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LA PRENSA/ A. ZÚNIGA.

La dama y la escritora

Todos la recuerdan con la obra de teatro Palo de mamón que presentó en el Teatro Nacional Rubén Darío. ¿Concibió Con mis pies descalzos durante los seis años que han pasado después de la obra?

ELBA CRISTINA PARRALES

Todos la recuerdan con la obra de teatro Palo de mamón que presentó en el Teatro Nacional Rubén Darío. ¿Concibió Con mis pies descalzos durante los seis años que han pasado después de la obra?

Nunca imaginé la acogida que tendría esa obra de teatro que fue meramente autobiográfica. Tuvo mucho éxito y me costó seis años poder publicar algo porque no me sentía capacitada para superar el éxito y la excelente producción que tuvo. No obstante, para mi primer poemario hice una selección de los poemas que he venido escribiendo desde hace unos 30 años. Aunque también hay poemas que los escribí recientemente. Lo que pasa es que nunca dejo de escribir, ni de soñar, ni de imaginar.

¿Sus poemas son una autobiografía?

Es parte de biografía, pero no de mi vida entera como en el Palo de mamón . Sí es una biografía de los sentimientos, añoranzas y recuerdos. Casi todos los poemas tienen fecha y lugar que se escribieron en varios países y en varios años. Son situaciones cotidianas que viví con mucha pasión y que se reflejan en los poemas.

¿De dónde le surge la imaginación?

Surge simplemente de la necesidad que tengo de escribir, pero también de las situaciones que estoy viviendo. Por ejemplo, cuando estuve en el exilio, sentí la necesidad de volcar mi nostalgia en un papel con una pluma. De repente se vienen muchas ideas, imágenes, olores, recuerdos. Empiezo a escribir para ver qué sale. A veces cosas buenas y otras, poemas malos.

¿Es muy exigente con sus poemas? ¿Cómo es un poema malo?

Sí soy exigente. Lo que pasa es que hay ciertos poemas que nacen concebidos. Hay otros que los concebís, los plasmás y que tienen que crecer. Los poemas malos son los que trataba que trascendieran a algo más y en ese momento no lo logré. Hay poemas que sí te salen, se acomodan y te quedan para toda la vida. Son los poemas que fluyen naturalmente, esos son los mejores. Los poemas malos son los que ya no existen. Antes los borraba todos, pero desde hace un tiempo dejé de hacerlo. Antes de publicar el libro, entré a todos mis archivos y me encontré con poemas que en su momento pensaba que eran malos, pero viéndolo desde otra perspectiva me di cuenta que eran muy buenos. Hay unos que estaban inconclusos y los terminé.

Con algunos de sus poemas, muchas personas que viven el exilio se sienten identificadas.

Ciertamente. De hecho recibí una invitación para presentar mi libro en Estados Unidos. Creo que ese sería mi siguiente paso. Yo me fui al exilio en 1979 con mis hijos y dos maletas. Pasé un año llorando hasta que me cansé. Decidí estudiar y me di cuenta que la literatura era mi escape, mi mundo donde nadie entraba. Me sumergía en mis libros, en escribir. Empecé a ver que me gustaba crear personajes y escribí poesía. También empecé mis memorias. Escribí cosas trágicas como la muerte de mi madre y otros hechos que me han marcado.

¿Nunca perdió el entusiasmo de escribir su libro?

Nunca lo perdí. Considero que uno tiene que escribir con emoción, con entusiasmo. Yo escribo para mí. Si se tiene la pasión de escribir hay que hacerlo. La inseguridad es normal pero para mí un elemento importante es soñar. Pero también considero que hay que hacer un esfuerzo y saber reconocerlo, para eso hay que estar alerta y ayudarse a uno mismo. En mi caso, nunca dejo de escribir, ni de leer ni de soñar. Hay miles de señales que tenés que saber entender y reconocer a las personas que te van a empujar para así aprovechar las oportunidades.


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