Marta Leonor González
Una vida que dejó por ahora el periodismo para dedicarse a la escritura, así se define hoy el quehacer de Arquímedes González.
Desde el año 2002 se inició en el camino de la narrativa, su primera novela La muerte de Acuario, con varias reediciones.
Vive entre Estados Unidos y Nicaragua, con varios premios literarios y dedicado a contar las historias que más le atraen, como Jack el Destripador en Managua, La Leyenda de Blackwell, un joven que se hizo pasar como boxeador, entrenador y se burló de los periodistas y que generó polémica.
Hace un mes la editorial española Ediciones Irreverentes, editó su libro de relatos Clases de natación, con sorprendentes anécdotas de ironía y humor.
¿Qué tal se recibió Clases de natación. Qué dicen los lectores, hay critica de él?
No, no ha habido critica, lo que pasa es que aquí no hay crítica, aquí sale un libro y la gente es muy apática, no sé, por qué dicen que Nicaragua es el país de los poetas y Rubén Darío para arriba, y no se nota, decir eso vergüenza nos debería de dar.
¿Es un síntoma que solo a nosotros nos afecta o es la región?
Cuando fui a Panamá para recibir el Premio Rogelio Sinán, vi mucha cohesión en los escritores, vi mucha organización, estaban en un proyecto nada más. Aquí lo veo que es más de grupos, eso tal vez termina debilitando la situación cultural del país.
En Nicaragua no hay editoriales en regla, que digan vamos a buscar a este escritor, lo vamos a promocionar, lo vamos a lanzar al mercado, lo que hay aquí, son solo imprentas donde el escritor tiene que sacar de su bolsillo para pagar y ver cómo hace para desahacerse de su libro, es triste, si lo comparás con ocho o diez años atrás, es triste.
¿Hace diez años la situación era más crítica, no habían talleres de escritura y habían menos jóvenes publicando?
Te lo pongo así, decime qué editoriales son las que han publicado últimamente a jóvenes escritores, cuáles, no hay. Antes ibas por lo menos a las editoriales, y había una o dos que andaban apostando, ahora no. Hoy el escritor tiene que ir con sus centavos a gastarlos y sacar su libro, eso es triste.
¿Pero el Centro Nicaragüense de Escritores te publicó?
Sí, así es. Mis últimos libros han salido porque han ganado premios, si no ahí estuvieran, uno porque ganó el Rogelio Sinán en Panamá y otro porque ganó el Premio Centroamericano de Novela Corta en Honduras. No hay un apoyo.
En Clases de natación , hay humor, amor y desamor. ¿Viviste algún tipo de historias?
El trabajo de la primera persona siempre hace creer que al escritor le pasan muchas cosas, no sé, yo soy bastante aburrido en ese sentido y no me pasa nada.
El periodismo
¿En El Fabuloso Blackwell está retratada la sala de redacción, personajes que hemos conocido, y de alguna manera tu experiencia como reportero?
Lo que pasa es que me vi inmerso en el periodismo, entonces quise contar la visión de un joven escritor. De un joven periodista que se iba abriendo paso en ese mundo difícil del periodismo, ya que es muy difícil avanzar en él. Aquí salen un montón de periodistas pero no todos logran llegar a las redacciones y no todos van a la televisión, donde ellos quieren.
¿Con El Fabuloso Blackwell pusiste al descubierto la confianza que se deposita en las fuentes, y qué pasa cuando estas mienten. También lo escabroso que puede ser ese mundo?
Libros:
Dos hombres y una pierna en el 2012, El Fabuloso Blackwell en el 2010, Tengo un mal presentimiento en el 2009, Qué sola estás Maité en el 2007, La muerte de Acuario en el 2002 y reeditada en el 2005.
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Me sorprendió que más de cuatro periodistas fueran engañados de esa manera, porque a un periodista se le puede engañar una vez o dos veces, pero engañarlo durante dos años es bastante especial, el que lo hace debe tener una coherencia en eso. Quise hacer un trabajo sobre eso, y explicar lo que son las redacciones porque no había un libro que hiciera eso, desde la óptica del mismo periodista.
¿Generó un poco de debate en el periodismo. Se polemizó?
En Nicaragua la gente cree que cuando uno critica está siendo malo, injusto. Como por ejemplo, en Dos hombres y una pierna, esa novela trata sobre la relación entre un padre y un hijo, se critica la forma en que te educan desde la vida familiar, pero criticar no significa odiar como muchos creen, la gente dice que no podés criticar a tu padre porque sos malagradecido, no es eso. La gente no ha entendido que uno critica a su padre porque lo quiere.
¿En Dos hombres y una pierna es donde más te desnudás como hijo?
Sí, ahí sí. Es mi novela más íntima. La comparo mucho con Paula de Isabel Allende, igual la historia que cuenta es cómo se muere la hija de la escritora, y te acerca. También ves cómo se puede escribir con las entrañas, que son historias familiares que captan la atención del lector.
¿Desde el 2002 en que se publicó La muerte de Acuario, cómo la ves ahora?
Hablaba de eso con unos muchachos en la UAM y les decía que fue un libro que al principio odié mucho, pero que me arrepentí de no haberle dado su tiempo y ahora, después de renegar de él, creo que fui muy duro y que se hizo un buen trabajo, el tiempo mismo lo ha dicho, no yo.
¿Entonces te avergonzás de tu primera novela?
Al principio sí, me avergonzaba, me decía: “Qué mal libro el que he escrito”, porque sentí que no le había dado el tiempo que requería, pero la gente me ha hecho ver que fui duro con el libro, se vendieron como diez mil ejemplares, algo te dice eso.
La muerte de Acuario es la venida de Jack el Destripador a Managua , las pistas que le sigue Sherlock Holmes. ¿Por qué te enganchaste con una historia como esta, estabas siguiendo la nueva corriente de los thriller , la presencia mediática, tendencia de las grandes editoriales?
No. Yo quería contar una historia. Es como alguna gente que piensa que se puede escribir pensando en un premio, eso no se puede, se termina en el fracaso, si se hace de esa manera.
En 1997, estaba haciendo un reportaje sobre la vieja Managua y fui a varios archivos y me di cuenta que en 1888 y a finales de 1889, se habían reportado casos de mujeres asesinadas en Managua y me imaginé que para ser una Managua de 60,000 habitantes, seguramente esos crímenes fueron un escándalo, después seguí investigando y vinculé a este asesino de Londres, porque él desapareció en esta misma fecha.
Huyó en octubre a Nueva York desde Londres porque lo estaban siguiendo la policía de Scotland Yard, y da la casualidad que en ese entonces venían barcos hasta Nicaragua, todo eso se juntó. Y también debía venir alguien de la misma altura y se me ocurrió que podía ser Sherlock Holmes, el investigador creado por Arthur Conan Doyle.
¿Funciona primero el ojo del periodista y después el del escritor?, ¿cómo te desdoblás, cómo funciona en las novelas?
Por ejemplo, La muerte de Acuario inició como algo periodístico que era una crónica sobre la vieja Managua, saqué el reportaje, luego me di cuenta lo de Jack, pensé en ampliarlo, pero algo me decía que daba para más, así me pasé cuatro años intentando pensar cómo hacerlo, porque yo no sabía escribir.
¿Cómo ha sido el proceso de aprendizaje. No estudiaste literatura, ni has estado en talleres literarios y, cuándo sabés que una novela está lista?
Los talleres son buenos, pero creo que lo más importante es saber qué es lo que querés contar, y tenés que sufrir delante de tu computadora. No tengo una carrera como escritor. En Nicaragua no me ven como escritor sino como el periodista que se metió a escritor, y el escritor se hace en el camino, no en un taller.
“SOY UN NOVATO”
¿Lecciones aprendidas desde tus primeros intentos de escribir en 1998?
Sí. Ningún libro se parece a otro, hasta hoy soy un novato. Sí sé de algunas cosas, como por dónde ir, pero que me digan que voy a escribir un libro con los ojos cerrados, es mentira. El hecho de documentarse también es importante, en los libros ahora la gente quiere más verosimilitud, por ejemplo, si yo escribiera ahorita, Cien años de soledad, la gente se reiría de mí.
¿Estás generalizando al lector con esto de Cien años de soledad?
No. Porque el lector de hoy está más informado, no hay que subestimarlo, ve la televisión, los periódicos. Antes la gente venía del sector rural al urbano y de eso surgió el realismo mágico.
¿Por la cantidad de información que llega, el reto es mayor con la escritura?
Así es, y eso lo tiene que saber el escritor. ¿Por qué no logra calar?
¿Entonces estás escribiendo novelas para complacer a este tipo de lectores?
No, no, no para complacerlos, sino para tener verosimilitud. No hago novelas para complacer a nadie, eso no. Hago novelas porque me gusta contar una historia, no hago novelas para ganar premios, no escribo para ganar premios, ni para ir en una moda.
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