Verónica Hernández
Desgarraste mi vieja vestidura
grande, raída, mustia y anticuada
limpiaste de mi piel las telarañas del abandono
y me ungiste con tu aceite y tu mirada.
Me cubriste con un nuevo vestido
bordado de besos y caricias de colores
hecho a mi medida, pulgada
a pulgadaceñido a mi cuerpo y a mi alma.
Me perfumaste con los olores de tu piel y de tu aliento.
Dibujaste una nueva sonrisa en mi rostro
algarabía en mis manos y florecitas en mi pelo
y un par de alas para que vuelen mis sueños
Enero 2 de 2007
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