El polígrafo y académico nicaragüense, Jorge Eduardo Arellano, escribió en su libro Héroes sin fusil, con respecto a Pablo Antonio Cuadra (PAC) quien el día de hoy, 2 de enero de 2014, cumple 12 años de fallecido, lo siguiente: “Hacedor de cultura, constructor de soberanía y lengua de su pueblo —de cuyos ojos se apoderó para “ver” realidades y visiones, esperanzas y sueños—, Pablo Antonio Cuadra ha sido el más fiel intérprete de su mismo pueblo. Tal es, en síntesis, el significado de su vida y obra de poeta y ensayista, dramaturgo y crítico, narrador y artista plástico” .
Por su parte, el también académico Carlos Tünnermann Bernheim, en el discurso que pronunció el 17 de diciembre pasado, durante la inauguración del nuevo Centro Cultural construido por el sector privado, al cual se le ha dado precisamente el nombre de Pablo Antonio Cuadra y donde se albergará el próximo año el Museo de PAC, expresó que el ilustre escritor nicaragüense desaparecido “es quien con mayor acierto ha dibujado los rasgos que caracterizan nuestro modo de ser nicaragüense y nuestra cultura mestiza”. Y el filósofo e igualmente académico, Alejandro Serrano Caldera, precisó durante el mismo evento cultural que “Pablo Antonio (Cuadra) es un pensador fundamental en la historia de nuestro país. Es él solo, sin lugar a dudas, toda una época, una especie de hombre símbolo y un referente inexcusable en la historia de la cultura nacional”.
A tan merecidos reconocimientos se debe agregar el de que PAC fue también un lúcido y apasionado luchador cultural por la libertad, y no solo de la libertad de creación intelectual sino de todas las libertades que necesita la persona humana para que florezca su talento y se respete su dignidad. En efecto, en su extensa y profunda obra PAC escudriñó también la política, poniendo énfasis en la libertad y la democracia y en su irrevocable rechazo a la dictadura. “Las dictaduras son grandes criaderos de utopías (advirtió PAC en su escrito El viaje a la Utopía y el viaje a las Antípodas). Con la falta de libertad todos nos radicalizamos y fácilmente la inconformidad acumulada impulsa al hombre a dejar atrás la libertad perdida y a crear, a la fuerza, un nuevo orden que no es más que una nueva tiranía de signo contrario”. Como el profeta laico que era, PAC previó que la obstinación del somocismo, de no permitir una transición pacífica a la democracia, abriría el camino a su derrocamiento por medio de la violencia, lo cual conduciría a la entronización de una nueva dictadura, como en efecto ocurrió.
Pero PAC murió, en enero de 2002, en una Nicaragua que ya era libre, al menos de manera incipiente, después que en febrero de 1990 se abrió el camino a la democracia con el triunfo electoral de doña Violeta Barrios de Chamorro. Triunfo clamoroso al cual PAC contribuyó con sus escritos publicados en LA PRENSA y con los discursos de doña Violeta que él mismo redactó, en los que delineó la filosofía de libertad y el contenido democrático del gobierno que sustituiría a la dictadura sandinista.
Lamentablemente, poco duró aquella frágil democracia. Nicaragua ha vuelto a caer en la trampa de la dictadura. Pero el pensamiento vivo de PAC se nos ofrece otra vez como una valiosa herramienta intelectual en la lucha por reconquistar la democracia y la libertad.
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