ortega, seguramente tendrán un replanteamiento de los fondos provenientes de Venezuela, pues una cosa era la relación del presidente inconstitucional de Nicaragua con Chávez y otra muy distinta será la que se avecina con un gobierno en el que al menos hay dos bandos: el del vicepresidente Nicolás Maduro y el del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
Y aunque pregonan unidad, lo cierto es que las fuerzas internas del chavismo ahora sin Chávez pujarán por sus propios intereses y eso pasará por medir fuerzas y revisar las generosas ayudas con sus aliados políticos en el mundo.
A lo anterior se suma la situación propia de los venezolanos que se plasma en la Constitución Política: la elección de un nuevo presidente.
Si los cambios en Venezuela llegan a ser de gran trascendencia en la política de ayuda a los países satélites, como Nicaragua, el régimen de aquí tendrá que ajustar sus mecanismos de financiación en sus proyectos y naturalmente, quienes han estado acostumbrados a las regalías de Ortega, quien a su vez era alimentado por Chávez, tendrán que empezar a asumir sus propias cuentas porque el presidente inconstitucional, sus familiares y allegados no permitirán que sus ganancias al amparo del Estado disminuyan.
Sin embargo, el punto no solo será la situación económica de quienes se han aprovechado de la ayuda venezolana, sino, en general, la situación del país dado que ese flujo de dinero que circula ha dado una muestra de bonanzas que en cierto tiempo podría empezar a tener otra realidad. Entonces, veremos hasta cuándo seguirán los subsidios, los bonos-regalos no presupuestados, el derroche de recursos en actividades partidarias, compra de conciencia a través de saciar necesidades de la gente de escasos recursos, etc.
Como todo en la vida, hay un inicio y un final. Y en este caso ha llegado el fin de la era Chávez lo cual genera incertidumbre para quienes dependen de Venezuela. No obstante, en el caso de Nicaragua, la familia presidencial y su séquito han acumulado suficiente dinero como para enfrentar una nueva realidad económica y política. De lo que deben estar claro los caudillos o dictadores es que el poder es transitorio y todo termina.
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