El voraz apetito del orteguismo por el poder político y económico ha demostrado no tener límites. Y para satisfacerlo, la pareja presidencial que manda en este país y sus colaboradores no se detienen ante nada.
Desde el primer día de gobierno, hace ya 2,324 días, el orteguismo decidió embolsarse el jugoso beneficio que estaba supuesto a traer al país el acuerdo entre Nicaragua y Venezuela para recibir el petróleo en términos de pago concesionales.
En lugar de ser un acuerdo de Estado a Estado, como lo establece la letra del documento firmado el mismo 10 de enero de 2007, el orteguismo se inventó la hoy omnipresente Albanisa y puso al frente de esta empresa a uno de los hombres de mayor confianza de la familia para manejar esas ganancias y multiplicarlas formando unas diez subsidiarias, todas haciendo negocios al amparo del control mafioso que tiene el orteguismo del Estado.
No hay que olvidar que Albanisa tiene hoy el monopolio de la importación del petróleo y sus derivados en Nicaragua.
Ejemplos abundan, los tanques que la empresa Esso tenía en Corinto para almacenar petróleo o derivados pasaron a ser parte de Albanisa después que la Dirección General de Aduanas se sacara de la manga una supuesta deuda de la empresa con el Estado. Deuda que nunca existió. Las plantas generadoras donadas por Taiwán al Estado de Nicaragua pasaron a formar parte de Alba Generación. Los buses donados por el Gobierno de Rusia para las cooperativas de buses de Managua el orteguismo se los vendió a los buseros embolsándose el ciento por ciento de la venta. La red de gasolineras de la Distribuidora Nicaragüense de Petróleo pasaron de ser propiedad del Estado, y estár en arriendo por la transnacional Glencore, a estar en manos de dos connotados personajes cercanos al orteguismo, y ahora son manejadas directamente por la familia. No es de asustarse que en Nicaragua, a pesar del acuerdo que hay con Venezuela, paguemos entonces el combustible más caro de la región a excepción de Costa Rica.
Y ni los medios han escapado a esa voracidad. La familia es propietaria de tres canales de televisión e infinidad de radios. Con qué fondos la familia compró todos estos medios, es un misterio. Pero además de comprarlos, los nuevos dueños llegaron con tal capital que empezaron a comprar las mejores películas a las empresas extranjeras y a botar las tarifas publicitarias para sacar del juego a la escasa y débil competencia.
El último caso, el de la compra de la distribuidora de energía por la enigmática TSK, que ha colocado en puestos claves a exempleados de Albanisa y que ahora gozará, por ley, de beneficios a los que el orteguismo se opuso cuando estaba en la oposición y que le bloqueó a los antiguos propietarios de la empresa distribuidora cuando ya el régimen estaba establecido.
No son pocos los que sospechan que detrás de esa empresa que hoy maneja la distribución de energía en Nicaragua hay intereses de Albanisa. De ser cierto, el orteguismo tendría el control total de la energía y el combustible en el país.
Pero la voracidad no es solo económica, sino también política. El colmo es el caso del pequeño municipio de Rancho Grande, donde se robaron la Alcaldía, pero no pudieron dividir a los concejales liberales (PLI y PLC) que son mayoría en el Concejo Municipal. Pues aunque el orteguismo tiene 134 de 153 alcaldías, muchas de ellas ganadas con métodos fraudulentos —luego de tres fraudes al hilo— esto no le basta y quiere Rancho Grande también.
Y como dije, eso es solo el colmo, pues el control es total sobre la Corte, la Asamblea Nacional, el despretigiadísimo Consejo Supremo Electoral, la Fiscalía, la Policía, la Contraloría y cuanta entidad estatal exista.
Pero no se contentan con el control político y económico. Continúan cada vez con mayor descaro atropellando los derechos individuales de nicaragüenses y extranjeros en Nicaragua: el caso del fotógrafo chileno Héctor Retamal expulsado sin razón del país; el de Zoilamérica Ortega que no la dejan trabajar; el del presidente de la Cámara de Comercio de Estelí, que fue detenido sin orden judicial; el de los delegados venezolanos de la Unión Demócrata Internacional que no los dejaron entrar. Son solo algunos atropellos que menciono porque han ocurrido recientemente, no porque sean los únicos.
Y mientras tanto, los nicaragüenses seguimos retrocediendo en un ejemplo de “bullying” contra todo un pueblo.
Si existe alguien que piense que no estamos frente a una dictadura fascista, estoy seguro que piensa así no por falta de entendederas sino porque está sacando su tajada de esta insólita situación.
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