(Este artículo está dedicado a los que no simpatizan con los varios cientos de miles de sociedades que se han formado para irrespetar la memoria de Rubén Darío)
“De las academias/ de horribles blasfemias/ líbranos Señor ”
R. D.
Rubén Darío lo dijo muy claro, Rubén Darío previó con su gran talento de genio, toda la avalancha de cursilería absurda, que este pueblo iba a desatar en cuanto muriera.
Las semanas darianas, los meses de elogios y cantos romanticones para nuestro ilustre hombre, se encuentran ahora como se dice vulgarmente “en lo fino”, mientras él reposa debajo de una losa horrible que ni siquiera tiene el prestigio de los monumentos bien hechos, de las cosas hermosas.
¿Qué no se han inventado para hacer que la memoria de Darío se abarate para todo lo posible ? ¿Qué no se ha dicho, y qué no se ha hecho para hacerlo igual, idéntico a los figurones de cartón que llenan nuestro mundo ? Con Rubén Darío se ha cometido el más grande de los irrespetos, se han hecho todos los homenajes que acostumbran los hombres de nuestro pueblo para los que no valen nada, se le han manoseado llenando su recuerdo con “veladas”, de academias, de cisnes de cartón, de ángeles de precesión, en una palabra de lo que él mismo llamó “horribles academias” de lo que martirizó su cabeza de hombre sincero, su talante de hombre de valor.
Desde la espantosa velada en donde se levanta un señor para decir un horrible discurso de cincuenta páginas, hasta la más cursi reunión apodada con un nombre parecido al que usan las sociedades protectoras de animales que se reúnen en mesas cuadradas o mesas redondas todo el cáliz amargo, ha sido vertido sobre la memoria de un hombre, que fue como todos los nicaragüenses, enemigo de la formalidad, enemigo de la etiqueta, enemigo de los convencionalismos absurdos, y que sobre todas las cosas despreció y abominó las cursilerías y las figuras de cartón mascado.
Pobre Rubén Darío. Nicaragua se rió de su talento cuando estaba vivo, no faltó quien lo comparara llevando el hilo de la hiriente y maravillosa broma a que nosotros somos tan aficionados, con otro de los “literatos” de entonces el ridículo bufón Vado y Surrisana, de quien se dijo en un libro que era mucho mejor que Rubén. Nicaragua despreció el talento vivo de Darío, y ahora, después de treinta y cuatro años de muerto, quiere apolillar su memoria enmarcándola en un cuadro cursi hecho a base de cisnes de cartón mascado, y vistiendo a su inolvidable lobo de Gubia, con una tela de papelillo de Purísima, ni más ni menos como el otro lobo, como al que según dicen se comió a la caperucita roja.
A Rubén Darío lo han hecho pertenecer contra toda su voluntad a todas las asociaciones de las cuales él renegó antes de morir, como sabiendo lo que iban a intentar hacer con su recuerdo.
Pero de nada sirven los testamentos
Rubén testó en contra de las polillas, en contra de las Academias, de las mesas redondas, de las reuniones de postín, bombín y cuello duro, para que ahora, treinta y cuatro años después de muerto, lo hagan una especie de presidente honorario de todas ellas, y como para que no se escape del lugar en donde lo quieren tener metido, le pongan una guardia, una guardia que no deje salir su recuerdo de las veladas horribles, de los nicaragüenses de cincuenta páginas, y de unas noches tenebrosas en donde se destroza su recuerdo llamándole lirófono, vate, panida, etc., cuando solo se le debía llamar por su nombre, por su grande, resonante, inmenso y bello nombre.
Pobre Rubén Darío aquí no solamente no valen los grandes hombres, sino que tampoco sus testamentos. ESTE ES UN EDITORIAL DEL DOCTOR PEDRO JOAQUÍN CHAMORRO CARDENAL, PUBLICADO EN LA PRENSA DEL 7 DE FEBRERO DE 1950 CON MOTIVO DE LA JORNADA DARIANA DE ESE AÑO. POR CONSIDERARLO DE INTERÉS LO REPRODUCIMOS AHORA QUE SE CONMEMORA UN ANIVERSARIO MAS DEL NACIMIENTO Y DE LA MUERTE DE RUBÉN DARÍO
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A