Alberto Sánchez Argüello
Era noche de luna nueva cuando Esther fue interceptada por tres hombres a una cuadra de su casa. Se la llevaron a un callejón y la violaron repetidas veces antes de acuchillarla en el estómago. Un par de horas más tarde, se levantó y caminó hasta su hogar. Entró en silencio y se cambió de ropa antes de cocinar y servir la comida. El marido notó de inmediato algo extraño: de su estómago brotaba sangre a borbotones. Se la llevaron al hospital, pero toda sutura era repelida por el manantial carmesí.
Las minihistorias de Sánchez Argüello están ambientadas en hechos cotidianos, se auxilia en su mayoría de las redes sociales, como Twitter y Facebook, para darle ese toque de inmediatez a sus relatos.
“Todo comenzó con un Blackberry, era mi máquina, en largos viajes me acompañó, fue así como empecé escribiendo estas historias”, dice, Alberto, quien ha encontrado en las nuevas comunicaciones una forma de expresión inmediata, ágil y breve. Al igual que en su bitácora: http://ofrendando.blogspot.com/
[/doap_box]
El cuarto se fue inundando y poco a poco todo el hospital. Llegaron los bomberos y defensa civil y se extendió orden de evacuación al barrio. Pronto, los canales locales mostraron los lagos de sangre que entraban a las casas y centros comerciales. Meses después, helicópteros intentaban rescatar sobrevivientes en todo el país y el presidente cerraba un trato migratorio con los países vecinos. Los últimos testigos que vieron a Esther dijeron que estaba en el techo del hospital, pidiendo disculpas, muerta de vergüenza.
Ver en la versión impresa las páginas: 6 B