Carlos R. Flores (*)
Con frecuencia las empresas con flotas de transporte ya sea pesado o liviano, se encuentran en situaciones en las cuales su personal conductor debe realizar en solitario comportamientos críticos para prevenir percances de tránsito. El problema es que en ausencia de una estructura adecuada para medir estas conductas, todo queda en expectativas o en pensamiento excesivamente optimista.
El punto fundamental es que se debe desarrollar todo un andamiaje de documentación, verificación y medición de resultados, y no pensar ingenuamente en que las instructivas van a cumplirse como por arte de magia.
Uno de los recursos más poderosos es el desarrollo de un Código de Ética para el conductor profesional. Este conjunto de expectativas y de guías de acción debe ser formulado, o bien, “adoptado y adaptado” por cada organización y verificar su cumplimiento periódicamente. La experiencia de las empresas de clase mundial en la implantación y cumplimiento de este código, en su gran mayoría, ha resultado ser muy positiva.
Cada conductor profesional que sea contratado debe recibir este Código de Ética, estudiarlo, firmarlo, comprometerse, ser sujeto a una evaluación de su comprensión y consecuencias, sirviendo de referencia permanente en su actuación como profesional.
En un período de un año calendario se debe revisar el cumplimiento del Código, solicitando la firma de todos los conductores activos, con el fin de renovar el compromiso en su observancia y debida aplicación. Cabe señalar que las violaciones a este Código deben tener infracciones específicas y de cumplimiento ineludible, obviamente, bajo un debido proceso de determinación.
Algunas de las expectativas de cumplimiento podrían ser:
Conduzco para proteger a los demás conductores y peatones en la vía como a mí mismo.
Me preocupo por tener una apariencia limpia y profesional.
Brindo un mantenimiento adecuado a mi vehículo y lo opero siempre de una manera profesional.
Cumplo con todas las reglas de seguridad, regulaciones de tránsito y leyes vigentes.
Trato en forma cortés y respetuosa al personal de almacén (embarque y desembarque), independientemente de la situación.
Soy cortés con todos los otros conductores.
Soy un buen ejemplo para aquellos conductores menos experimentados.
Manejo de forma profesional en el tráfico y me mantengo bajo autocontrol ante cualquier condición de conflicto.
Practico el manejo defensivo evitando conducir a alta velocidad, manteniendo una distancia de seguridad con los otros vehículos, sin manejar agresivamente o con conducta temeraria.
Hago lo mejor posible para entregar a tiempo y en condiciones óptimas la carga o pasajeros asignados.
Lejos de parecer un enfoque ingenuo, la práctica de establecer este Código de Ética tiene la función de un eventual “ángel de la guarda”, o de la voz de la conciencia disponible en todo momento, que en ausencia de una tercera persona que pueda indicarle al conductor cómo debe proceder en situaciones específicas, el conocimiento adquirido y las expectativas a las cuales ha firmado como compromiso, aumentan la probabilidad de una conducta segura.
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