Por Oscar González Morales
En el apartado de estudios superiores de su currículo, Erika Gertsch, de 30 años, tiene como su arsenal tres maestrías cursadas en importantes universidades de España, en marketing y comunicación, periodismo y cooperación internacional y desarrollo.
Hace un año, con sus tres maestrías como carta de presentación, Gertsch llegó a Nicaragua en busca de un trabajo. Medios de comunicación, universidades y fundaciones fueron sus principales objetivos, pero las respuestas que obtuvo no fueron las soñadas.
“Podrías modificar tu CV (Currículum vitae) y así vemos si te admiten en recursos humanos”, fue una sugerencia un tanto extraña que recibió, lo que le dejó quizás un poco confundida, pero en otra entrevista escuchó una frase que le aclaró más el panorama: necesitamos personas, pero menos calificadas, pero es genial lo que has estudiado, te felicito.
“Nosotros les llamamos sobrecalificados a los muchachos jóvenes que se van fuera a hacer una maestría (o varias), pero no van bien orientados, son muy jóvenes y se van con muy poca experiencia laboral o ninguna, lo que juega en contra de ellos”, dice Fryda Castillo Rodríguez, presidenta de la Asociación de Ejecutivos de Recursos Humanos de Nicaragua (Aerhnic).
El significado de este término y sobre todo su aplicación es variable y todo depende de la visión del empleador, según María Ramírez, de ÁBACO Nicaragua, una agencia encargada de reclutar el personal idóneo para puestos específicos que solicitan diversas empresas asentadas en el país.
El caso de Gertsch no es único en el país, aunque tampoco son tan numerosos, pero sí es una realidad que afrontan algunos aficionados de los estudios, que en algún momento pudieron haber perdido el rumbo.
PROBLEMA REAL
El estadounidense Dan Miller, autor del libro 48 días para amar tu trabajo , asegura que el término sobrecalificado “únicamente es una forma políticamente correcta para decirte que no están convencidos de que te quieran en su equipo”.
Esta afirmación de Miller tiene eco en muchas empresas, especialmente en el extranjero, aunque en el contexto nicaragüense el término puede ir más allá de una excusa para no contratarle.
Los “sobrecalificados” pueden ser descritos, en algunos casos, como aquellas personas que tienen en su currículo un gran espacio destinado a describir los muchos títulos de estudios de especialización, en especial los cursados en el extranjero, que deberían darle un valor agregado, pero que carecen de experiencia laboral.
Esta preparación sin duda requiere de una gran inversión, ya sea del estudiante, de sus padres o de alguna fundación u organización que le haya otorgado una beca para la misma. Por lo tanto, el candidato laboral esperaría una retribución acorde a esa inversión.
Pero cuando el empleador y el candidato se sientan frente a frente en la entrevista de reclutamiento, es cuando puede surgir esta frase: no sos lo que buscamos para el puesto o nos encantaría tenerte en nuestro equipo, pero tu preparación está fuera de nuestro presupuesto.
Esta última afirmación es común, según Gema Gabuardi, coordinadora de reclutamiento y selección de Latin Top Jobs, una agencia que tiene como objetivo encontrar a los candidatos ideales para determinados puestos en las más importantes empresas que tienen presencia en el país.
Sin embargo, hay otras razones de más peso por las que no se contratan o es difícil que se ubique a personas con una gran preparación académica en plazas importantes, como el mismo hecho de que en el país son muy pocas las empresas que tienen la capacidad de pago para estas especialidades y el número se reduce aún más cuando se habla de la cantidad de puestos gerenciales.
En la Asociación de Ejecutivos de Recursos Humanos de Nicaragua (Aerhnic) existe una preocupación por esta situación, que sus miembros dicen es un problema tangible en el país e incluso en la región centroamericana.
“Los puestos que se requieren en Nicaragua en la mayoría de los casos son técnicos, son muy pocos los puestos gerenciales, que quizás requerirían una preparación superior como una maestría o un doctorado”, explica Lidia Mansell, miembro de la directiva de Aerhnic.
De hecho, en Nicaragua los puestos gerenciales de más alto nivel son de empresas transnacionales, muchas de ellas con sus matrices en otras naciones de la región, como Guatemala, El Salvador o Costa Rica, de las que vienen todas las decisiones importantes, según Mansell, lo que limita aún más las posibilidades.
EXPERIENCIA SOBRE TÍTULOS
Erika Gertsch obtuvo su licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Centroamericana (UCA) en 2006, con un promedio general de 92 puntos, calificación que le valió para obtener la beca Bancaja, para estudiar una maestría en Marketing y Comunicación en España.
Mientras finalizaba la maestría en el viejo continente y hacía prácticas en la institución que le dio la beca, dio los pasos para obtener otra, esta vez con la Fundación Carolina, para la maestría en Periodismo.
Manufactura de alimentos.
Análisis de riesgo.
Energías no renovables.
Gestión y tecnología textil.
Gestión de procesos mineros.
Gestión humana.
Contabilidad de costos.
Desarrollo sostenible.
Mecánica industrial.
Agrícolas.
[/doap_box]
Su segunda maestría le dio la oportunidad de hacer prácticas para la agencia internacional de noticias EFE, que a su vez le envió a Nicaragua, para culminar sus últimos seis meses de práctica en su país de origen.
De regreso a Nicaragua, Gertsch sintió la necesidad de explotar todo lo aprendido y logró trabajar en un medio de comunicación nacional, por un salario competitivo, pero que no era suficiente para justificar sus dos maestrías.
“Después de un tiempo buscando otro trabajo, como había dejado una relación en España, decidí volver y estudiar mi tercera maestría, en Cooperación Internacional y Desarrollo”, recuerda.
La nostalgia por el país, pero en especial por la familia, movió nuevamente a Gertsch a su tierra natal, que con tres maestrías como su “As” bajo la manga, buscó una plaza que le satisficiere.
Hoy Gertsch, está en Hamburgo, Alemania, desde donde trabaja para el área Web de Cruz Roja de España, pero aún sueña con regresar al país impulsada por la nostalgia familiar.
“Los muchachos hoy están estudiando muy jóvenes las maestrías y sin antes acumular experiencia. Antes, uno terminaba su carrera, encontraba un trabajo y después de un par de años, estudiaba una especialización, cuando ya tenían claro en que se querían desarrollar. Incluso, la misma empresa en que laboraban muchas veces les ayudaba a especializarse”, comenta María Francisca Molina, vicepresidenta de Aerhnic y gerente de recursos humanos de Eskimo.
Tayra Palacios Laguna, gerente de recursos humanos de Puerto Libre Internacional, asegura que otro punto en contra de los candidatos laborales está en sus aptitudes frente al puesto buscado, las que no se crean precisamente en un curso de posgrado, una maestría o un doctorado.
REALIDAD LABORAL
Imelda Meyrat, de 30 años, logró combinar los estudios con el trabajo. Esta joven leonesa hizo una pausa en sus estudios de Diseño Gráfico en la Universidad de California (pública) para trabajar en Managua, Nicaragua, y al presentársele la oportunidad regresó a Estados Unidos para terminar su carrera y a la vez para estudiar un posgrado en Prepress y Offsett, una especialidad que le prepara a fondo para los procesos de impresión, en la escuela de arte de San Francisco.
Con una plaza en espera al regresar al país, Meyrat llegó a asumir una mayor carga de trabajo gracias a sus nuevas capacidades, pero con un salario que pensaba no se ajustaba a las mismas.
Fue así que se aventuró nuevamente en la búsqueda de una mejor oportunidad, pese a que el mercado laboral para su especialización no es tan amplio en el país.
Aunque encontró la puertas abiertas en un par de empresas, los trabajos que consiguió terminaron estando fuera de sus expectativas, porque incluían una gran carga laboral, pero con una baja remuneración.
Finalmente, Meyrat decidió volver a su natal León, donde ahora labora en un área en la que no ejerce los conocimientos que adquirió con sus estudios.
“El principio estuve buscando en mi área, pero es lo mismo, te llaman a las entrevistas, te hacen todas las pruebas, pero cuando les decís cuál es tu precio, se acabó”, relata.
“La mayoría de jóvenes nicaragüenses que estudian en el exterior lo hacen en Estados Unidos, México y España, algunos también en instituciones de renombre como el Incae, ya sea en Nicaragua o en Costa Rica. En estas instituciones a los estudiantes les crean un prototipo de ‘X’ salario o posición y llegan a las empresas solicitando algo que no podemos ofrecer”, apunta Fryda Castillo, presidenta de Aerhnic.
Las altas expectativas de igual manera van ligadas a otro error, que es la falta de investigación por parte de los jóvenes sobre la realidad laboral del país.
“No se trata de estudiar por estudiar, lo que yo recomiendo es que antes, incluso de entrar a la universidad, se investigue qué pasa en el mercado, en la industria en la que se va a desarrollar, cómo es la competencia”, indica María Ramírez, de ÁBACO Nicaragua, agencia que trabaja en la captación de profesionales para su ubicación en diversas empresas con presencia en el país.
Meyrat dice que estudió Diseño Gráfico porque le apasiona, por ello mismo hizo un posgrado y hasta pensó en una maestría en Diseño Editorial y Creatividad. Pero tras su paso por el mundo laboral nicaragüense está cambiando de rumbos y planea especializarse en otros ámbitos en los que cree hay mejores oportunidades en este momento.
PLANEACIÓN ES LA CLAVE
Pese a que está de cara a realizar una pasantía y estudios en España, para posteriormente realizar una maestría en Brasil, Gabriela Castro, de 25 años, graduada en comunicación social, no se hace las ilusiones de regresar a Nicaragua a un puesto gerencial.
“Desde que estoy en la universidad busqué el camino para conseguir estas oportunidades por medio de becas, pero sé que cuando vuelva al país la realidad económica y laboral será la misma, y estoy casi segura que volveré a un trabajo con el salario como el que tengo ahora, pero es que mi fin no es monetario en este momento, lo que quiero es conocer más de otras culturas y prepararme para en un futuro tener mi propio negocio”, cuenta Castro.
El plan de esta joven está trazado, tiene un claro panorama de sus posibilidades a futuro y por ello tiene medio camino andado rumbo al mismo. Y son algunos de estos pasos los que los gerentes de recursos humanos y especialistas en el ámbito laboral nicaragüense recomiendan.
“Nicaragua no es un país en el que se te pague un doctorado en muchos casos, porque no hay la capacidad. Entonces, lo que se debe hacer es estudiar especializaciones congruentes con el desarrollo del país”, aconseja María Ramírez, de ÁBACO.
Otro paso importante en busca de un puesto deseado es la acumulación de experiencia, que se pueda conjugar con la preparación académica en el momento adecuado.
“Lo primero que recomiendo es la realización de pasantías, y si se pueden hacer mientras se estudian la carrera, mejor. Una vez que terminaste, trabajá un par de años, quizás la misma empresa en la que hiciste pasantías te dé una oportunidad, y cuando tengás claro a dónde querés apuntar, te especializás”, dice Fryda Castillo, presidente de la Asociación de Ejecutivos de Recursos Humanos de Nicaragua (Aerhnic).
La voz es unánime en cuanto al aprendizaje de un segundo idioma, especialmente el inglés, antes de adentrarse en el mundo de los posgrados y las maestrías.
Pero para aquellos que ya tienen sus estudios superiores concluidos y que aún no han encontrado la oportunidad de trabajar, no todo está perdido.
Antes de quedarse un año sin trabajar porque el puesto ofrecido no es el que llena las expectativas, la principal recomendación es aceptar los puestos disponibles, que le permitan desarrollar las capacidades y experiencias que en un futuro puedan abrirles las puertas por las que desean entrar.
Ramírez asegura que, “el caso de personas con tres maestrías o con un doctorado, en realidad es de un bajo porcentaje en el país y aunque pueda resultar difícil conseguir un puesto no es imposible. Lo que se debe hacer es buscar en los lugares indicados, asesorarse y sobre todo tener paciencia. Mientras llegue el momento, se debe sacrificar un poco el presente pensando en el futuro y aceptar las ofertas existentes o incluso prepararse más con miras al puesto que se quiere” .
Ver en la versión impresa las paginas: 4, 5, 6, 7