Me escribe don David Salvador Muñiz desde San José de California, Estados Unidos, donde reside, y me sugiere escribir sobre Palamedes, uno de los héroes griegos de la guerra de Troya.
“Hay un personaje muy conocido por su nombre dentro del círculo de los ajedrecistas y es Palamedes —escribe don Adolfo en su carta— a quien nosotros (es decir, los ajedrecistas) le atribuimos, entre otras tantas historias, la invención del juego del ajedrez durante el sitio de Troya. Hasta ahí llegan nuestros conocimientos y quizás quiera usted ampliarnos el conocimiento sobre la leyenda mitológica de este interesante personaje”.
La historia de Palamedes es excitante. Su padre, Nauplio, era hijo del dios Poseidón y fue rey fundador de la ciudad puerto de Nauplia, la cual existe hasta ahora. Cuando se estaba organizando la flota griega que iría a la guerra contra Troya —a la cual todos los reyes y príncipes griegos estaban obligados a ir con sus ejércitos, por un pacto solemne que habían hecho—, Palamedes acompañó Menelao, rey de Esparta, a buscar a Odiseo y convencerlo de que él también, como todos los demás, debía cumplir su deber.
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Es que Odiseo, rey de Ítaca, no quería ir a la guerra, pero no por cobardía sino porque no soportaba separarse de su mujer, Penélope, ni de su pequeño hijo, Telémaco. De manera que Odiseo se disfrazó de labriego y se hizo pasar por loco, pero Palamedes lo desenmascaró con el ingenioso truco de poner al pequeño Telémaco ante el arado del falso agricultor. De modo que a Odiseo no le quedó más remedio que sumarse a la expedición guerrera contra Troya, pero no perdonó a Palamedes que por él fuese descubierto. Odiseo juró que por los dioses que se vengaría de Palamedes en cuanto pudiera.
Durante la prolongada guerra de Troya había lapsos de quietud a veces prolongados. Entonces Palamedes inventó algunos juegos como el ajedrez y el tablero, para entretenerse él mismo y que los combatientes pasaran el tiempo cuando no estuvieran en combate. Y además, según la leyenda Palamedes también inventó el sistema de pesas y medidas, la moneda, los números y las primeras letras del primitivo alfabeto griego.
De repente, en el curso del sitio de Troya ocurrió otro hecho que hizo aumentar el odio de Odiseo hacia Palamedes. Agamenón, el rey de Argos y Micenas quien era el comandante en jefe de los ejércitos griegos, le encomendó a Odiseo la tarea de ir a la fértil y rica tierra de Tracia, a buscar provisiones para los extenuados y hambrientos guerreros griegos. Pero Odiseo volvió con las manos vacías y Palamedes lo acusó, en el consejo de comandantes, de ser un inepto y un cobarde que había temido enfrentarse a los tracios. Y para demostrar que era cierto su acusación contra Odiseo, Palamedes fue a Tracia con un grupo de sus hombres y regresó cargado de provisiones y caballos.
Odiseo urdió entonces una siniestra trama contra su odiado enemigo. Enterró en el suelo de la tienda de Palamedes una considerable cantidad de joyas y lo acusó ante Agamenón de que estaba en entendimiento con Príamo, el rey de Troya, a quien le pasaba información sobre las estrategias griegas.
Agamenón ordenó excavar el suelo en la tienda de Palamedes y las joyas de pago por la supuesta traición fueron encontradas. Palamedes fue juzgado por los jefes de los ejércitos griegos y condenado a morir lapidado, o sea a pedradas, como se acostumbraba en aquellos tiempos matar los traidores.
Nauplio, el padre de Palamedes, cuando supo de la ignominiosa muerte de su hijo urdió una terrible venganza contra todos los que de una u otra manera intervinieron en ella. Pero esto, lógicamente, es tema para otra historia.
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