DAMASCO/MADRID/EFE
La ola de protestas nacida en Siria el 15 de marzo de 2011 al calor de la primavera árabe, como un pulso entre opositores y el régimen de Bachar al Asad, que alcanzaba su máxima expresión en las manifestaciones reprimidas de los viernes, se ha transformado en un conflicto bélico, con un final difícil de vislumbrar ante los fracasados intentos de mediación internacional.
332,000 refugiados son acogidos en el Líbano, que vive al límite de sus posibilidades con el aumento de la población. En Jordania son acogidos 324,000 sirios. Ambos países llevan el mayor peso de refugiados.
185,000 sirios viven en 17 campamentos en Turquía. Casi cuarenta mil esperan inscribirse y la cifra aumenta.
107,000 son refugiados en Irak, que viven en medio de su propia violencia.
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Una de las mayores preocupaciones es el más de millón de sirios, la mitad niños, que han escapado a países vecinos como el Líbano, Jordania, Turquía, Irak, Egipto, y otros países del norte de África, que han abierto las puertas, y que también sufren los efectos colaterales.
Del millón de refugiados, 400,000 lo son desde el 1 de enero, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur). Además, hay dos millones de desplazados internos y cerca de casi 10,000 personas que cruzan la frontera del país cada día.
La escalada de la violencia, el deterioro de los servicios básicos y el hundimiento de la economía han acelerado el éxodo desde enero. Acnur teme que el millón de refugiados se duplique o triplique a finales de 2013.
Su impacto causa graves problemas a los países de acogida, que, con escasos recursos, afrontan la emergencia humanitaria, cuyo coste anual para estas naciones es entre 500 y 600 millones de dólares.
“Tenemos que tratar este asunto de forma conjunta con la comunidad internacional para resolver la carga que representan los refugiados para nuestros países”, afirmó Naser Yude, ministro jordano de Exteriores, en Beirut el 1 de marzo.
Él y su homólogo libanés, Adnan Mansur, se quejaron de no haber recibido la ayuda árabe e internacional prometida en la Conferencia de Donantes en enero en Kuwait, donde la ONU se aseguró 1,500 millones de dólares, con aportaciones de los países del Golfo Pérsico.
Niños reclutados
A la crisis de refugiados se suma la del número creciente de niños reclutados que son utilizados como portadores, guardas, informantes, combatientes y escudos humanos por las dos partes del conflicto, según el informe Infancia bajo las balas, presentado el martes de la ONG Save the Children.
En el documento se explica que las terribles condiciones sanitarias hacen que los niños tengan que vivir en parques y cuevas, desnutridos y contrayendo enfermedades que no se tratan. El informe cita un estudio de la universidad Bahcesehir de Turquía en el que se revela que tres de cada cuatro niños sirios han perdido a un ser querido y uno de cada tres ha sufrido golpes o disparos.
La organización alerta que los menores de 18 años tienen una infancia marcada por la guerra y el trauma, y ni siquiera pueden ir a la escuela porque no hay maestros disponibles. Unos 2,000 colegios han sido dañados en ataques o son utilizados como refugio para desplazados.
Mientras los varones son llevados al frente —en algunos casos es considerado un orgullo por las familias, pero a menudo es forzado—, a las niñas se las fuerza a casarse para evitar la amenaza de una agresión sexual.
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