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La cenicienta del AdA

Con el comienzo del mes de agosto ha entrado en vigencia el Acuerdo de Asociación (AdA) de la Unión Europea (UE) con Centroamérica. Este Acuerdo europeo es con todos los países de América Central, pero por ahora solo rige para Nicaragua, Honduras y Panamá, mientras que Costa Rica, Guatemala y El Salvador tienen que esperar la solución de algunos problemas técnicos pendientes, para poder acogerse a sus beneficios y obligaciones.

Los Acuerdos de Asociación de la Unión Europea con otros países son la versión de Europa, de los tratados de libre comercio, con la diferencia de que —al menos en el papel— incluyen también un componente fundamental de principios democráticos y obligaciones políticas.

La entrada en vigencia del AdA para Nicaragua ha producido reacciones positivas entre líderes de la empresa privada nicaragüense y ha sido ponderada por representantes oficiales de la Unión Europea. La expectativa es que la participación en el Acuerdo de Asociación con Europa sea beneficiosa para Nicaragua, particularmente en el ámbito comercial. Mediante el AdA los productores y exportadores nicaragüenses podrán tener acceso a un extenso mercado formado por 27 países, con una población de más de 500 millones de habitantes que tienen un alto poder adquisitivo. Sin embargo, para aprovechar esa gran oportunidad hay que vencer los retos de competitividad y funcionar igual o mejor que con el Tratado de Libre Comercio de Centroamérica y República Dominicana con Estados Unidos, el DR-Cafta, del cual Nicaragua ha sido el más beneficiado. Y lo mismo podría ocurrir con el AdA europeo, a pesar de que las exigencias comerciales de Europa parecen ser más complejas que las de América Central y Estados Unidos de Norteamérica.

En lo que claramente Nicaragua no puede ser un país competitivo, al menos por ahora, es en el componente político del AdA, el cual se refiere al fortalecimiento del diálogo entre Europa y Centroamérica y sobre todo a la promoción y difusión de los principios y valores democráticos, respeto a los derechos humanos y vigencia de las libertades individuales y del Estado de Derecho.

Es tan importante, al menos teóricamente, este componente político del AdA, que ha sido incluido en el mismo comienzo del Acuerdo, en su artículo primero, el cual establece el compromiso de respetar los principios democráticos y los derechos humanos fundamentales, la independencia judicial, la transparencia gubernamental, el control de las instituciones, la aplicación de medidas efectivas contra la corrupción y otros requisitos que no existen actualmente en el sistema político de Nicaragua.

No fue por casualidad que el gobierno de Daniel Ortega reclamó, durante la negociación del Acuerdo de Asociación con Europa, una cláusula sobre el supuesto derecho soberano de aplicar los principios de la democracia, la libertad y los derechos humanos según las características de cada país. Todos los regímenes autoritarios se escudan en ese supuesto derecho de soberanía, para negar el valor universal de las libertades individuales y los derechos humanos. De manera que tampoco es casual que se haya puesto en vigor solo el componente comercial del Acuerdo, dejando la parte de principios y valores democráticos como a una cenicienta, con presencia pero sin vigencia.

Editorial Opinión AdA cenicienta solución archivo
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