En la segunda semana de mayo se difundió la noticia de que una adolescente se había ahorcado porque su mamá le prohibió usar Facebook. La madre consideraba que la hija perdía mucho tiempo en esa popular red social que cuenta con más de 1,200 millones de seguidores en todo el mundo. Aunque el hecho ocurrió en la India, a miles de kilómetros de distancia, cabe decir que en esos mismos días en Nicaragua en el transcurso de 48 horas, a lo largo de un fin de semana, siete personas también se suicidaron por razones distintas y en lugares distintos del país. Seis de ellos eran hombres, menores de 40 años.
Tres se mataron de la misma manera que la joven hindú: ahorcados. Eran hombres y tenían menos de 30 años. Uno era de Jalapa y tenía 18 años. Otro, de 19 años, vivía sobre la carretera Nandaime-Granada. El tercero era un australiano de 26 años. Su cadáver, hallado en el balneario de San Juan del Sur, fue trasladado al Instituto de Medicina Legal (IML).
Mientras, otros tres acabaron con sus vidas envenenándose con las mal llamadas “pastillas del amor”. Uno falleció tras sorber varios tragos de gramoxone. Tenía 17 años y vivía en la isla de Ometepe. Otro de 50 años, que se dedicaba a taxear en Bluefields, se tragó un par de pastillas de gastoxin, el poderoso agroquímico que se utiliza para controlar las plagas que azotan los cultivos agrícolas. No fue el único que recurrió al gastoxin para acabar con su vida. También se mató con ese tipo de píldoras una quinceañera de una comarca de Tipitapa. Otro de los suicidios fue el de un habitante del barrio Tierra Prometida, en Managua; tenía 29 años.
Los siete casos fueron registrados en el portal web de la Radio Ya, uno de los pocos medios de comunicación nacional que lleva el recuento de este tipo de sucesos. Así, para el 11 de mayo la emisora contaba 108 suicidios en el país en lo que iba del año.
En años recientes el Ministerio de Salud (Minsa) ha reconocido un incremento de los suicidios en el país. En el 2007, por ejemplo, las autoridades de Salud estimaron que unas 370 personas acabaron con su vida, más de uno por día. Carlos Fletes, responsable del Programa de Salud Mental del Minsa y estudioso del tema, situaba la tasa en 6.9 por cada 100,000 habitantes.
El suicidio es mucho más alto que otros flagelos como el femicidio, que hasta la fecha ha dejado cuarenta víctimas. En el caso del femicidio son los hombres que están matando a las mujeres, mientras que en el suicidio son los hombres los que se matan por distintas causas. Se suele mencionar al aspecto amoroso, sin embargo, sicólogos y expertos creen que la persona que se mata en realidad tiene otros vacíos que van más allá de la situación de desencanto emocional.
Muchos jóvenes se matan
En los boletines mensuales del Instituto de Medicina Legal, el suicidio suele aparecer como la quinta causa de muerte en el país, después de los homicidios —entre los cuales se incluyen los femicidios— los accidentes de tránsito, las muertes naturales y otros accidentes.
En los mismos boletines, actualizados hasta diciembre de 2013, los suicidios representan entre el nueve y el 13 por ciento de las muertes.
El suicidio aumenta entre jóvenes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la tercera causa de muerte en el mundo en el rango de población entre los 15 y 44 años. Y puede llegar a ser la segunda causa de muerte entre los de 10 y 24 años.
Uno de los últimos suicidios en jóvenes ocurrió en Masatepe. En la entrada del cementerio de esa localidad cercana a Managua se halló colgado el cadáver de un muchacho de 18 años. En medio de la congoja, sus familiares atinaron a decir que era drogadicto, que se había alcoholizado y andaba en “gavilla” .
“Cuando alguien se suicida en una casa hay que tener una observación porque hay riesgos de suicidio en otros miembros de la familia, se puede volver en un aprendizaje. Queda el vacío, el luto, el porqué lo hizo, qué pudimos hacer”.
Nelson García, siquiatra forense.
El consumo de alcohol, las drogas y un estado mental depresivo, son causas comunes de suicidios tanto en el país como en el resto del mundo.
En países como este también juega a favor del suicidio “la desesperanza” que hay entre los jóvenes. “Tenemos varias causas: las económicas, familiares, consumo de drogas, enfermedades mentales. Es un espectro poblacional donde hay mucha desesperanza, no hay trabajo”, reconoce el siquiatra Nelson García y apunta que también muchos de los adolescentes se matan “de manera impulsiva”.
Al rosario de causas de suicidio entre jóvenes, la siquiatra Gioconda Cajina, estudiosa del tema y exfuncionaria del Ministerio de Salud (Minsa), reconoce como causas de suicidio “el haber sido víctima de abuso sexual o padecer violencia sexual”.
El abuso sexual dentro de las familias es un tema irresuelto en el país y ampliamente abordado en informes de Derechos Humanos (DDHH) como Amnistía Internacional.
Cajina aporta que un reciente estudio sobre suicidio en jóvenes realizado por el Ministerio de Justicia de Brasil sitúa a Nicaragua a la cabeza de suicidios entre jóvenes con una prevalencia de 14.6 por ciento por cada cien mil habitantes, seguido de países como Uruguay y Chile.
Sin embargo, el informe de la OMS sobre el tema sitúa en primer lugar a Cuba.
Tecnología mata a fuego lento
García dice que hay un gran porcentaje de jóvenes con depresión.
“Un gran porcentaje tiene depresión y optan por esa vía”, aclara el siquiatra quien cree que el entorno familiar tiene que jugar un papel clave en la prevención de los suicidios.
Aunque en Nicaragua el acceso a internet es bajo, no llega ni al cinco por ciento de la población, los siquiatras sí encuentran que existe una relación entre la depresión y el uso desmedido de las redes sociales. “Sí podemos encontrar que un chico o una chica que pasa mucho tiempo en redes sociales es porque es corto en relaciones interpersonales, pierde habilidades o no las desarrolla. Y las personas que no desarrollan habilidades sociales son factores de riesgo porque tienen pocas herramientas para enfrentar las adversidades, entonces tenemos niños aislados, tristes, amigos virtuales. La mayoría de los casos que veo que están metidos en tecnología son niños solos, tristes, depresivos, algunos con rasgos autistas, paranoides, de padres separados. Crean una burbuja y encuentran en la tecnología una forma de conectarse con el mundo”, dice García quien ha tratado casos de jóvenes depresivos que se refugian en redes sociales.
En las redes sociales se ha acuñado el término de “ciberacoso”, lo que en otros países ha desencadenado tragedias. En Canadá, por ejemplo, se supo el caso de un adolescente que intentó suicidarse luego del acoso moral que le infligieron sus compañeros de clases.
Algunos expertos internacionales como la francesa Marie France Hirigoyen, experta en hostigamiento sicológico, ha dicho que el ciberacoso es un tipo de violencia que destruye al niño a “fuego lento”.
“Pastillas del amor”
Cajina, en una reciente reflexión sobre el suicidio que publicó en el Cronista Digital, apunta que el medio más utilizado para suicidarse en El Salvador, Guatemala y Nicaragua son los pesticidas. Tres de los siete suicidios que ocurrieron el segundo fin de semana de mayo, se concretaron con gramoxone y gastoxin. Mientras que en Honduras las armas de fuego están en primer lugar.
En marzo de este año, el Gobierno a través de la Comisión Nacional de Registro y Control de Sustancias Tóxicas anunció una serie de regulaciones en cuanto al uso y comercialización de fosfuro de aluminio, una de las sustancias químicas letales para las personas.
“El fosfuro de aluminio, también conocida como la pastilla de curar frijoles o pastilla del amor, como tal no tiene prohibición sino una aplicación de restricciones, lo que se aplica en la resolución 01-2014 de la comisión, es la prohibición de su libre venta, ya que estará sometida a regulaciones. Los distribuidores que importan esta sustancia y la comercialización en el país tienen que tener un registro en la comisión y esta a su vez tiene que registrar al comprador del producto”, dijo Ulises Narváez, presidente de esa comisión en el 19digital, medio oficial del Gobierno.
En Nicaragua, como en el resto del mundo, faltan estudios que ahonden en las causes del suicidio, pero también presupuesto estatal para ayudar a detener este flagelo silencioso que, aparte de unos párrafos en noticieros rojos, no se debate ni en los medios de comunicación ni en la esferas institucionales. Un estudio comparativo sobre la situación de la salud mental en Nicaragua, Guatemala y El Salvador, en el año 2006, arrojó que en este país solo el uno por ciento del presupuesto asignado para la Salud —que es uno de los más bajos de la región— se destinaba para la salud mental. Y de ese uno por ciento, la mayoría se ocupaba en los gastos del hospital psiquiátrico. Ese estudio comparativo que fue auspiciado por la OMS evidenciaba varias situaciones, entre ellas: la falta de legislación y políticas sobre salud mental; que el programa de salud mental solo contaba con un responsable y una trabajadora social en el nivel central, “lo que es insuficiente para desarrollar las actividades del plan de salud mental y realizar una efectiva atención”; que había concentración de camas y recursos en Managua y la ausencia de protocolos de atención en los niveles primario y secundario de atención, entre otros.
“El desabastecimiento de psicofármacos imprescindibles en el nivel primario como son los antipsicóticos de depósito y orales, antidepresivos, ansiolíticos y estabilizadores del humor, los escasos recursos especializados en psiquiatría, así como la ausencia de equipos de salud mental completos donde existe algún recurso”, son otras limitantes para la atención de personas tendientes al suicidio.
La prevención
El siquiatra García recomienda a los familiares de jóvenes que pasan enchufados a las redes, a las computadores, y tienden a aislarse, dosificarle su acceso a la tecnología, pero también es conveniente ofrecerle otras alternativas de recreación. “Sacarlos más”, dice García y recomienda insertarlos en actividades que los obliguen a socializar con otros.
Para prevenir la ocurrencia de suicidios, la OMS recomienda a los países restringir el uso de armas y de pesticidas, pero también ampliar el espectro de atención siquiátrica al nivel secundario, así como más presupuesto.
1,353 se suicidaron entre 2001 y 2008, según el recuento de los médicos Vicente Maltez y Dorys Amanda Maltez, en su artículo de opinión Responsabilidad frente al suicidio, publicado recientemente en LA PRENSA, en el que explican que entre un 10 y 15 por ciento de casos no se reportan porque a las familias les da vergüenza hablar sobre este asunto.
Sin embargo, muchos de los suicidios todavía ocurren en áreas rurales del país. Recuerda el siquiatra que hace un tiempo hubo un brote suicida en una comarca de El Sauce, donde se habrían suicidado 14 personas del mismo lugar. En esa ocasión el Minsa habría enviado un equipo para paliar la situación. García dice que para el hombre del campo la situación es más compleja porque es alguien “acostumbrado a ser el proveedor, a trabajar y ganarse su dinero” y la situación en el campo está dura, recuerda el siquiatra, quien también cree que en esos ámbitos el suicidio también se puede ver como “una idea valiente”.
“Va ligado a elementos culturales. El hombre cree que está para ser proveedor y en un país donde hay pocas posibilidades de trabajo, de sustento, y si se tiene una depresión, se facilita llegar a ese punto, y si consume drogas, con mucha mayor facilidad puede ocurrir el suicidio”.
A fines de abril cuatro hombres se mataron. Sus edades oscilaban entre los 35 y 60 años y vivían en Boaco, El Limón, Masaya y Jiquilillo, Chinandega. Uno se pegó un tiro, dos se ahorcaron y otro de ellos tomó cipermetrina, el mismo remedio que sirve para acabar con las hormigas.
Uno se mata, pero más lo intentan
En León a una adolescente de 14 años los papás le prohíben hablar con un hombre casi 20 años mayor que ella, y ella reacciona tomándose varias pastillas con claras intenciones de acabar con su vida. Los papás la llevan al hospital, y al final, no pasa del intento.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por cada adolescente que concreta el suicidio, hay entre 15 y 20 que lo intentan. La mayoría de las que intentan matarse son mujeres, sin embargo, los que más lo concretan son los hombres. Distintos expertos consultados, advierten que después de un intento, la idea queda flotando en la mente, por tanto, recomiendan a las familias acompañar a las personas. Si es posible dormir con ellas, observarlas.
Mientras que la siquiatra Gioconda Cajina dice que “el intento de suicidio se debe de tomar como un llamado de atención desesperado a resolver conflictos, a reducir las presiones, a cesar en el hábito de consumo de sustancias psicotrópicas, que además de ser depresores del sistema nervioso central, provocan conductas antisociales, malestar social.
Aunque es mayor el número que intenta matarse, son pocas las que lo concretan. Los hijos, la familia suelen ser “polos a tierra” que en muchos casos impiden acabar con la vida.