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47 RONIN

He desarrollado cierta debilidad por las “películas malditas”. Suelen ser producciones de alta envergadura, con presupuestos inflados y ambiciones desmedidas. Se salen de control y chocan en la taquilla con la indiferencia del público. Pueden ser productos de la soberbia o la inspiración. A veces, se revelan como pequeñas joyas incomprendidas. Véase los recientes ejemplos de El Llanero Solitario (Gore Verbinski, 2013) y John Carter (Andrew Stanton, 2012). La mayor parte del tiempo, son costosos desastres. Ese es el caso de 47 Ronin.

Por Juan Carlos Ampié

He desarrollado cierta debilidad por las “películas malditas”. Suelen ser producciones de alta envergadura, con presupuestos inflados y ambiciones desmedidas. Se salen de control y chocan en la taquilla con la indiferencia del público. Pueden ser productos de la soberbia o la inspiración. A veces, se revelan como pequeñas joyas incomprendidas. Véase los recientes ejemplos de El Llanero Solitario (Gore Verbinski, 2013) y John Carter (Andrew Stanton, 2012). La mayor parte del tiempo, son costosos desastres. Ese es el caso de 47 Ronin.

La trama esta basada en un episodio histórico. En el Japón del siglo XVI, las intrigas de un noble dejan sin amo a los samurais de la Casa de Asano. Convertidos en “ronin”, los 47 guerreros se niegan a asumir una vida de oprobio y ejecutan una certera venganza para restablecer el honor perdido.

El cine nipón ha adaptado la historia en numerosas ocasiones. Esta es la primera vez que Hollywood acomete el desafío, formulando un producto taquillero lleno de secuencias de acción y elementos fantásticos. Dragones, brujas y gigantes se mueven sin reparos entre guerreros y aldeanos. La gran mayoría de los papeles son ocupados por actores japoneses, pero hace falta una estrella con tracción en el mercado occidental. Así, tenemos al personaje de Kai, un mestizo hijo de un soldado británico y una campesina. Es interpretado con encomiable humildad por Keanu Reeves, a pesar de que ya está bastante mayor para papeles de joven ingenuo. Y porque hace falta una trama romántica, el plebeyo Kai ama a la princesa Mika (Ko Shibasaki), hija del Señor Asano, condenada por el Emperador a casarse con el autor de su desgracia, el Señor Kira (Tadanobu Asano).

Ninguna de estas decisiones creativas es, necesariamente, mala en sí misma. El problema es que 47 Ronin delata todas las señales de un producción fuera de control. La trama se desarrolla a empujones, el foco sobre los protagonistas es difuso. Demasiadas escenas se sienten truncadas por una edición regida por la retroalimentación de los grupos de evaluación y los ejecutivos nerviosos. El director Carl Rinsch apenas tiene en su filmografía unos cortometrajes. Se reporta que la popularidad de uno de ellos en YouTube motivó al estudio para reclutarlo. Parece que la superproducción de presupuesto millonario fue demasiado para él. O la 20th Century Fox fue incapaz de confiar en su visión artística. Nunca sabremos la verdad.

Pero el peor pecado de 47 Ronin es su falta de confianza en la audiencia. El guión impone en los actores líneas declarativas que explican con redundancia conceptos que pueden discernirse de la acción, y que los personajes conocen demasiado bien: “Serán ronin, es decir, samurai sin amo”; “Recuperarás tu honor con Sepukku, tomando tu vida por tu propia mano”. De un solo golpe, actores y espectadores son tratados como estúpidos. Puede sentirse que la película ha perdido escenas cruciales en busca de una duración aceptable. El guerrero tatuado como esqueleto que acapara protagonismo en afiches apenas aparece por unos segundos con una línea de diálogo. Las secuencias de acción cubren el espectro entre lo eficiente y lo caótico. Por cada escena que funciona, hay dos donde pareciera que nadie estaba pendiente de donde poner la cámara. Y es una pena. El diseño de producción es hermoso. La música original apropia elementos japoneses con reverencia. Rinko Kikuchi es inquietante como la bruja perversa. Y Reeves, a pesar de la mala fama que le endilgan, es una estrella de acción de discreta dignidad. En 47 Ronin , los comerciantes quisieron darle rienda suelta a la imaginación, pero no tuvieron las agallas de llegar hasta la meta.

Sección Domingo taquilla archivo

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COMENTARIOS

  1. Elsa Mendieta López
    Hace 10 años

    No es mucho peor que todas las películas de Harry Potter, o los Juegos del Hambre o Twilights, que son de por sí todas películas malísimas y fueron éxitos de taquilla. El problema con “47 Ronin” es que desde un inicio sufrió de mala prensa y de rechazo por parte de los críticos, algo parecido a lo que le pasó al Llanero Solitario. Los críticos dijeron que la película era mala y la gente no fue a verla porque los críticos dijeron que era mala: profecias autocumplidas.

  2. Nelson
    Hace 10 años

    Yo la vi, y no vale pero ni las palomitas de maíz, francamente mala.

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