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Vergüenza

Era noche de luna nueva cuando Esther fue interceptada por tres hombres a una cuadra de su casa. Se la llevaron a un callejón y la violaron repetidas veces antes de acuchillarla en el estómago. Un par de horas más tarde, se levantó y caminó hasta su hogar.

Alberto Sánchez Argüello

Era noche de luna nueva cuando Esther fue interceptada por tres hombres a una cuadra de su casa. Se la llevaron a un callejón y la violaron repetidas veces antes de acuchillarla en el estómago. Un par de horas más tarde, se levantó y caminó hasta su hogar. Entró en silencio y se cambió de ropa antes de cocinar y servir la comida. El marido notó de inmediato algo extraño: de su estómago brotaba sangre a borbotones. Se la llevaron al hospital, pero toda sutura era repelida por el manantial carmesí.

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Alberto Sánchez Argüello. N ació en Managua, en 1976. Ha publicado La casa del agua, en el 2003, libro con el que ganó el primer concurso de cuento versión juvenil de la Fundación Libros para Niños. Ha publicado virtualmente cuentos y minicuentos, Antologías Los sueños del Rey, rojo tomo I, II, Panópticos, Chico Largo y Charco Verde, Micromundos, De antifábulas y ficciones.

Las minihistorias de Sánchez Argüello están ambientadas en hechos cotidianos, se auxilia en su mayoría de las redes sociales, como Twitter y Facebook, para darle ese toque de inmediatez a sus relatos.

“Todo comenzó con un Blackberry, era mi máquina, en largos viajes me acompañó, fue así como empecé escribiendo estas historias”, dice, Alberto, quien ha encontrado en las nuevas comunicaciones una forma de expresión inmediata, ágil y breve. Al igual que en su bitácora: http://ofrendando.blogspot.com/

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El cuarto se fue inundando y poco a poco todo el hospital. Llegaron los bomberos y defensa civil y se extendió orden de evacuación al barrio. Pronto, los canales locales mostraron los lagos de sangre que entraban a las casas y centros comerciales. Meses después, helicópteros intentaban rescatar sobrevivientes en todo el país y el presidente cerraba un trato migratorio con los países vecinos. Los últimos testigos que vieron a Esther dijeron que estaba en el techo del hospital, pidiendo disculpas, muerta de vergüenza.

Cultura Alberto Sánchez Poesía archivo

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COMENTARIOS

  1. kathia
    Hace 11 años

    Gracias por abordar de forma tan literaria las desgracias que enfrentamos las mujeres. Las traduzco como gritos para un cambio.

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