Mientras la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ) de Managua entregó ayer a la Policía de Juigalpa los 12 detenidos del municipio de Santo Domingo, en el departamento de Chontales, procesados por protestar contra la actividad de la transnacional B2Gold, en León los comerciantes se tomaron nuevamente un espacio de la plaza central ubicada frente a la Catedral de esa ciudad, así como las aceras.
Aunque la DAJ y la Alcaldía de León son dos instancias distintas y con casos diferentes, lo cierto es que ambas obedecen las políticas de un gobierno centralista que no respeta la Ley y menos el valor que tiene la palabra, sobre todo en estos tiempos.
Los mineros que regresaron a su pueblo no solo han resultado afectados por el conflicto, sino que van sus casas bajo amenazas de volver a la cárcel si se involucran nuevamente en protestas o hablan a los medios de comunicación sobre lo que han vivido desde hace varias semanas.
Cómo andarán de mal las cosas que según el alcalde del municipio de Santo Domingo, Nelson Álvarez, dijo que al lugar se presentó el militante sandinista Wilder Miranda, quien ayer desde primeras horas de la mañana llegó a la delegación policial en busca de “protagonismo” con la libertad de los mineros, pero él ha estado al lado de la minera.
Sin embargo, en el municipio de León las cosas son totalmente diferentes. Los comerciantes hacen lo que quieren en la plaza ubicada frente a la Catedral y en las aceras; el alcalde Róger Gurdián Vigil no hace nada por preservar el lugar, a como se comprometieron el Gobierno central y el gobierno local cuando el templo fue declarado Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).
Los comerciantes ya habían sido reubicados, pero “por sus pistolas” regresaron frente a la Catedral. Entonces, ¿para qué está el alcalde, el jefe policial? ¿Por qué la Policía no impone su autoridad así como lo hace con los mineros de Santo Domingo? Es decir, a la gente de Chontales se les mide con una vara y a los de León con otra.
El obispo de la Diócesis de León y Chinandega, César Bosco Vivas Robelo, se mostró inconforme por este relajo frente a la Catedral e hizo un llamado a las autoridades a que pongan el orden.
“En esto tenemos que ser serios y nos comprometimos ante la Unesco, hablo en plural porque el compromiso no solo fue de la Iglesia, sino del Gobierno central quien incluso gestionó la nominación de la Catedral” como Patrimonio de la Humanidad, y la reubicación de los comerciantes era uno de los requisitos para lograr este objetivo, dijo el obispo.
El obispo, además, expresó su temor de que el entorno de la Catedral se convierta en un mercado persa, porque el número de vendedores aumenta a un ritmo alarmante. Ante la postura del obispo, los comerciantes alegaron que ellos tienen necesidad y que fueron puestos por las autoridades municipales, por lo que no se moverán de ese lugar.
En Nicaragua cada día crece y se fomenta el desorden e irrespeto a la Ley. Varios sectores sociales alentados por la cúpula gobernante cometen tropelías contra los demás y saben que nada les pasará porque están claros que el ejemplo lo da quienes gobiernan.
Es inaceptable, condenable y reprochable tanto la actitud de los comerciantes como la de las autoridades de León que parece no importarles preservar algo tan valioso como es la Catedral de León, también conocida como Basílica Catedral de la Asunción de León, y cuyo nombre oficial es Insigne y Real Basílica Catedral de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. Es una Catedral de construcción barroca colonial.
Esos malos hijos de la ciudad de León no valoran que la Catedral tiene valor histórico por ser, desde 1531, la sede episcopal de la primera Diócesis de la Iglesia católica en Nicaragua, por lo que es una de las diócesis más antiguas de América.
El hecho que los comerciantes aleguen que tienen necesidad de vender sus productos para obtener ingresos no los faculta para que afecten algo tan valioso como lo que se ha logrado. Los comerciantes dicen que fueron puestos frente a la Catedral y sus aceras por las autoridades municipales, por lo que no se moverán de ese lugar. Entonces, quienes deben cumplir con su palabra son los que están al frente el gobierno local y el Gobierno central. Respeten los compromisos por una vez en sus vidas.
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