Leonel Teller Sánchez
Una importante agencia de noticias reprodujo las declaraciones de la canciller de Colombia, María Ángela Holguín, sobre las pretensiones de Nicaragua de construir un Canal Interoceánico en territorio nicaragüense y, según dicha agencia, la ministra exteriorizó sus sentimientos xenofóbicos deseando que “ojalá y nunca construyan un Canal Interoceánico en Nicaragua”.
En otra ocasión la ministra Holguín aseguró que “no se pueden permitir las ambiciones expansionistas de Nicaragua”, al expresar su apoyo a Costa Rica en su litigio fronterizo con nuestro país, agregando que “Colombia es totalmente solidaria con Costa Rica en este tema” y que además “están trabajando coordinadamente con Panamá y países del Caribe” en contra de Nicaragua.
Por otro lado, el otrora canciller de Costa Rica, René Castro, aseguró sin fundamentos a radio Nederland que “Nicaragua tiene la intención de desviar el curso del río San Juan y construir un canal artificial atravesando territorio costarricense”.
Como nicaragüense me pregunto: ¿cómo es posible que dos naciones, Costa Rica y Colombia, que promulgan estar comprometidas con la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y la pobreza y con la defensa de la democracia y los derechos humanos, le deseen el mal a una nación pobre como Nicaragua por un sentimiento “xenofóbico” cuyo origen se debe a los constantes fracasos de sus políticas del exterior?
El hecho de que los cancilleres de Costa Rica y Colombia condenen a todo un pueblo a ni siquiera tener el derecho de aspirar a una de las obras de ingeniería más importantes del globo para el comercio mundial, es total y completamente inaceptable, considerando que sin lugar a duda, este megaproyecto de materializarse coadyuvará a superar la pobreza, y como beneficio colateral nos pondrá en el mapa mundial, de la misma manera que el Canal de Panamá ha catapultado esa pequeña nación centroamericana convirtiéndola hoy en una de las economías más pujantes de la región.
Todos los países latinoamericanos tenemos la responsabilidad de trabajar en estrecha colaboración para reducir la odiosa brecha entre pobres y ricos, la que aún persiste de acuerdo a los alarmantes índices plasmados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su informe de 2012 indicando que después de Haití los diez países con mayor pobreza son: (1) Honduras 67.4 por ciento (2) Nicaragua 58.3 por ciento (3) Guatemala 54.8 por ciento (4) Paraguay 49.6 por ciento (5) El Salvador 46.6 por ciento (6) Bolivia 42.4 por ciento (7) República Dominicana 42.2 por ciento (8) México 36.3 por ciento (9) Colombia 34.2 por ciento y (10) Ecuador 32.4 por ciento.
Dicho esto, considero que debemos darle una oportunidad a proyectos de la envergadura del Canal, expresar nuestras preocupaciones, exigir se nos informe debidamente y se lleve a cabo toda acción que conlleve a que el megaproyecto se desarrolle con un espíritu de nación. En lo que no puedo estar de acuerdo es en la politización de dicho proyecto para beneficio de algunos individuos, mucho menos ser tontos útiles haciendo eco a los sentimientos xenofóbicos exteriorizados por los gobiernos de Costa Rica y Colombia debido a sus fracasos en la Corte Internacional de Justicia, y la necesidad de sus líderes políticos de subir sus índices de popularidad. El autor fue Representante Legal y Director Ejecutivo del proyecto del Canal Seco (CINN) y a servido como Embajador y legislador.