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Alfonso Dávila Barboza

La familia y los derechos humanos

El concepto de familia debe entenderse y manifestarse con mucha objetividad por lo que exterioriza y proyecta en lo propio de su formalización como núcleo social y de solidaridad y afectividad. Nuestra ley fundamental señala con mucha claridad que la familia tiene el supremo derecho del Estado en todos sus campos, como apoyo. Debe agregarse que el imperio de la ley obliga a todos los funcionarios vinculados a la debida protección estatal, sin reserva alguna, garantizando la salud de la madre y de sus menores hijos; igual que atención esmerada en los centros de maternidad y cuido de menores, luego el camino seguro de una escolaridad en los niveles programados.

Resulta oportuno en este momento tener presente el grato recuerdo de que los niños de Nicaragua gozan de la vigencia de lo conocido como Código Internacional de los Derechos de los Niños. Por otro lado y como una carga ética, en el hogar familiar debe de mantenerse un culto completo a la moral y a las buenas costumbres. La comunicación permanente entre padres e los hijos da, y no queda duda, resultados positivos.

Lamentablemente —y no debe ocultarse— los disgustos y riñas familiares resultan de mucho agravio para los infantes y se da el caso de que estos toman partido y van forjando una personalidad que tiene como fomento el rencor, la agresividad, igual que la idea de alejamiento del hogar.

Estimo muy apropiado y acertado que la Conferencia Episcopal de Nicaragua haya determinado reconocer como bautizo y confirmación el presente año 2014 como “el año familiar”. Expreso que la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del santo padre Francisco, como su primer carta apostólica ya circulando en Nicaragua, es un mensaje profundo de amor por la fe que fortalece la alegría del Evangelio. Y prescribe el santo padre Francisco, con lenguaje que marca su tristeza, que en el mundo actual existe una puerta abierta para la oferta “del consumo” que surge del corazón “cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales” que desubican a la familia al cerrarse los espacios para la atención a los pobres, o entra sin escuchar la voz de Dios. Lo cual deja un resultado vergonzoso, pues apartar a Dios por intereses creados es perder la dulce alegría de su amor y esto conduce a una meta incierta, indiferente, y lastimosa. Perder o confundir la belleza del Evangelio es alimentar el poco entusiasmo por practicar y ejercer el bien y aquí se da vida a familiares resentidos, “quejosos y sin vidas; y eso no es la opción de una vida digna plena”. Finaliza el papa escribiendo que “ese no es el deseo de Dios para nosotros, y no es la vida espiritual que brota del corazón de Cristo resucitado”.

Termina este estudio del papa Francisco con varias notas sobre El Anuncio del Evangelio; y su dimensión social con una recomendación final: “todos estemos unidos a Dios, protejamos a los pobres y en cada instante demostrar la fidelidad al Evangelio”.

En mi opinión personal, lo proclamado por la Conferencia Episcopal de Nicaragua tiene una estrecha afinidad con los principios y el sustento de la Declaración Universal de Derechos Humanos; con su vistosa divisa de dignidad y justicia para todas las personas. Es natural que tengamos la esperanza, como cristianos, en que la Sagrada Familia nos brinde las bendiciones para nuestra seguridad donde la democracia y la legalidad sean permanentes; y a la par de entender los preceptos formativos de la religión cristiana, tengamos tiempo para tener en mente que al defender los derechos humanos estamos defendiendo nuestra protección y cuido familiar. Y entren muy brevemente a saber que como seres humanos somos libres y muy lejos de discriminaciones y que nos cabe por naturaleza jurídica la igualdad ante la ley y total confianza en que todas las instituciones del Estado de Nicaragua están obligadas a cumplir estrictamente con las ordenanzas de lo que se determinan en la Constitución Política de Nicaragua.

Conviene cerrar esta colaboración con la expresión de lo necesario de una justicia distributiva, transparente y manejada por ciudadanos de mucho talento y calificados moralmente. Expreso mi total confianza en Dios, que en este 2014 Nicaragua va a tener logros para que nuestras familias brinden bendiciones a nuestro Creador y a nuestra amada Nicaragua. ¡Así Sea!

El autor es Miembro de la Academia de Juristas y Ciencias Políticas de Nicaragua.

Opinión derechos humanos familia archivo
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