Durante estos días, LA PRENSA ha dado cobertura al tiroteo ocurrido el pasado 4 de diciembre, en la comunidad de Bocas de Ayapal, microrregión especial de Ayapal, de la jurisdicción municipal de San José de Bocay. Fuentes informativas nos hicieron saber el temor de los habitantes de ese lugar, al finalizar los mismos sucesos, ya que los asaltantes fueron identificados como miembros de una “peligrosa” secta religiosa llamada Mensaje de Restauración.
Las habitantes de las comunidades Sahupí, Parparcito, Montecristo tienen tiempo de convivir con personas de esta secta, también denominada “William Bran”; me aseguró el presbítero Alfonso Soza, vicario de la parroquia San Isidro en Ayapal. ¿Pero quiénes son realmente estas personas? Y, ¿por qué los habitantes de esa región los llaman endemoniados?
El padre Soza me comentó que las personas que estuvieron en la balacera, escuchaban los gritos de estos fanáticos: “Muerte al diablo, gloria a Dios, muerte al Anticristo”. Según otros testimonios, estas personas anteriormente, recibieron la visita de un supuesto profeta proveniente de Honduras, que les anunciaba la venida inminente de Jesucristo, y los invitó a que vendieran sus pertenencias y se las entregaran. Ellos sin poner resistencia se desprendieron de sus bienes y quedaron en la calle. Lo que los obligó a pedir y luego a robar.
Sin embargo, más allá de unos misteriosos endemoniados, veo unos pobres campesinos engañados. Desde que comencé a escuchar sobre William Bran supe que algo estaba mal, porque me di cuenta que el apellido completo del dichoso profeta es Branham. Nació en Kentucky, Estados Unidos, el 6 de abril de 1909; y paradójicamente murió el 24 de diciembre de 1965 en Texas. Fue boxeador por corto tiempo, a los 22 años tuvo una conversión espiritual y fue posteriormente nombrado pastor asistente de la secta bautista que estaba en Jeffersonville. Más tarde, a raíz de un desacuerdo sobre el papel de la mujer en la predicación, nuestro “profeta” se autonombró pastor de un “tabernáculo” independiente.
Entre las principales características de la teología branhamita está el rechazo a la religión institucionalizada: situación que no les parece extraña a los habitantes de Ayapal, pues aseguran que los seguidores de esta secta culpan a los católicos y evangélicos de ser los culpables de su situación, ya que ellos impiden a Cristo volver por segunda vez: la misión de esta secta es prepararse de la mejor forma posible porque Cristo ya viene. Sin embargo, el mismo Branham nunca fundó ninguna congregación o secta, ni perteneció a ellas: anunciaba la venida de Cristo, pero no se preparó como lo predicaba.
Para Branham y sus seguidores, la Biblia es el absoluto, en ella se encuentra todo y ninguna ley moral o civil es válida para cualquier seguidor de Jesucristo. En esto notamos el gran fundamentalismo, muy parecido al islamismo, pero en versión occidental. He aquí el gran peligro de estas sectas autodenominadas cristianas, no solo para la Iglesia católica o las iglesias evangélicas, cuando pierden fieles o adeptos; sino para la sociedad en general, ya que atentan contra la institucionalidad civil y la paz. Nuestros campesinos de Ayapal tienen razón al tener miedo, esta gente es agresiva porque les han “lavado el cerebro”.
Sin embargo, hay que tener clara una cosa: no están endemoniados sino engañados. El supuesto profeta que llegó de Honduras, fue un vividor como muchos; que se aprovecha de la inocencia de las personas sencillas y llega a persuadirla a tal punto, que se logran hacer de sus bienes. Una buena educación religiosa y una buena orientación por parte de las autoridades, evitarían estos problemas.
El autor es seminarista católico y licenciado en filosofía.
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