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Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo

El 28 de abril se celebró a nivel planetario esta importante jornada, en unos países con más pena que gloria; en otros, pasando totalmente inadvertido o ignorado.

Carlos R. Flores (*)

El 28 de abril se celebró a nivel planetario esta importante jornada, en unos países con más pena que gloria; en otros, pasando totalmente inadvertido o ignorado.

Y no es de extrañarse, puesto que la filosofía detrás de esta lucha por la reducción continua de los mal llamados accidentes de trabajo todavía tiene que ganar empuje, adeptos; pero sobre todo calar más en la conciencia de todas las personas la necesidad no solamente de evitar estos percances con secuelas tan lamentables, sino el realizar esfuerzos serios por cambiar la cultura actual, ya que las mejoras en las condiciones de seguridad en el trabajo no son una graciosa concesión ni una cacareada Responsabilidad Social Empresarial, sino un derecho inalienable de la persona y un imperativo legal ineludible, el cual debe cumplirse a cabalidad en todos los ambientes de trabajo, por pequeña que sea la empresa.

Este derecho en espera, a pesar de estar contemplado en forma clara e implícita en diversos artículos constitucionales —incluyendo las sanciones correlativas en el Código Penal— su aplicación completa está aún en pañales. Sigue siendo una aspiración, una conquista por realizar, mayoritariamente existente en los códigos y reglamentaciones, pero de poco cumplimiento práctico.

No obstante, hay que reconocer que debido a la influencia de su aplicación en muchas empresas foráneas operando localmente, está empezando a calar y a progresar, tal vez por efecto de vasos comunicantes, y ojalá que las empresas nacionales vayan adoptando su cumplimiento gradual.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha señalado ya en una estadística que seguramente es mucho más atroz, que diariamente mueren seis mil personas a nivel mundial en accidentes de trabajo.

Es paradójico que mientras alguien anda buscando la vida pueda encontrar la muerte. Este resultado no está necesariamente vinculado a una sola causa, por ejemplo: no querer cumplir con la legislación, desconocimiento, falta de controles, etc., sino de la intersección de muchos factores, pero con certeza, el peor que aflora cuando se realizan investigaciones de accidentes, es el simple desprecio a la vida humana: la inexistencia u omisión del concepto del “otro”, la invisibilización del prójimo, de no querer ver en iguales condiciones existenciales y sujeto de derechos a aquel que menos tiene, situación que a veces el mismo operario o víctima potencial desconoce o parece inconsciente, pero que se muestra en toda la intensidad de dolor cuando ocurre una tragedia laboral.

No es casualidad que en Nicaragua las empresas que tienen un mayor cumplimiento en lo referente a Seguridad Laboral sean mayoritariamente de capital foráneo. Debe ser que el concepto del otro, —el del prójimo no privilegiado— que no lo podemos ver aún; o si acaso lo vemos, escogemos mirar hacia otro punto o hacernos de la vista gorda.

Es necesario que en nuestro país las empresas se eduquen más en valores para poner en primer lugar la vida antes que cualquier otro concepto utilitario o material.

Es necesario pensar en que las empresas son formidables agentes de cambio en la sociedad y que les corresponde, obligatoriamente, un lugar protagónico en mejorar no solamente las condiciones de quienes en ellas trabajan, sino también la educación y evolución positiva continua de su personal, comenzando primeramente por formar con el ejemplo el respeto a la integridad de la vida humana.

(*) Consultor en Seguridad Industrial.

[email protected]

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