LONDRES/AFP/EFE
“Hemos perdido a un gran dirigente, un gran primer ministro y una gran británica. Margaret Thatcher no solo lideró nuestro país, sino que salvó a nuestro país”, proclamó ayer el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, tras la muerte de la ex primera ministra de este país entre 1979 y 1990.
La reina Isabel II de Inglaterra se declaró por su parte “triste”, según el palacio de Buckingham, que como la mayoría de los edificios oficiales británicos hacía ondear su bandera a media asta.
Thatcher no dudó en despachar el mayor destacamento naval desde la Segunda Guerra Mundial para recuperar lo que el presidente de EE. UU., Ronald Reagan, llamó “ese pequeño trozo de tierra helado allá abajo”.
Para Victor Bulmer-Thomas, exdirector del instituto de Relaciones Internacionales Chatham House, el desembarco argentino fue “una bendición” para la conservadora Margaret Thatcher, quien “había entrado en un periodo de profunda impopularidad en 1981 como resultado de las políticas económicas del gobierno” y el conflicto “transformó su situación política”.
“Sabíamos lo que teníamos que hacer, fuimos y lo hicimos. Gran Bretaña es grande otra vez”, proclamó el 15 de junio de 1982, Thatcher, que vistió de negro durante todo el conflicto.
[/doap_box]
Su muerte no mereció palabras del Gobierno argentino, contra quien ordenó la guerra por las Malvinas, en 1982. No obstante, el líder de los veteranos del Centro de Excombatientes de las Islas Malvinas (Cecim) expresó que Thatcher “murió impune, sin ser juzgada” por crímenes como el hundimiento del crucero Belgrano, cuando murieron 323 marineros en aquella guerra.
El mandatario de Chile, Sebastián Piñera, indicó que “fue una mujer valiente que enfrentó los problemas y que tuvo siempre una actitud de solucionar los problemas. Creo que es una gran pérdida para Inglaterra y para el mundo entero”.
Además, los familiares y seguidores del general Augusto Pinochet, el dictador que gobernó de 1973 a 1990 y tuvo una buena relación con Thatcher, recordaron a la primera ministra. Estaba “agradecida” con Chile, indicó Augusto Pinochet Hiriart, hijo mayor del dictador, sobre el apoyo logístico prestado por su Gobierno al Reino Unido en la guerra de las Malvinas.
Thatcher, quien llevaba una década apartada de la vida pública por diversos problemas de salud, permaneció en el cargo durante 11 años, un récord de supervivencia política en su país desde comienzos del siglo XX. Veintitrés años después de su salida de Downing Street, la implacable defensora del conservadurismo político y del ultraliberalismo económico sigue siendo una figura ineludible en la política británica, aunque su legado divide profundamente a los británicos.
Movida por una desconfianza casi visceral hacia Europa, fue amiga de los presidentes de Estados Unidos, Ronald Reagan, considerado por muchos como su hermano ideológico, y soviético, Mijaíl Gorbachov, y desempeñó un papel importante en la última etapa de la Guerra Fría.
Gorbachov fue uno de los primeros en elogiar ayer a una “gran política” y una “persona brillante”, que “quedará en la historia”.
El presidente Barack Obama expresó que Estados Unidos perdió a una “verdadera amiga”, que “como partidaria sin complejos de nuestra alianza transatlántica, sabía que con fuerza y determinación podíamos ganar la Guerra Fría y extender la promesa de libertad”.
SUS LOGROS
Con su política ultraliberal, esta adicta al trabajo provocó un fuerte aumento del desempleo —se llegaron a superar los tres millones de parados— y enfrentó graves conflictos sociales, como la larga huelga de mineros que reprimió severamente en 1984.
“¡Qué alivio que ya no esté”, declaró el Sindicato Nacional de Mineros en una dura reacción a su muerte, precisando sin embargo que aunque ella se haya ido “el daño causado por su política totalmente defectuosa tristemente todavía perdura”.
Ver en la versión impresa las páginas: 8 A