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Prevención de la criminalidad ¿tiene usted un plan?

¿Podría usted creer que los incidentes más significativos de una institución de servicios financieros hayan sido graves lesiones invalidantes, como la pérdida de miembros superiores? ¿Qué clase de trabajo realizan allí?, dirá usted con toda razón.

Carlos R. Flores (*)

¿Podría usted creer que los incidentes más significativos de una institución de servicios financieros hayan sido graves lesiones invalidantes, como la pérdida de miembros superiores? ¿Qué clase de trabajo realizan allí?, dirá usted con toda razón.

El problema es que la criminalidad está subiendo a tal nivel que no solamente usted tiene que pensar en no lesionarse en el trabajo, sino también, prevenir situaciones en ocasión del trabajo. Estos casos han sido reportados debido a que un número cada vez mayor de empresas está experimentando asaltos, robos con fuerza, lesiones, mutilaciones, en una forma tan alarmante con resultados de daños permanentes, discapacidad parcial o total, incluyendo la muerte.

Me decía un propietario de una reconocida empresa de transporte pesado: “Me preocupa la prevención de accidentes de tránsito en mi flota, pero mi mayor desvelo son los asaltos y los robos armados al personal”, y con justa razón, porque en estos casos, a pesar de una capacitación fuerte en prevención de percances viales, es absolutamente necesario también que pueda dársele capacitación efectiva al personal para evitar ser un blanco fácil de la delincuencia, que sean capaces de desarrollar conductas preventivas bajo prácticas operacionales conscientes, no improvisadas, reduciendo el riesgo de una fatalidad al asumir equivocadamente posturas contraproducentes o torpemente “heroicas”, que lo único que hacen es provocar lesiones y muertes innecesarias.

Todo esto tiene que empezar, como todo lo importante, desde la cabeza de la organización. Se debería, primero que todo, establecer prácticas administrativas que reduzcan la exposición innecesaria. Algunos gerentes saben perfectamente que en los turnos nocturnos, o bien en el ingreso a horas tempranas a la empresa, hay mucha más probabilidad de un asalto. Es bueno que de alguna manera pueda controlarse el tiempo de salida y establecer prácticas colectivas de protección. Otra puede ser proveer transporte contratado para el personal hasta los puntos menos peligrosos.

Las reuniones fuera de horario normal, de amplia predilección para algunos ejecutivos “ultraocupados”, exponen innecesariamente al personal que carece de medios de transporte seguros, provocando que el vector de peligrosidad para ellos se eleve de forma innecesaria.

Es lógico que algunas de estas situaciones pueden solucionarse con una mejor organización del tiempo gerencial, efectuando una verdadera priorización de actividades, pero sobre todo con una planificación consciente. La persona con un vehículo propio subestima las vicisitudes que afrontan aquellas que no lo tienen y que sufren a diario la odisea del transporte público con todos sus riesgos, no solamente de seguridad física, sino también del manejo irresponsable de ciertos conductores de transporte público, los cuales siguen siendo un “gremio Bond”, es decir, con licencia para matar.

Quienes ahora celebran pomposamente la RSE, tan manicurada y primorosamente empacada, deberían plantearse primero el nivel de exposición a la delincuencia que tiene su propio personal; sería un mejor homenaje para la verdadera RSE hacer algo por aquellos cuyas desventuras diarias son invisibilizadas como parte del costo de vivir en este alucinante país.

(*) Consultor en Seguridad Industrial.

www.noalosaccidentes.wordpress.com

[email protected]

Economía criminalidad prevención archivo

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