Son interesantes las distintas opiniones que se hacen alrededor de esta controversial Ley que entró en vigencia el año pasado. Los recursos por inconstitucionalidad en contra de la misma legalmente tienen su asidero, al colocar al hombre en un estatus de desigualdad ante la Ley y por aplicar un Derecho Penal de Autor y no un Derecho Penal de Acto, como doctrinariamente es lo correcto, entre otros.
La Ley busca educar al hombre y eliminar el machismo con penas más severas. El castigar dentro del espíritu del Derecho Penal es correcto, porque el mismo tiene como características principales ser un derecho castigador, pero el castigo siempre debe ser proporcional.
Ahora bien, buscar una equidad de género, considero no se logrará con la aplicación de una ley por más severa que sea. Una equidad de género, justa y pertinente, ha de lograrse con educación integral, la cual inicie desde la familia, educación que el mismo Estado tiene la inmensa responsabilidad de financiar, fomentar y modernizar.
El rol, el cual siempre se ha impuesto a la mujer, ha cambiado en nuestra sociedad. La mujer hoy por hoy se prepara académicamente para no ser la “ama de casa”. Hoy en día la familia patriarcal choca con la familia matriarcal.
Todas estas manifestaciones efectivamente forman parte de lo que denominamos machismo o superioridad del hombre sobre la mujer. El machismo, como cultura, es en mi opinión imposible de erradicar totalmente. La violencia sea contra la mujer, contra los niños, los adolescentes, contra los hombres, la violencia de cualquier tipo, no necesariamente es producto de desigualdades de género y/o sociales, es producto de la falta de educación integral.
El derecho a la vida, a la igualdad, a la no discriminación, entre otros, son derechos ya plasmados en nuestra Constitución Política. La Ley 779 simplemente establece nuevos tipos penales y castigos más draconianos. Es cierto que la Ley tiene como objetivo erradicar y sancionar, de forma especial (como política criminal del Estado), la violencia que muchas mujeres sufren en nuestro país, lo cual es una realidad social, pero es un arma de doble filo porque se escuchan comentarios de muchos hombres como “si me va a echar preso por gritarle, pues mejor la mato”.
Claro está que aseveraciones como estas son inadmisibles e inauditas. Demuestran el arraigado machismo causado por la falta de educación y de valores sociales, cristianos y familiares que muchos hombres tienen hoy en día, pero aún así no es con una ley severa que esta cultura se va a erradicar. Verbigracia, en EE. UU. se castigan ciertos delitos graves con pena de muerte, y dicha pena capital no ha detenido referida criminalidad.
Una política criminal de Estado debe de ir de la mano primeramente con los recursos necesarios para su aplicación, también con una política de prevención del delito, y por último como una política de concienciación de las instituciones públicas.
Disminuir la violencia de cualquier naturaleza solo se logrará con información, educación, y apertura. También debe existir una conversión de un sistema displicente a un sistema consciente del problema social, donde se capacite y sensibilice a todos los operadores de justicia a brindar un mejor trato a las personas que acuden como usuarios para hacer valer sus derechos reconocidos en las leyes y la Constitución”. El autor es abogado.
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