TATYANA LUNA
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¿Alguna vez has escuchado hablar del síndrome del nido lleno? Pues si no sabes qué significa, te daremos una pista: has visto en las casas de tus amigos o familiares que no solo vive la familia nuclear sino que también las primas, los tíos, la nuera y los hijos de todos estos.
Esta situación es muy común en los países latinoamericanos, y definitivamente en nuestro país es más que usual. Muchos alegan que es por la pobreza, otros porque son bien “frescos” que no quieren salir de las “naguas” de los padres y unos cuantos porque quieren ahorrarse ese dinerito para otros proyectos.
Pero la realidad es que este tipo de acciones solo crean problemas en el hogar y es desgastante para todos los miembros de la familia.
MILES DE EXCUSAS
Claro, es cierto que la situación económica del país no permite que los jóvenes que ya contrajeron matrimonio o no, abandonen su casa porque entre criar hijos, mantener una casa y alimentarse efectivamente reduce en gran manera los ingresos de cualquiera; y peor aún si te toca pagar la renta de la casa.
Pero esta situación casi siempre es ocasionada por las madres, dado que por el amor que le tienen a sus vástagos les permiten vivir en su casa, pero a simple vista puede ser un acto noble pero en realidad es una forma de seguir controlando la vida de los hijos y al mismo tiempo impedir que estos se alejen de la protección de la madre.
¿DE QUÉ SE TRATA?
El psicólogo César Briones Mendieta expresa que este tipo de situaciones se dan mucho porque los jóvenes, ya sean solteros o casados, no quieren independizarse. Evitan a toda costa formar un verdadero hogar por seguir llenándose de lujos.
Por ejemplo, en vez de ahorrar para la prima de una casa prefieren comprar el último modelo de celular.
Pero no solo se trata del tema económico. Casi siempre los padres deben cargar con la educación y el cuido de los nietos. Una doble responsabilidad que además afecta la salud y hasta la estabilidad del matrimonio de los padres del hijo acomodado.
Aunque, el especialista remarca que este tipo de situaciones se originan por las mismas conductas machistas, que se siguen a través del mandato “no crezcas”, donde muchas veces las madres educan al hijo de tal forma que este no se aparte de su casa aunque ya tenga su familia.
Y es en esa situación donde el hijo adquiere conductas infantiles y una sobreprotección que le impide desarrollar su proyectos de autonomía.
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