Gerald Hernández
Todos los juegos sin hit ni carrera tienen un alto grado de dificultad, no importa el rival, siempre es una hazaña difícil de conseguir, la cual no es propiedad de los grandes lanzadores, como lo pueden atestiguar Julio Moya y Adolfo Álvarez, quienes no lo pudieron conseguir en su carrera.
No obstante, en medio de la larga colección de “no hits no runs” en los campeonatos nacionales de beisbol se puede notar una diferencia, no para denigrar a unos sino para resaltar más a quienes lo merecen.
Un buen parámetro para medir el calibre de esta hazaña es el rival y resulta que de los 61 “no hitters”, solamente 17 son frente a equipos que terminaron la temporada con más juegos ganados que perdidos.
Más llamativo todavía es que de los últimos 25 juegos sin hit ni carreras, apenas tres son contra equipos de porcentaje ganador: Reynaldo Centeno contra el Granada de 1993, José David Rugama frente a la Costa del 2010 y Harold Martínez ante los Toros de Chontales del 2011.
Centeno tiene además otra distinción, compartida con el zurdo Róger López, de los Dantos en 1984. Son los únicos con “no hitters” frente a equipos que ganarían el campeonato ese mismo año. Granada se coronó en 1993 y León, la víctima de López, lo hizo en 1984.
A diferencia de Rugama y Martínez, que lo hicieron con el bate de madera en acción, más la presencia de tres menores en los lineups, Centeno sorteó a los Tiburones cuando el bate de aluminio estaba en su apogeo. En la alineación granadina estaban bateadores como Aníbal Vega, Bismarck Guadamuz, Domingo Álvarez, Bayardo Dávila, Antonio Zárate y Ernesto López, quien disparó 29 jonrones en la campaña, pero que ese día se tragó dos ponches en tres turnos.
DOS VECES EPIFANIO
Epifanio Pérez silenció por completo al Bóer en temporadas consecutivas en 1989 y 1990. La tribu de esos años tuvo un formidable balance de ganados y perdidos, pero aún con Nemesio Porras y Orlando Ocampo en el centro del ataque, desfilaron mansamente dos veces ante el imponente tirador leonés.
Otro “no hitter” de alto quilate debe ser el de Roberto Reyes contra Chinandega en 1988, al salir ileso de los enfrentamientos contra Próspero González, Genaro Llanes, Pablo Juárez, Róger Peralta y Damián Rivera. Los occidentales llegaron a semifinales ese año.
Quizá el tirador más desconocido con una trabajo de esa fineza ha sido Hernán Romero, quien con el Rivas en 1977 venció 2-0 al Chinandega, que finalizó la liga en el primer lugar con balance de 42 ganados y 18 perdidos.
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