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En el centro se rehabilitan personas que han tenido problemas de alcohol y drogas. El proyecto subsiste por la colaboración de familiares de los internos y de la comunidad de Miraflor. LA PRENSA/W.ARAGÓN

Devuelven esperanzas

Las abundantes canas cubriendo su ralo cabello y las enormes ojeras debajo de sus hundidos ojos, además de su rostro curtido y su piel envejecida, delatan las secuelas dejadas por años de consumo de licor en que estuvo sumergido Julio Martínez Blandón, de 53 años, quien fue conocido en la década de los ochenta como un experimentado conductor de pesadas maquinarias de la construcción en la ciudad de Estelí, donde tiene malos recuerdos de su vida alcohólica.

William Aragón Rodríguez y Roberto Mora

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86,000 córdobas se necesitan mensualmente para el funcionamiento del albergue. Unos 60 jóvenes y adultos han salido de este centro en cuatro años. Tiene la capacidad para rehabilitar a 36 personas.

[/doap_box][doap_box title=”Con mucha disciplina” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Napoleón Rodríguez explicó que en el centro hay un horario de actividades diarias que inician con mucha disciplina, a las 5:00 a.m. hacen caminatas, ejercicios, entre otras actividades.

Los internos trabajan en el campo ayudando a familias en la siembra de granos básicos, reparando cercas, en el corte de café, limpieza de las parcelas o cuidando ganado. También ayudan a reparar viviendas, caminos de penetración, a limpiar y reparar la escuelita y el centro de salud de la comunidad, entre otras tareas que son retribuidas por los comunitarios que les dan alimentos.

Rodríguez comentó que se requiere de más ayuda para poder atender a unas 400 personas, pero se necesita de mejor infraestructura y alimentos.

[/doap_box][doap_box title=”Una modesta vivienda” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

A 28 kilómetros al noroeste de la ciudad de Estelí, se ubica el Centro de Rehabilitación “Ministerio de Restauración Nueva Vida en Cristo”, el cual fue fundado hace cuatro años por el empresario esteliano Napoleón Rodríguez Rodríguez, en una pequeña finquita de la comarca de Puertas Azules, Miraflor, en el municipio de Estelí.

El centro es una modesta y pequeña vivienda construida de paredes de madera y concreto, con techo de zinc viejo, piso de tierra y anexos de madera. Cuenta con un dormitorio donde hay literas para unas 36 personas, una cocina, un pequeño salón utilizado para el estudio bíblico, charlas audio visuales, asistencia psicológica y atención médica. Hay un panel solar. Además se abastecen de agua de un pozo.

Es un centro de régimen abierto, donde las reglas y la disciplina establecidas dejan claro que nadie está forzado a permanecer en el lugar a no ser que tenga la voluntad, el deseo y el esfuerzo por cambiar su vida y salir de las drogas y el alcohol.

El Ministerio de Restauración se sostiene del aporte voluntario que dan familiares de los internos.

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Las abundantes canas cubriendo su ralo cabello y las enormes ojeras debajo de sus hundidos ojos, además de su rostro curtido y su piel envejecida, delatan las secuelas dejadas por años de consumo de licor en que estuvo sumergido Julio Martínez Blandón, de 53 años, quien fue conocido en la década de los ochenta como un experimentado conductor de pesadas maquinarias de la construcción en la ciudad de Estelí, donde tiene malos recuerdos de su vida alcohólica.

Con la mirada perdida, como si estuviera recordando aquellos amargos recuerdos de su vida de tomador consuetudinario, don Julio relató que en sus borracheras le dio mala vida a su mujer y destruyó su humilde hogar. “Terminé durmiendo en las calles, sucio, hediondo, mendigando el trago y hurgando en los basureros el alimento”.

Ahora lleva más de cuatro meses recluido en un centro de rehabilitación en la fresca comarca de Puertas Azules, Miraflor, ubicada a unos 28 kilómetros al noreste de la ciudad de Estelí, donde convive con once personas que luchan con mucha voluntad y esfuerzo para dejar atrás ese negro pasado del consumo de licor y drogas.

Dauren Evans Garth, de 50 años, originario de Puerto Cabezas, es fundador hace cuatro años del centro de rehabilitación Ministerio de Restauración Nueva Vida en Cristo, hasta donde llegó para salir del alcoholismo.

Ahora que considera que superó “el mal del alcoholismo” decidió conformar un nuevo hogar en Puertas Azules, Miraflor, donde vive con su compañera de vida desde hace varios años. “Este es un centro cristiano de restauración de la vida de quienes nos sumergimos en el vicio del alcoholismo y la drogadicción, pero que anhelamos ser hombres de bien”, apuntó.

“Yo le agradezco primeramente al Señor (Dios), a don Napoleón Rodríguez, director del centro de rehabilitación y a todas las personas de la comunidad que nos han apoyado porque creen que todo ser humano merece una oportunidad y nosotros no los defraudamos”, dijo Evans Garth, quien siempre asiste al centro de rehabilitación.

VOLUNTAD, DESEO Y ESFUERZO

Napoleón Rodríguez Rodríguez, propietario del centro Ministerio de Restauración Nueva Vida en Cristo, explicó que el centro nació como una necesidad de ayudar a cambiar la vida de todo aquel que tenga deseo y voluntad de transformarse en una nueva persona, dejando atrás su pasado.

Relató que el alcohol y la drogadicción destruyeron su vida, hogar y familia. “Doy gracias a Dios que me sacó de tanta contaminación, cómo se me había confundido mi mente, siendo yo un hombre empresario que todo mundo conoció que era propietario del famoso desarme Nápoles, en Estelí”, recordó.

“Le pedí, Señor ayudame a cambiar a mí y a mi hijo (quien también había caído en la drogadicción) y le seguí diciendo, Señor me voy a ir a un centro de rehabilitación y cuando comencé a ver que estaba cambiando mi vida entonces le dije: voy a fundar uno en esta zona para ayudar a los necesitados”, afirmó.

María Salomé Centeno, coordinadora del Gabinete de Gobierno de la comunidad de Miraflor, en el municipio de Estelí, manifestó que los habitantes de esta localidad apoyan a los internos del centro.

Agregó que los comunitarios los han recibido muy bien porque los internos del centro “hasta ayudan a reparar las viviendas deterioradas por las lluvias, limpian los caminos, trabajan con nosotros en la siembra del campo, dan mantenimiento a la escuelita o el puesto de salud y realizan buenas obras, por eso la gente de aquí, que los quiere mucho, les retribuye esas labores regalándoles alimentos”.

La infraestructura del centro de rehabilitación es modesta.  Adentro se brinda calor humano y esperanzas a quienes buscan cambiar sus vidas. LA PRENSA/W.ARAGÓN

Reportajes alcohólicos rehabilitación archivo

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COMENTARIOS

  1. Estefani
    Hace 11 años

    Ahora que considera que superó “el mal del alcoholismo”. Las adicciones nunca se curan, sera un luchar dia a dia para no tener una recaida. Que bueno que fundo un centro de rehabilitacion. Que curioso, en esta misma edicion dice que un grupo de colegiales con sus mochilas se metieron a una vivienda a consumir alcohol, en la ciudad de Chinandega.

  2. Excelente
    Hace 11 años

    Sigan adelante sean ejemplos brillantes a seguir,me enorgullece estas personas por su valor para salir adelnte,Dios los colme de bendiciones…

  3. Pedro Arauz
    Hace 11 años

    En Nicaragua, todos son alcoholicos- tomen guaro o no.

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