Adolfo Acevedo Vogl
Economista
El futuro de los regímenes solidarios de seguridad social no es independiente del estilo o patrón de desarrollo económico del país.
Paul Samuelson demostró hace ya varias décadas que un sistema solidario no carece de una tasa de retorno económico real. Más aún, demostró que esta tasa de retorno, dado el coeficiente de cotización, es igual a la tasa de crecimiento del empleo más la tasa de crecimiento de los salarios reales, la cual a medio y largo plazo es un reflejo del ritmo de crecimiento de la productividad.
La implicación es que en un sistema solidario, en el que el pago de las pensiones de la generación en edad de retiro depende, de manera fundamental, de los aportes de la generación activa, el crecimiento del empleo y de los salarios reales (es decir, de la productividad), resultan ser los elementos cruciales para el buen funcionamiento del mismo.
Para ilustrar esta hipótesis, nos limitaremos a efectuar un conjunto de simulaciones bastante simplificadas que, sin embargo, aspiran a ilustrar algunas interrelaciones básicas entre la dinámica de la economía, y su estructura, y las condiciones de viabilidad del Programa IVM del INSS.
Para comenzar, asumamos que la economía se ve impulsada a generar un proceso dinámico de cambio estructural, como resultado del cual se van instalando nuevos sectores y actividades de mayor productividad y densidad de conocimientos, y que se produce una constante reasignación intersectorial de la fuerza de trabajo, hacia estos nuevos sectores.
Supongamos además que, como resultado, la cobertura del sistema se amplía desde un 21 por ciento de la fuerza de trabajo en la actualidad hasta un 52 por ciento en 2070, y que esta ampliación se produce fundamentalmente por cuenta de trabajadores de estos sectores de productividad creciente.
Supongamos finalmente que la relación entre cotizantes activos y pensionados se reduce de 6.1 cotizantes por pensionado en 2010 a 1.7 en 2070, a pesar del mencionado aumento de la cobertura, debido al acelerado del proceso de envejecimiento de la población.
Si como consecuencia del proceso de cambio estructural la productividad crece a una tasa promedio anual del 4.5 por ciento en este período, y los salarios reales se incrementan en la misma proporción, asumiendo una tasa de inflación promedio del 5 por ciento anual, los salarios medios medidos en dólares pasarían de un promedio de 287.9 dólares en 2010 a 3,571.1 en el 2070 (se multiplicaría por 12.4 veces).
Si finalmente asumimos que la pensión promedio real se incrementa a una tasa promedio anual de 3.4 por ciento, y medida en dólares pasa de 140.9 en 2010 a 1,055.3 dólares en 2070 (multiplicándose por un factor de 7.5), entonces la tasa de cotización que equilibraría el sistema pasaría de 8 por ciento (sobre un salario medio de 287.9 dólares) a 17.8 por ciento (sobre un salario de 3,571.1 dólares).
El supuesto fundamental de este ejercicio, cabe recalcar, se refiere al hecho de que la economía, como resultado del proceso de cambio estructural, estaría generando empleos de cada vez mayor productividad, de manera que la productividad media del trabajo se incrementaría a una tasa del 4.5 por ciento como media anual.
Si por el contrario dicho proceso de cambio estructural no ocurre, y la productividad media del trabajo aumentase a una tasa de apenas un 2.5 por ciento promedio anual, lo mismo que los salarios reales, permaneciendo lo demás constante, los salarios medios pasarían de 287.9 dólares en 2010 a 1,136.3 dólares en 2070 (se multiplicaría solo por 3.9 veces).
Por su parte, la pensión promedio de 140.9 dólares en 2010 a 336 dólares en 2070 (se multiplicaría solo por 2.4 veces). Las tasas de cotización que equilibran el sistema a lo largo del tiempo serían la mismas, solo que a niveles mucho más bajos de salarios y pensiones.
Obsérvese otro hecho fundamental: estamos asumiendo que, en términos reales, las pensiones aumentan a un ritmo inferior al salario promedio. Tanto el salario medio de los cotizantes como la pensión promedio aumentarían por encima del ritmo de aumento de los precios, solo que las pensiones aumentarían un par de puntos menos que los salarios.
Esto es lo contrario de lo que ha venido ocurriendo, y que está llevando rápidamente al INSS al borde de la insolvencia: al estar las pensiones indexadas de facto a la evolución del salario mínimo, el cual ha crecido más rápido que el salario medio, las erogaciones por pago de pensiones están creciendo mucho más rápido que los ingresos por cotización.
Esto implica que, además de los agudos desafíos demográficos, y los referidos a la necesidad de promover un proceso dinámico y acelerado de cambio de la estructura de la economía, para la viabilidad a corto y largo plazo del Programa IVM resulta fundamental desvincular la evolución de la pensión promedio de la evolución del salario mínimo.
Esto implica diferenciar dos cosas. El sistema de Seguro Social, como su nombre lo indica, es un sistema de distribución colectiva del riesgo, que incorpora criterios redistributivos y de solidaridad intergeneracional. Por su parte, la obligación de proveer una pensión mínima, como medida para evitar la pobreza de quienes no cuentan con un ingreso mínimo básico para evitar la pobreza en la vejez, corresponde al Presupuesto del Estado.