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Rigoberto López Pérez (dcha.) junto al excapitán GN, Adolfo Alfaro, quien lo entrenó en El Salvador para matar al presidente Anastasio Somoza García. LA PRENSA/ CORTESÍA/ ARCHIVO DE CHUNO BLANDÓN

“Aquel 21 de Septiembre de 1956”

El excapitán de la Guardia Nacional, Adolfo Alfaro, tenía casi dos años de estar en el exilio en El Salvador, cuando en enero de 1956, en su casa, se presentó el exteniente Guillermo Marenco para presentarle al hombre que se iba a sacrificar para acabar con la tiranía del entonces presidente de Nicaragua, Anastasio Somoza García.

Eduardo Cruz

El excapitán de la Guardia Nacional, Adolfo Alfaro, tenía casi dos años de estar en el exilio en El Salvador, cuando en enero de 1956, en su casa, se presentó el exteniente Guillermo Marenco para presentarle al hombre que se iba a sacrificar para acabar con la tiranía del entonces presidente de Nicaragua, Anastasio Somoza García.

“Capitán, aquí está Rigoberto López Pérez, quien dice que está capacitado para matar a Somoza”, le dijo Marenco.

Alfaro, según relató en una entrevista con LA PRENSA en 1979, observó detenidamente a López Pérez y empezó a conversar con él durante muchas horas, ya que deseaba asegurarse de qué tan decidido estaba el muchacho.

“Llegamos hasta en horas de la madrugada en ese primer encuentro y detecté la notable firmeza de carácter y la irreductible decisión de cumplir sus palabras hasta las últimas consecuencias”, dijo el excapitán, quien en ese momento estaba convertido en uno de los mayores opositores a Somoza, a pesar de estar casado con una familiar del fundador de la dinastía, Laura Reyes Somoza, y de haber sido un candidato a jefe de la Guardia Nacional.

Somoza García era el principal autor intelectual del asesinato del general Augusto C. Sandino y estaba en el poder desde 1937. Un año antes, 1936, era el jefe de la Guardia Nacional y sobrino del presidente Juan Bautista Sacasa, dos elementos que le impedían postularse como candidato presidencial. Para eliminar ambos obstáculos, obligó a renunciar a Sacasa y renunció a la dirección de la Guardia. Después logró la complicidad de la Asamblea para retrasar dos meses las elecciones, ser candidato y finalmente resultó ganador.

Desde ese tiempo Somoza gobernaba a Nicaragua como si fuese su propia hacienda, bajo la protección del Gobierno de los Estados Unidos. El historiador Jesús “Chuno” Blandón explica en su libro Entre Sandino y Fonseca , que la oposición nicaragüense había hecho de todo para bajarlo del poder: elecciones, intentos de revolución, “cuartelazos”, pero Somoza seguía aferrado al poder.

[doap_box title=”Un amante de la poesía” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Pascual Rigoberto López Pérez era un amante de la poesía, a la par que tocaba algunos instrumentos musicales como el violín.

Cuando mató a Anastasio Somoza García tenía 27 años de edad, ya que nació el 13 de mayo de 1929. Estudió la Primaria en la Escuela Superior dirigida por Octavio Quintana, quien a sus 60 años fue encarcelado por los Somoza acusado de “haber ilustrado a Rigoberto en la primaria”.

El expresidente del Tribunal de Apelaciones de Managua, Alfonso Dávila Barboza, recuerda a López Pérez como un joven “simpático, humilde, con inquietudes poéticas”, y a quien nunca lo escuchó hablar de política.

En una ocasión López Pérez le dijo: “Dávila, me voy de Nicaragua, aquí no hago nada, me voy a Costa Rica, yo tengo amigos allá”, y nunca más lo volvió a ver, hasta que escuchó la noticia de que el poeta López Pérez le había disparado a Somoza.

López Pérez trabajó en los diarios nicaragüenses Diario Excélsior, El Centroamericano y El Cronista. En El Salvador trabajó en Diario Latino.

En ese vecino país también jugó beisbol, en el equipo Revida, según contó su hermano Salvador Meléndez, ya fallecido, a LA PRENSA.

En el hospicio San Juan de Dios aprendió el oficio de sastre y en la escuela de comercio Silviano Matamoros se formó como taquimecanógrafo.

[/doap_box][doap_box title=”La casa de Rigoberto” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Rigoberto López Pérez fue declarado héroe nacional de Nicaragua en 1981, y su casa, en el barrio El Calvario de León, aún está en pie.

Su familia, especialmente sobrinos, cada 21 de septiembre le realizan un homenaje exponiendo algunas de sus pertenencias.

Eduardo Romero, uno de sus sobrinos, explica que en este año 2013 están exhibiendo recortes de periódicos sobre la noticia de su muerte así como algunas notas periodísticas en las que le rinden homenaje.

También hay fotografías de López Pérez, un saco que usaba, pantalones, camisas y una maleta que había dejado lista el día que disparó contra Somoza.

“Incluimos una revista Bohemia (de Cuba), que Rigoberto leía, y un periódico de Chile, con fecha 16 de octubre 1956, con la versión oficial de la cámara de diputados, en la que se pedía duelo por Somoza, pero también reacciones de diputados de que no se podía hacer homenaje a tiranos y Rigoberto representa a futuras generaciones de Latinoamérica”, explicó Romero.

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Rigoberto López Pérez acabó con la vida de Somoza cuando el 21 de septiembre de 1956, en la Casa del Obrero de León, le disparó cuatro veces con un revólver calibre 38. López Pérez cayó en ese mismo instante con el cuerpo perforado a balazos. Aunque Somoza García murió hasta el 29 de septiembre, en un hospital de Panamá, López Pérez había evitado que Somoza se postulara para un nuevo período presidencial.

No sabía de armas

En las palabras de Rigoberto López Pérez, el capitán Alfaro no encontró señales de odio, sino solamente de amor hacia Nicaragua, de acuerdo con su relato a LA PRENSA en 1979. “Era un idealista puro. Le repugnaba… le asqueaba todo lo que estaba ocurriendo y eso le daba fuerza a su espíritu de sacrificio por su pueblo”, dijo Alfaro sobre López Pérez.

Alfaro le dejó claro a López Pérez que no saldría con vida de su intento por eliminar a Somoza y luego le mostró varias armas que tenía en su casa, pero López Pérez no sabía nada de disparos.

López Pérez aprendió de Alfaro a manejar armas cortas y que debía disparar a Somoza del pecho para abajo porque utilizaba chalecos contra balas.

“Le hice ver que los ángulos de tiro efectivo eran viables por los costados y la parte baja”, explicó Alfaro, quien recordó que él tenía una pistola automática que fue la primera que usó López Pérez.

A inicios de septiembre de 1956, Rigoberto López Pérez estaba listo para cumplir su misión. Los exiliados en El Salvador lo fueron a despedir al aeropuerto de San Salvador. Alfaro recordó lo que le dijo en esa ocasión: “Rigo, si por cualquier circunstancia, no lo va a ejecutar, si pierde el ánimo o se pone nervioso, mejor se regresa a El Salvador”.

López Pérez le respondió: “Voy a hacer todo lo posible actuar…, no voy a regresar”.

“No regresó”

López Pérez llegó a Nicaragua con una sola cosa en su mente: matar a Somoza.

Se desconoce qué fue lo primero que hizo al llegar al país, pero Julio Cedeño Montenegro asegura que, poco antes de matar a Somoza, durante una semana, López Pérez estuvo en Managua en un hotel que le pagó su papá, Julio Cedeño García.

Cedeño Montenegro y su padre, quienes eran comerciantes de granos y exportaban a Guatemala y El Salvador, conocían al capitán Adolfo Alfaro y también a Edwin Castro.

Cuando los Cedeño se enteraron que el patriarca de la familia estaba hospedando a López Pérez y que este estaba preparado para matar a Somoza, le suplicaron que no se metiera en ese hecho.

Finalmente, Julio Cedeño García entregó a López Pérez en manos de Edwin Castro y no se inmiscuyó más en el caso.

Julio Cedeño Montenegro, de 80 años de edad, asegura hoy que, aunque él y su padre estuvieron presos, su familia no fue aniquilada “gracias a Dios y a Edwin Castro que no abrió la boca para delatarlos”.

Días antes del 21 de septiembre de 1956, López Pérez llegó a la casa de su mamá, en el barrio El Calvario de León. En su familia nadie sospechaba que andaba metido en política, pues ni siquiera amigos llevaba al hogar, según relató a LA PRENSA su hermano Salvador Meléndez, en 1979.

En la noche del 20 de septiembre se acostó a dormir y se levantó hasta avanzada la mañana del 21. En su dormitorio habían unas revistas y escritos con caricaturas ridiculizando a Somoza García —recordó Meléndez—, quien ya no tuvo tiempo de preguntarle sobre eso, sino que por su madre se dio cuenta que su hermano salió bien vestido de la casa en la tarde, con un pantalón azul y una guayabera blanca.

Por la noche, Meléndez se dirigió a la Casa del Obrero, donde Somoza estaba siendo homenajeado como el candidato para las elecciones presidenciales de 1957, pero no logró entrar y por un amigo se dio cuenta que su hermano estaba dentro del local, por lo cual decidió regresarse a la casa.

Agustín Torres Lazo, en su libro La saga de los Somoza , relata que durante el homenaje López Pérez primero estuvo sentado en una silla dentro de la Casa del Obrero y, mientras hacía anotaciones en un cuaderno, aparentaba ser un periodista que daba cobertura a la actividad. De vez en cuando —escribió Torres Lazo— López Pérez se llevaba la mano debajo de la camisa guayabera y acariciaba el revólver.

López Pérez llegó una hora antes que Somoza al local, y vio cuando este último entró tomando del brazo a su esposa Salvadora Debayle, quienes saludaban con sonrisas a los presentes.

Después de bailar con la novia de la Casa del Obrero, la joven Azucena Poveda, Somoza se sienta a descansar, pero López Pérez se le iba acercando lentamente. Mientras Somoza estaba distraído leyendo un periódico, López Pérez sacó el revólver 38 y le disparó.

Esperanza Sansón, una de las presentes en el lugar de los hechos, relató así el suceso: “Se oyeron unos triquitraques. Todavía el general sacudió el periódico, después dijo: ‘Ay Dios mío’ y se fue para atrás. Vi a un hombre que venía caminando, pantalón azul y camisa blanca”, relató Sansón en el juicio por la muerte de Somoza.

Somoza, herido, fue llevado primero al hospital San Vicente de León y en la madrugada fue trasladado a Managua, de donde luego partió en un avión hacia el hospital Gorgas en Panamá, en la zona del Canal, controlado en ese momento por Estados Unidos, donde murió en la madrugada del 29 de septiembre de 1956.

El cadáver de Rigoberto López Pérez quedó tirado en el piso de la Casa del Obrero, como se dice en buen nicaragüense “pasconeado”. El cadáver fue llevado a la estación de Policía, pero nunca se supo dónde fue sepultado.

En El Salvador, los exiliados nicaragüenses salieron a las calles para celebrar el hecho con marimbas, recordó el capitán Adolfo Alfaro, quien se enteró de la noticia por la radio y se acordó que López Pérez le había dicho que no iba a regresar. En ese momento también recordó cuando el exteniente Guillermo Marenco llegó a su casa en El Salvador para presentarle a Rigoberto López Pérez.

Sección Domingo Adolfo Alfaro Anastasio Somoza archivo

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COMENTARIOS

  1. Solo digo
    Hace 11 años

    Es facil escribir y juzgar. Pero tener los pantalones de RLP, son pocos. Al final cada uno entregará sus propias cuentas.

  2. Rigoberto
    Hace 11 años

    Parece de que la historia se repite con diferentes fechas y personajes pero esta ! Clavada! Viva Rigorberto Lopez Perez! Esperemos de que ya se acabe la historia de estar repitiendose y avanzemos!

  3. Refleccion
    Hace 11 años

    Ya leyeron ustedes lo que le paso a la familia de Rigoberto López Pérez? Léanla , pobre familia, si Rigoberto hubiera estado en sus cabales, jamás hubiera cometido semejante hecho. Hay que estar loco para exponer al peligro a la familia.

  4. Don
    Hace 11 años

    Don Rigoberto, les guste o no!! es un “killer”, un matador, un asesino. Es cierto mato, al descuido a un hombre ambicioso, marullero, ladron, truquero, trancero, traidor, tambien asesino..pero despues de todo era pooliiiiiticoooo! Y eso no lo hace a don Rigo heroe ante mis ojos, ni inocente. Sigue siendo un asesino, que cometio un homicidio a traicion.

  5. Eudecindori
    Hace 11 años

    La glorificación de una labor de asesino comtra otro después todo. Uno por otro.

  6. frank RC
    Hace 11 años

    No se si asesinar es heroico? Dios es el juez supremo QEPD Rigoberto y Somoza Garcia.

  7. Hace 11 años

    Y la historia de la dictadura se repite!!!!

  8. el tulipan Blanco
    Hace 11 años

    el viejo Edwin castro no les puso el dedo a los cedeños, pero si denunció a otros inocentes que creo que los metieron presos, o les dieron la ley fuga (al estilo sandinista de los 80’s) segun relatos historicos

  9. azul
    Hace 11 años

    Pero claro que es un héroe nacional se necesita valor para arrancar de la tirania a todo un país.

  10. Hace 11 años

    dicen que RLP padecia de una depression profundas, y escuchaba voces, pobre hombre, lo que hizo por esa terrible enfermedad, asesinar al presidente electo tacho Somoza (QEPD)

  11. A. Ramirez
    Hace 11 años

    Habra algun valiente que elimine al dictador de turno?

  12. Asolfo canales
    Hace 11 años

    Por mucho maquillaje que adolfo Alfaro el asesino intelectual de Somoza Garcia, quiera ponerle al asesino Rigoberto Lopez, el hecho no deja de ser un magnicidio, un asesinato con todos agravantes, alevosia premeditacion. Un asesino no mata por amor , mata por odio y Lopez Perez odiaba sin razon personal a Somoza Garcia. se de buena tinta por un familiar, que a Lopez Perez lo mantuvieron dopado muchos dias antes del asesinato hasta que viajo de El Salvador a Chinandega y Leon.

  13. Anastasio ortega
    Hace 11 años

    como pueden llamar heroe a un asesino? Entonces Ortega es un heroe por haber matado a un humilde cuidador de la empresa Lechera? o Tomas Borge por haber matado a Jorge Salazar?

  14. marcel
    Hace 11 años

    Me consta que Rigoberto Lopez era un desquiciado mental, y esta enfermedad fue aprovechada por estos criminals para lavalrle el cerebro o ensuciarselo y adoctrinarlo para que cometiera el magnicidio,Por que Alfaro , que tanto odiaba a Somoza, no tuvo los tanates para ir a asesinarlo ?

  15. Nacionalista
    Hace 11 años

    si es un héroe porque se necesita tener bien puesto los pantalones y lo que las gallinas ponen para tomar una decision tan gigantesca de inmolarse por liberar a un pueblo de una tiranía que se burla del pueblo con parapetos de elecciones amanadas,control absoluto de todas las instituciones,enriquecimiento ilícito de sus familiares y amigos con la plata del pueblo,avasallamiento de los ciudadanos que se atreven a protestar en reclamo de sus derechos-todo ello repitiendose ahora-se necesita otr

  16. Joax
    Hace 11 años

    Por supuesto, el que empuña un arma para quitarle la vida a otro ser humano, se convierte en asesino, pero no cualquiera habria tenido las P…tas para paracticamente “sacrificar” su vida a cambio de la libertad de muchos, este hecho post-puso la revolucion, lastimosamente mala hierba no se elimina facilmente, menos con el amparo de los gringos, fenomeno del siglo XX, EEUU poniendo dictaduras en L.A

  17. Nacionalista
    Hace 11 años

    Que ejemplar es una forma muy clara de enseñarnos como acabar con las aspiraciones de perpetuarse en el poder de los políticos con vocación de entronizarse y que no te dejan otra alternativa porque todas las instituciones del estado están conformadas según sus propósitos y aspiraciones y así operan según su voluntad, si protestas en las calles te apabullan con sus grupos de choque y sus policías serviles , si vas a elecciones antes de hacerlo ya sabes los resultados,si denuncias ni habl

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