SANTIAGO/AP
Una médica socialista, como Salvador Allende, está a punto de recuperar la presidencia para la izquierda chilena en momentos en que una nueva generación de jóvenes se toman las calles y chocan con la policía para exigir que se vuelvan realidad las demandas sociales que Allende impulsó. “El único retrato que los acompaña es Salvador Allende”, expresó la senadora Isabel Allende, hija del presidente derrocado el 11 de septiembre, 1973. “A los 40 años, hoy en día, más que nunca es mencionado por los jóvenes que están en las calles demandando educación pública, gratuita y de calidad”.
El malestar de los jóvenes está en la mala calidad y el alto costo de la educación, un sistema de salud deficiente y la creciente brecha entre ricos y pobres. “Las demandas que se han levantado con fuerza en la última década provienen de un movimiento social y político que ha tenido que recomponerse de un fuerte golpe y brutal desintegración no solo por lo sufrido durante la dictadura militar, sino que principalmente por la herencia cultural, política y económica que esta nos dejó”, manifestó Camila Vallejo, exlíder del movimiento estudiantil y ahora candidata a diputada por el Partido Comunista.
En 1981 la dictadura cercenó la educación estatal, que tenía al 78 por ciento de los estudiantes, y la traspasó a las municipalidades, e inició un espiral de desigualdad sin freno. Cuando Augusto Pinochet salió del poder en 1990, el 57.8 por ciento de los jóvenes estudiaba en las municipalidades. En 2012, solo el 38 por ciento de los estudiantes lo hacía, producto del rápido descenso en la calidad que contribuyó a la creación de un sistema mixto pagado por los municipios y los padres.
[/doap_box]
“La educación contra la cual estamos luchando comienza justamente con el gobierno de Pinochet, aunque luego se profundiza con los gobiernos de la concertación (de centroizquierda) y de la derecha”, señaló el presidente de los estudiantes de la Universidad de Chile, Andrés Fielbaum.
Allende fue el primer líder socialista elegido presidente en Latinoamérica. Asumió en 1970 tras ganar con el 36 por ciento de los votos, en un mandato refrendado por un Congreso hostil. Embarcó al país en lo que él llamó “la vía chilena al socialismo”, nacionalizó la industria del cobre, dominada por empresas estadounidenses, hizo una reforma agraria y mejoró la salud y educación públicas. Su gobierno hizo de Chile un complejo escenario en la Guerra Fría.
El presidente Richard Nixon aprobó una campaña encubierta para agravar el caos económico del país y ayudó a provocar el golpe militar, inicialmente apoyado por muchos chilenos hartos de una inflación del 500 por ciento, la crónica escasez de alimentos y las tomas de fábricas por parte de obreros. Pero destruyó lo que los chilenos llamaban la democracia más antigua de América del Sur: Pinochet cerró el Congreso, prohibió los partidos políticos y usó a las fuerzas de seguridad para desaparecer y matar a miles de disidentes.
A Pinochet se le reconoce décadas de estabilidad institucional y rápido crecimiento económico. Pero creó desempleo sin derecho a protestar porque las manifestaciones eran prohibidas y los sindicatos se atomizaron. Privatizó el sistema de pensiones, la prestación del servicio de agua, la tierra volvió a sus propietarios y los salarios de los trabajadores fueron disminuidos.
EL FUTURO DE CHILE
Los “demócratas que llegaron no cambiaron el sistema económico (de Pinochet) sino que lo alteraron un poco mientras que intentaban acabar con un sistema de seguridad nacional donde los generales todavía le podían decir al presidente lo que no les gustaba y entonces no se hacía”, indicó el politólogo de la Universidad de Nueva York, Patricio Navia.
El exministro de Economía y Hacienda de Pinochet, Rolf Luders, cree que la dictadura otorgó a los chilenos un nivel de bienestar general y de libertad económica “que nuestros compatriotas de 1973 jamás se imaginaron que pudiéramos llegar a tener”.
“El deseo hoy entre los chilenos tiene que ver con un deseo profundo de más democracia y más igualdad y donde el crecimiento que ha tenido el país en el último tiempo no alcanza a adormecer esa conciencia de vivir en una sociedad más igualitaria porque la nuestra es horriblemente dispar. La desigualdad en chile es brutal”, expresó Patricio Fernández, editor del periódico semanal más leído en Chile, The Clinic, llamado así tras el lugar en Londres donde Pinochet fue detenido en 1998.
El gobierno que asumirá en 2014, deberá trabajar bajo la presión de la sociedad civil, que no dejará atrás las movilizaciones que pusieron en jaque e hicieron derrumbar la popularidad del gobierno del derechista Sebastián Piñera.
Michelle Bachelet se enfrentará a la ultraderechista Evelyn Matthei, ambas hijas de generales de la Fuerza Aérea. Bachelet es la favorita en las encuestas. Su programa de gobierno incluye una reforma tributaria que busca recaudar 8,200 millones de dólares y financiar la reforma de la educación. Pero primero debe ganar las elecciones y obtener una mayoría en el Congreso que le permita reformar la rígida Constitución que Pinochet legó. Para hacerlo se requiere que los parlamentarios de izquierda doblen en votación a los de derecha en la mayoría de distritos electorales del país; algo inédito en Chile.
Ver en la versión impresa las páginas: 9 A