Lucía Navas
Perú es hoy una de las economías de mayor crecimiento económico de América Latina; 6.1 por ciento se estima crezca este año. Calificada como una economía “robusta” por el auge de las inversiones, una de las condiciones que le permiten esa bonanza económica a Perú es haber alcanzado en 2008 una mejor calificación de grado de inversión por las agencias calificadoras internacionales. Hoy Perú tiene BBB+ de calificación en riesgo de inversión, por encima de la mínima que es BBB-.
¿Cuál es la ventaja de ello? José Antonio Colomer Guiu, miembro del consejo directivo de Banco Adopem en República Dominica, lo resume en que como país “cuando sales a emitir al mercado tus tasas de interés son más baratas, en términos de endeudamiento atraes más capital y se produce un círculo virtual”.
“Si estás en la línea de la inversión extranjera tienen más inversión, la consecuencia es que tienes más empleo formal y por tanto más ingresos para las familias, y eso genera que se consuma más y se genera más impuestos y con ello más funcionalidad empresarial. No es un capricho tener un grado de inversión”, enfatiza Colomer.
Él conoce muy bien cómo Perú logró su buena posición, ya que siendo director general de Banco BBVA Continental en ese país participó en la estrategia del Gobierno para mejorar la calificación internacional en seis años, cuando el Banco Mundial estimó le tomaría diez años.
Colomer en esta entrevista con LA PRENSA sugiere lo que Nicaragua debería hacer para mejorar la calificación de riesgo de inversión, pues es de las más bajas.
¿Qué estrategia usó Perú para alcanzar el grado de inversión?
Siendo muy respetuoso y no querer dar lecciones, porque Perú lo logró por mérito propio. Haciendo un poco de historia, al llegar a Perú el año 1999 como gerente general del BBVA Continental, al estar en plena expansión, recuerdo que el Gobierno me echó en cara varias veces que por qué el Banco de España hacía provisional los riesgos de Perú, por qué la Superintendencia española tenía estas premisas, y que era injusto. Me tocó defender que los reguladores hacen las provisionales en función de la calificación de riesgos que marcan las agencias de calificación. Fue pasando el tiempo y para el 2002 o 2003, el presidente (Alejandro) Toledo se dirigió a mí y me dijo: “Ustedes la banca tienen que ayudar más a la exportación y a la financiación”. Le respondí que lo importante, más que ayudar a las exportaciones, nos fijemos en conseguir el grado de inversión. ¿A qué se refiere esto? Si se tiene el grado de inversión la financiación es más barata, porque empiezan a estar en los circuitos de las multinacionales para sus inversiones, o sea las multinacionales no consideran países donde no exista esa calificación. Al día siguiente, me llamó el (entonces) presidente del Banco Central, de Javier Silva Ruete (q.e.p.d.) preguntando qué había contado al presidente. Le respondí que he dicho mi idea de que Perú debía hacer esfuerzos para alcanzar el grado de inversión por las implicancias que eso tiene. Bueno, se encargó crear una comisión Perú Investment Grade (…). Dejé claro que yo solo era un español en el país que no pretendía tener injerencia en los temas del Perú, que se tenía muy buenos economistas y que para este caso se debía tener claro todos que conseguir el grado de inversión es un proyecto de Gobierno, de bancos, de la sociedad, de la propia prensa y hay que trabajar muy cercanos con las agencias de calificación…
¿Qué se debe tener claro en esto?
En principio, si hubiera un decálogo diríamos en que lo primero que exigirían unas agencias de calificación para darte el grado de inversión es la solidez de tu economía, que se respete la inversión privada, que se respeten las economías abiertas, que se respeten las inversiones extranjeras, etc, etc; es decir, que los cambios de Gobierno no vayan a producir algo que hoy este Gobierno contempla y que los próximos no vayan a contemplar. Por tanto, la estabilidad está en que un giro de un gobierno de derecha hacia uno de izquierda o de uno de izquierda a uno de derecha vaya creando vaivenes, sino que se respete permanentemente. Y para eso evidentemente hay que hacer muchas reformas encaminadas precisamente a una economía de libre mercado, donde funcione a la bancarización. Perú tiene todas esas condicionantes porque de las frases más comunes es que Perú siempre ha sido un pobre sentado en un banco de oro, y es verdad porque es hoy una economía muy sólida. Perú ha dado grandes pasos, en seis años ha reducido el índice de pobreza del 54 por ciento al 24, o sea treinta puntos de reducción de la pobreza sobre treinta millones de habitantes, o sea hay nueve millones de nuevos consumidores que hoy pueden estar comprando una nueva televisión o dando el primer pago para una vivienda. Además, Perú es líder en la producción mundial de harina de pescado, de espárragos, es el segundo productor mundial de alcachofas, si miramos metales sería el primero en plata, en zinc, en estaño, el segundo en cobre y el quinto en oro. La riqueza de Perú permitía marcar estos objetivos.
¿Lo primero fue revisar las políticas macroeconómicas o se sentaron con las agencias calificadoras?
Lo primero que se hizo es ver de dónde partíamos, en qué peldaño estábamos en el grado de inversión de las calificaciones de Standard & Poor's (S&P), Fitch y Moody’s, que son básicamente las que marcan las reglas del juego. Luego para conseguir esos tres o dos peldaños para conseguir el grado de inversión que el mínimo es BBB- , pues se trabajó haciendo un decálogo con el Banco Mundial. Se apuntó primero qué queríamos y era crecer a un ritmo sostenido —como ha sido los últimos años al seis por ciento—. Bueno, hay que incrementar la productividad porque va a mejorar las exportaciones y por tanto Perú, uno de sus temas importantes es que ha firmado Tratados de Libre Comercio con casi todo el mundo, tiene con Europa, Estados Unidos, con el Mercosur… Perú hoy no tienen aranceles. Ese es de verdad el libre mercado, competir con nuestras propias posibilidades sin barreras ni proteccionismo. (…) Hay movimiento de capitales, de inversiones porque su economía se ha convertido en muy productivo. Lo primero entonces es ver dónde se está con las calificadoras, lo segundo hacer un decálogo. A partir de ahí hay que unir voluntades, decir que es un proyecto unificado del Gobierno, de banca, empresarios, la sociedad, la prensa… si no estamos alineados y hay alguien que no entiende las ventajas de ser Investment Grade, más vale no ponerse a trabajar porque no se avanza.
Ser una economía de libre mercado y tener un crecimiento sostenido son características que tiene Nicaragua, pero aún tiene una de las calificaciones más bajas. ¿Cuál sería la recomendación para mejorar?
Con mi absoluto desconocimiento de la economía de Nicaragua, no sé si desde afuera se percibe con esa tranquilidad para el inversor extranjero de que tendencia política no acelera cambios. Insisto, no me gusta opinar sobre política, pero en las últimas elecciones de Perú que habían cinco candidatos (presidenciales), cuando a segunda vuelta pasan los de más izquierda y de más de derecha se produce inmediatamente por parte de los inversionistas extranjeros un temor sobre si ganaba Ollanta Humala. Yo me cansé de transmitir tranquilidad porque las reglas de juego de Perú están tan acreditadas, el Congreso se forma en primera vuelta y hay cinco grupos políticos muy equilibrados. La tranquilidad de que se van a seguir respetando las inversiones extranjeras está consolidada y eso le da fuerza a las agencias calificadoras para decir: “Hay que apostar por este país”. Eso para mí es importantísimo. En el primer discurso escuché de Ollanta Humala que se le preguntó: ¿Usted le da mucho miedo a los empresarios porque es de izquierda?, y contestó :Yo no sé qué es ser de izquierda o de derecha, lo que sé es que debe ser compatible la extracción minera con que la gente tenga pan y luz en su casa”. Y eso es absolutamente verdad. La política debe dar estabilidad. Hay que respetar la inversión extranjera, lo único que hay que pedir al libre comercio es que tiene que tener conciencia social y por eso es que el índice de pobreza se ha reducido en Perú.
Nicaragua lo que tiene que transmitir al mercado —no sé si se percibe así— es que cualquier cambio político va a seguir manteniendo y respetando la economía de libre mercado. Puede existir el mensaje pero desde afuera se debe percibir, sino es muy difícil que una agencia de calificación lo vea diferente.
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