Nueva York/ EFE
La explosión por una fuga de gas, que provocó el derrumbe de dos edificios y dejó dos muertos, rompió el silencio ayer en el barrio neoyorquino de Harlem, a donde acudieron cientos de bomberos y policías paralizando las actividades en la localidad, habitada en gran parte por latinoamericanos.
La confluencia de la calle 116 con la Avenida Lexington, a pasos de Park Avenue, donde ocurrió la explosión, estaba repleta de afectados, así como de curiosos que se arremolinaron detrás de las vallas de seguridad para observar el trabajo de policías y bomberos y comentar sobre lo ocurrido.
“Ha sido una tragedia del peor tipo porque no hubo ninguna indicación a tiempo que nos permitiera salvar a gente”, dijo el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, quien insistió en que la primera llamada de alerta fue “quince minutos antes de la explosión”.
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