EFE VIDA
La fama cuesta y Thalía lo sabe después de una trayectoria artística de más de tres décadas, que arrancó cuando solo era una niña. Por eso, ahora que ella es madre, se cuida mucho de desear un futuro igual para sus dos hijos, fruto de su matrimonio con el magnate de la música Tommy Mottola.
“Ojalá fuesen biólogos, psicólogos o astronautas…”, expresó la artista. Afirma que si ellos decidiesen seguir sus pasos a una edad tan temprana como ella hizo en las filas de Timbiriche, les apoyaría, pero asegura que preferiría preservar su infancia. “No porque yo perdiera un cacho grande de la mía, porque para mí era un juego, estaba pegada a mi madre todo el tiempo, sino porque sé lo que conlleva esta carrera, que no es fácil”, comenta.
El precio a pagar —continúa— “son desveladas, no comer, no ver a tu familia. Igual viajas mucho y conoces a mucha gente, pero cuando te encierras en el hotel, ya no hay nadie, ni aplausos, ni gente ni te amos ni nada”, concluye. “Muchas de las circunstancias de mi vida han sido extrañas, como de cuento de hadas, pero al mismo tiempo nada es gratis, hay que trabajar en la vida y esforzarse”, asegura.
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