Wendy Álvarez Hidalgo
Los jóvenes nicaragüenses están abandonando las aulas de clase para incorporarse al mercado laboral, deteriorándolo aceleradamente. Es la alerta que hace el Estudio Estado de la Región, que sitúa a Nicaragua, Honduras y Guatemala como las naciones que concentran el 73% de los cinco millones de centroamericanos de entre 14 y 24 años que sufren exclusión social.
Tal es la deserción en Nicaragua, que según el estudio, en 2001 el 42.1% de los jóvenes solo estudiaba y para 2010 se redujo a 22.4%.
En contraste, añade, el segmento de los que solo trabajan se incrementó 16.5 puntos porcentuales, al pasar de 23.9% en 2001 a 40.4% en 2010.
Diego Fernández, investigador del Estudio Estado de la Región, explica a LA PRENSA vía telefónica que aunque a corto plazo la inserción laboral alivia la pobreza de aquellos hogares en los que los jóvenes trabajan, pero no estudian, “a largo plazo esto constituye una trampa”. ¿Por qué? “Su bajo nivel educativo les impide tener acceso a puestos de trabajo de mayor calidad y mejor remuneración”, responde.
Estos datos forman parte de las investigaciones que este organismo prepara de cara al Estudio Estado de la Región 2014, que se presentará en 2015, donde también participa la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
NICARAGUA CON MAYOR DESFASE
Las cifras regionales forman parte de las encuestas de hogares de los países, que en el caso de Nicaragua es el único con mayor desfase porque están actualizadas hasta 2010.
“Mujeres que no estudian ni trabajan por sus obligaciones en el hogar y hombres que abandonaron sus estudios por trabajos precarios y de baja calidad. Asimismo, los jóvenes con edades entre los 18 y 24 años, quienes están casados o unidos, son los que enfrentan un mayor riesgo y vulnerabilidad de estar socialmente excluidos”, indica.
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“Nos llama mucho la atención el caso de Nicaragua porque es el único país donde vemos que en la última década hay un deterioro en la exclusión social de los jóvenes”, afirma el investigador.
Señala “que aunque se ha disminuido la población Nini (Ni trabaja ni estudia), la inserción no se está dando al segmento de los jóvenes que solo estudian sino a los que trabajan, y lo están haciendo a un mercado laboral muy precario”.
Algo que no está ocurriendo en Costa Rica, El Salvador y Panamá donde el segmento de los jóvenes que solo estudian ha aumentado entre 2001 y 2012, así como los que estudian y trabajan.
“Cada país ha tomado caminos distintos para lograrlo (reducir la población Nini)”, dice por su parte, Alberto Mora, coordinador de Investigación del Informe Estado de la Región.
NO HAY POLÍTICAS A FAVOR DE LOS JÓVENES
Fernández afirma que en conversaciones con personalidades nicaragüenses conocieron que el problema es que el país no tiene una política para ayudar a los jóvenes a ir más allá de la educación básica y mantenerse en la educación superior, por ejemplo, para paralelamente incorporarse al mercado laboral con mejor nivel educativo.
Los jóvenes nicaragüenses “se están insertando al mercado laboral con niveles de educación muy bajos, y no cuentan ni siquiera con el básico de noveno año de secundaria, así no van a alcanzar empleos que les ayude a mejorar sus condiciones de vida a largo plazo”, enfatiza.
El estudio de este organismo coincide con la advertencia que en días recientes hizo la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), donde señaló la baja calificación de la mano de obra nicaragüense e indicó que en promedio una persona que invierte en su educación puede obtener un 7.1% más de sus ingresos económicos por cada año adicional de preparación académica.
El mercado laboral nicaragüense es tan precario que según cifras del Banco Central de Nicaragua, de los más de tres millones de nicaragüenses que están en el mercado laboral, solo un poco más de 705 mil trabajadores gozan de prestaciones sociales, como cotización al Seguro Social.
DOS MILLONES DE JÓVENES NINI EN CENTROAMÉRICA
El estudio del Estado de la Región señala que en Centroamérica hay nueve millones de jóvenes de 15 a 24 años, de los cuales dos millones no estudian ni trabajan (Nini) y 3.25 millones aunque tampoco estudian, trabajan pero en condiciones precarias, “se ocupan en sectores de baja productividad y en trabajos informales sin seguridad social”.
Aunque en el 2012 a nivel regional el porcentaje de población joven en exclusión social (59.4%) fue menor que en el 2001 (64.5%), debido al crecimiento de la población la cantidad de jóvenes excluidos aumentó de 4.60 a 5.28% (676,000 más), según el estudio.
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