Federico Dueñas
La crema del poder, “los cinco de la mafia chavista”, en un patético mar de llantos y lamentos barrocos informó al mundo el pasado 5 de marzo que el controversial y carismático líder venezolano Hugo Chávez por fin había muerto. Pero no dijeron ni demostraron médicamente cuándo, dónde, cómo murió y/o dejó de tener conciencia o conocimiento. Qué raro que únicamente sus muy íntimos colaboradores, desde diciembre “decían” que recibían órdenes directas y personales de Chávez, llegando al colmo de falsificar su firma para nombramientos oficiales. El descaro del sigilo fue cuando el presidente del Perú, Ollanta Humala Tasso, viajó expresamente a Cuba para saludarle y ¡no le permitieron ni siquiera mirarlo! Aún no vemos una foto “auténtica” de Chávez muerto al momento, y conste que hasta miré el Canal 10 de la TV local. ¡Y… nada de nada! Solamente se veía en el funeral transitar a la ciudadanía en fila ante el catafalco con una mirilla. Pero nada de fotos, ni antes, ni en el funeral, ni después.
El féretro sellado, así como los enviaba el EPS a sus deudos en los ochenta (pero sin mirilla y a veces chagüites en lugar del difunto). ¿Qué esconden? ¿Cuál es el temor? ¿Esperan que el robo de tiempo al venezolano votante les dé oportunidad para que el ungido delfín Nicolás Maduro madure y sea o parezca un candidato presidencial aceptable? ¿Esperaron anunciar la muerte de Chávez hasta ponerse de acuerdo? Cuando Chávez estaba vivo había el “yo mando”, ahora Maduro deberá consultar para mandar. Coincidencias de la vida, también el 5 de marzo pero de 1953 el Soviet Supremo informó sobre la muerte de José Stalin, pero tampoco dijeron cuándo murió este terrible magnicida. A este todos lo querían ver muerto pronto y con certeza, en cambio con Chávez políticamente les era más conveniente mantenerlo “vivo” el mayor tiempo posible. Indudablemente Chávez fue todo un carismático personaje dentro y fuera de su patria.
Un cuestionado líder socialista a su campechana y burda manera, quien cantaba mal las rancheras, pero simpático y amado por miles de seguidores humildes (superó un golpe de Estado, ganó tres elecciones y detentó unilateralmente el poder por casi quince años), a quienes necesitaba favorecer con faraónicos programas gubernamentales para elevar los niveles de vida tales como, vivienda, educación, electrificación, agua potable, servicios médicos e infraestructura social de importancia… cuando lleguen a funcionar, después de que salgan los casi cuarenta mil cubanos que les mandaron los hermanitos Castro como tenue compensación por el petróleo magnánimamente regalado.
El costo de estas acciones, los cientos de injustas confiscaciones adicional, los miles de millones de petrodólares que Chávez despilfarró, prestó y/u obsequió a países comprados como los del incipiente Alba y otros más, tienen ahora a una Venezuela polarizada con una de las miserias más extremas de América. No hay producción interna, se importa el noventa por ciento del consumo nacional, la inflación se aproxima al cuarenta por ciento y Caracas es la ciudad más violenta del mundo.
Tienen que afinar pronto y muy bien el aparato burocrático electoral chavista para triunfar en las próximas elecciones, pues se les puede caer su “petroteatrito”. Venezuela al igual que Nicaragua se merece un mejor futuro en democracia, libertad, y una digna y auténtica “vida bonita”. El autor es empresario.